Escambray revela la pesadilla vivida hace 14 años por espeleólogos cubanos y suizos cuando exploraban en el macizo montañoso de Guamuhaya, la cueva más profunda de Cuba.
A inicios de marzo de 1998, 12 integrantes del grupo Sama y cinco espeleólogos del grupo suizo de Exploraciones Subterráneas a Cuba instalan campamento en un punto cercano al poblado de Aguacate, del municipio de Cumanayagua, en la provincia de Cienfuegos, en pleno macizo montañoso de Guamuhaya.
La misión: darle continuidad a las exploraciones y completar la cartografía de la cueva Cuba-Hungría, considerada la más profunda de la isla desde que fuera descubierta en la década del 80 del siglo pasado por el grupo Sama y espeleólogos húngaros, que fueron los que penetraron a su interior y determinaron en ese momento 390 metros de profundidad, porque los cubanos no dominaban entonces la técnica de progresión vertical ni tenían los medios requeridos.
Reencontrada y explorada otra vez en 1995, esta espelunca despertaba el interés de los espeleólogos cubanos y suizos, quienes no cesaron en el intento y organizaron en 1998 la nueva expedición. Para esa fecha, los miembros del grupo Sama se habían entrenado en la técnica de la progresión vertical y adquirido el equipamiento para tales misiones.
Tras dos sesiones de incursión a la cavidad, la llegada de un frente frío al Occidente del país interrumpe los trabajos. A la fecha siguiente los espeleólogos permanecen en el campamento; el día se comporta espléndido, soleado. Al amanecer del 9 de marzo, deciden volver a la cueva. Ni asomo del frente frío; nadie allí imaginaba lo que se viviría horas después.
Fueron creados tres equipos de trabajo; el primero se dedicaría a la instalación de las cuerdas; el segundo grupo trabajaría en la cartografía y un tercer equipo encargado de la fotografía y con la encomienda de avisar a los que estaban adentrados en la cueva, en caso de deteriorarse el tiempo. I
“A las nueve de la mañana iniciamos los trabajos”, relata Javier Mujica Gerónimo, integrante del grupo a cargo de la cartografía. “Por la entrada de esa cueva penetra un arroyo, allí se forma como una gran dolina (especie de embudo), toda el agua de las laderas va a parar a ese arroyo. El recorrido interno hay que hacerlo por el cauce de ese río subterráneo. Bajamos hasta los 225 metros de profundidad, el lugar donde el grupo Sama y los suizos dejaron la cartografía en la exploración de 1995.
“En ese momento estábamos siete espeleólogos en la cueva, cuatro suizos y tres cubanos. Llevábamos allí unas cuatro horas, cuando llega a nuestra posición un suizo, que estaba más arriba tirando fotos y, entre palabras que no entendíamos bien y señas, nos avisa que estaba lloviendo. De inmediato nos dispusimos a subir, pero apareció una avalancha de agua y en un instante aquel lugar aumentó tres o cuatro veces su volumen…
“Para mí fue un momento muy crítico; cojo la cuerda para subir y me coge ese golpe de agua; salgo de la cuerda para virarme, me equivoco y cojo para el medio, me hundí en aquella poceta con un saco de 30 libras a la espalda. El agua me arrastró, pero logré salir, usaba lentes de contacto y por suerte no se me cayeron.
“Apenas pudimos subir 6 o 7 metros y trepamos a las paredes laterales; la situación era muy difícil, solo teníamos la luz frontal del casco, estábamos incomunicados; no teníamos contacto con los de afuera y desconocíamos qué había sucedido con los suizos que estaban por debajo de nosotros…”.
II
“Siempre esos trabajos se hacen en el período seco y marzo es un mes de poca lluvia, el arroyo tenía poca agua”, rememora Alejandro Romero Emperador, jefe del grupo Sama y presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba. “Hicimos contacto con la Estación Meteorológica del Pico San Juan y no había indicios de grandes lluvias para ese día. De manera que todo estaba en orden: los permisos, el campamento, la comida, el equipamiento técnico, el ánimo de la gente, hasta dos médicos integraban la expedición.
“Una vez que esa mañana se reanudó la exploración, nosotros fuimos al campamento del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), cerca de aquella zona. Allí empezó el aguacero y nos dicen unos compañeros que estaba lloviendo fuerte más abajo, y esa era el área donde está situada la cueva. Regresamos apresuradamente al campamento. Enseguida llega un médico, que estaba afuera de la cueva, con el aviso que había mucha agua en la entrada, la cual estaba totalmente sumergida. Fuimos para allá…
“Allí nos informan que el agua cubrió toda el área. Había un matrimonio suizo que penetró un poco la cavidad, y el hombre logra salir afuera y sacar a la mujer; luego regresó para avisar a los que estaban adentro. Al poco rato volvió a llenarse aquella entrada y hubo hasta un desprendimiento grande de rocas, casi no había donde protegerse. Tampoco paraba de llover, y nosotros allí, sin saber que sucedía en la cueva ni en qué situación estaban aquellos espeleólogos…
“Pasando mucho trabajo nos movimos hasta el campamento y trasladamos hasta allá a la mujer suiza. De inmediato enviamos a un campesino de la zona a llamar a la jefatura del EJT para que ellos informaran de aquella emergencia, que había siete espeleólogos atrapados en la cueva y con peligro de ahogarse…”.
III
“Al rato de la primera avalancha disminuyó el agua -relata Javier Mujica-, pero como a las tres o cuatro horas volvió a crecer el arroyo. Tuvimos que atarnos a las paredes y aguantar. El suizo, en su idioma, nos preguntaba que cuánto duraba en Cuba la lluvia; figúrate, ¿quién sabía eso?. En esos instantes, uno piensa en muchas cosas, en la familia, en salvar la vida, yo tenía 25 años…
“Llegué a pensar que los suizos se habían ahogado, no teníamos forma de saber nada. En esos lugares ni con un caudal normal se puede oír; así que, con aquella crecida y el ruido ensordecedor del agua cayendo, no hay grito que se escuche a 2 metros.
“Cuando llevábamos cuatro o cinco horas atrapados allí, sin poder ascender, hubo un momento en que tuvimos contacto visual con los suizos; ellos pudieron subir hasta la base del pozo, a unos 35 metros debajo de donde estábamos nosotros; vimos las luces de sus cascos, al menos supimos que estaban vivos. Eran como las cinco de la tarde. El miedo mayor que teníamos era que la cueva se inundara totalmente, pues no sabíamos cómo se comportaría aquella crecida…
“Cuando amaina ocurre una segunda crecida; logramos subir un poco más y como a las nueve de la noche se produce la tercera crecida. El suizo y yo quedamos en un lado y el otro integrante del grupo Sama se separó, nos incomunicamos con él. Optamos por permanecer allí; el suizo sugiere meternos en una oquedad entre las rocas, entonces cogimos la manta térmica que llevábamos, la pusimos por delante y encendimos la lámpara carburera. Eran muchas horas mojados y el frío nos castigaba. Medimos la temperatura y había 18 grados, a los cinco minutos de estar en aquella oquedad con la lámpara, la temperatura subió a 21 grados, ya se soportaba mejor aquello…
“Me dormí como una o dos horas, luego como a la una de la madrugada seguíamos sin contacto con nadie; el agua aflojó y decidimos salir. Llegamos afuera pasada las dos de la madrugada, me parecía mentira haber salido de aquella odisea. Llevaba poco tiempo en el grupo, me ayudó mucho que el suizo que estuvo a mi lado era jefe de Espeleosocorrismo en su país, tenía gran experiencia…
“El objetivo de aquel día se malogró, pero, además del tremendo susto, adquirimos también experiencia. Dos días después del incidente, tres cubanos volvimos a la cueva a rescatar las cuerdas, bajamos hasta los 300 metros. Luego, en marzo del 2007, volví allí, que fue cuando el grupo Sama, solo, llegó al fondo de la cueva Cuba-Hungría y determinó la profundidad de 440 metros”.
IV
“El aviso llegó hasta la jefatura del Ejército Central -recuerda Alejandro Romero-, a la Sociedad Espeleológica en La Habana, a las autoridades de Cienfuegos, de Sancti Spíritus, al MININT, hasta a mi casa llamaron y no te imaginas el revuelo que se armó, porque mis dos yernos estaban en la cueva. Se dieron instrucciones a varios niveles de dirección para el rescate. Se movieron hombres y medios de diferentes lugares, abajo del agua, de noche…
“Los primeros en llegar fueron los bomberos de Cumanayagua, también los de Cienfuegos; se juntaron allí como 200 personas en aquel operativo. Se montó un puesto de mando en la boca de la cueva. Cerca de las tres de la madrugada salieron los primeros, pero no sabíamos qué les había ocurrido a los que continuaban adentro. Fue algo muy tenso. Vernos allí afuera, de noche, sin poder hacer mucho, porque a una cueva de ese tipo no se puede bajar así como así. Hubo que esperar a que amaneciera…
“Ya de día logramos bajar un poco y hay un momento en que vimos una lucecita…, como a las diez de la mañana salieron los últimos. A pesar del estrés vivido, fue grande la alegría. Imagínate, que se activó un gran operativo y realmente nada pudimos hacer, ellos mismos se salvaron.
“Ha sido el incidente más grave en la historia del grupo Sama que, por suerte, no pasó más allá del susto y del tremendo esfuerzo para organizar el dispositivo de rescate que un país como este es capaz de activar en unas pocas horas. Como el permiso de la expedición era para 10 días, nos quedamos después algunas jornadas más, rescatamos parte del equipamiento y sacamos una gran lección.
La pericia de los suizos fue determinante para que los siete espeleólogos soportaran las avalanchas de agua, la hipotermia y salvaran sus vidas; fíjate que hubo un momento en que varios de ellos tuvieron el agua al borde de la boca. Los espeleólogos pueden ser audaces, pero no temerarios”.
Nota: Ecambray agradece al grupo Sama el aporte testimonial y gráfico para revelar el inédito incidente.
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Luego de 16 años esta historia no deja de impactarme. Precisamente durante el incidente fui uno de los que estuvo en La Habana con todo el equipamiento listo esperando un helicóptero que nos iba a trasladar hacia el lugar. Un colega tocó mi puerta en la madrugada de ese día y a partir de ahí fue todo una mezcla de preocupación con incertidumbre y debo confesar que hasta de deseos de poner en la práctica todo lo que hasta el momento habíamos ejercitado una y mil veces. Después de todo me alegro que no haya sido necesaria nuestra presencia allí; eso hubiera significado que la situación se habría tornado peor de lo que fue.
He dedicado gran parte de mi vida a la exploración de cavernas (muchas verticales) y a la naturaleza cubana en general. En aquel momento ya era yo instructor de la Sociedad Espeleológica y formaba parte del grupo de espeleosocorro. Llevábamos casi 10 años entrenándonos en las técnicas de progresión vertical, pero realmente uno no sabe si está preparado para enfrentar algo así hasta que lo vive. Mis respetos a los sobrevivientes, a todo el que estuvo allí ayudando y a los que desde bien lejos estuvieron al tanto de los hechos. Como cualquier espeleólogo dedicado a las cuerdas he tenido experiencias en las que mi vida ha estado en peligro, pero este tipo de experiencias solo te hacen acercarte más a lo que haces y a la gente con quien te lanzas a tales aventuras.
Aquí les dejo con algunas imágenes de cuevas cubanas http://www.JC.NatureXperts.com/photos . La belleza, la majestuosidad, la información que podamos generar a partir de las exploraciones o el simple hecho de asomarnos a lo desconocido son otras de las razones por las que seguimos adentrándonos a pesar del peligro.
Saludos,
Juan Carlos Ocaña
http://www.JC.NatureXperts.com
http://www.facebook.com/juancarlosocanacuba
Soy espeleologo de la provincia de Matanzas, y se cuanto dramatico pueden ser esas experiencias, se me erizaban los pelos al leer el articulo
un saludo a mis colegas del Grupo Sama
Cual es la razon por la que no se tienen publicaciones cientificas o divulgativas controladas donde se muestre con detalle la informacion acerca de la situacion geografica de esta cueva, su cartografia en planta, perfil longitudinal y secciones transversales de la cavidad, entre otros datos de interes. Los especialistas en tareas geocientificas tales como los geologos, geomorfologos y karstologos les resulta dificil trabajar sin estos datos elementales basicos. Sin esta informacion resulta imposible la participacion de muchos investigadores alrededor del Mundo que podian aportar nuevos conocimientos a la nacion cubana. Si no hay coordenadas del ponor, Cual es la cuenca hidrologica endorreica relacionada al sumidero? ; si no hay informacion litoestructural, como se pueden conocer los aspectos geneticos y evolutivos de la cavidad?. Si no hay perfil detallado
, como se puede realizar una correlacion acertada sobre los espectros de niveles de cavernamiento entre cuevas cercanas y superficies del relieve? . Los relatos son interesantes pero un espeleologo para ser considerado como tal ha de tener mas rigor cientifico para que sus observaciones puedan servir para algo mas practico que el entretenimiento.
Héctor
Le recomiendo al compañero Antonio que se acerque a los compañeros de la Sociedad Espeleologia de Cuba incluso a los integrantes del grupo Sama para que conozca el trabajo de estos, así podrá conocer del que hacer científico de la Sociedad y que vea con la rigurosidad científica y el esfuerzo y las limitaciones con que se realizar estas investigaciones, a las Jornadas Científicas de los Comité Espeleológicos Provinciales, a lo Congreso de la Sociedad y otros eventos que avalan el prestigio de una sociedad que está a punto de cumplir su 73 aniversario el próximo 15 de enero del 2013 sociedad que fue el núcleo fundador de muchas instituciones que hoy existen en nuestro país empezando por la Academia de Ciencias de Cuba y fue dirigida por el doctor Antonio Núñez Jiménez desde su fundación hasta su muerte y que nos dejo un vasto legado científico .
“Hacia una Cultura de la Naturaleza»
Feliz año nuevo para todos los cubanos