Lejos de su hogar y en un oficio no tradicional, Yaneisy Perdomo cuida de los peces con el mismo amor con que atiende a sus propios hijos.
Desde su terruño en la comunidad de San Andrés, a pocos kilómetros del mayor embalse de Cuba, Yaneisy Perdomo Ramírez sale de madrugada rumbo a la Estación de Alevinaje de La Sierpe, donde se desempeña como técnica de la preceba en la granja de tilapias.
Un oficio poco común entre mujeres, al que se enfrenta con la misma destreza, sabiduría y esmero que lo hace cualquier otro integrante de este colectivo.
Graduada de la escuela nacional de pesca Andrés González Lines, en la especialidad de Biología Marina, Yaneisy, desde hace seis años, pone a prueba su valía al frente de miles de peces que dependen de ella como sus propios hijos.
¿Por qué le entusiasma esta labor?
Se trata de un oficio duro pero no imposible, en la estación solo dos compañeras hacemos algo similar, el resto de las tareas corre a cargo de los hombres, pero para nada nos sentimos inferiores a ellos, hacemos lo mismo y en ocasiones hasta más actividades, porque dentro del área cada cual responde por las tareas que le toca.
Los peces me ocupan la mayor parte del día, a ellos me dedico desde que llego a la granja, reviso las filtraciones previendo que no baje el nivel del agua, hago el chequeo a la biomasa para detectar cualquier anomalía en su conducta, recolecto las larvas y limpio los alrededores del estanque cada día.
¿De qué forma se inserta en esta actividad?
Primero trabajé como técnico en la estación, pero vinculada a la infraestructura administrativa; hace seis años me asocié directamente a la producción y puse en práctica las enseñanzas de la escuela, aunque con los peces uno nunca acaba, ellos se comportan según tengan creadas las condiciones en su hábitat, por eso debo estar atenta a cada cambio, pues si no tienen las atenciones que exige su desarrollo pueden enfermarse y afectar al resto de los ejemplares.
¿Cómo se alimentan los peces en el cultivo intensivo?
Cual si fueran niños, todos los días a la misma hora y en iguales intervalos, es decir, tres veces por jornada. No se trata de tirar el alimento al agua y dar la espalda, las tilapias de la preceba necesitan de cuidados específicos para que alcancen el peso requerido, en el tiempo establecido, y es durante la alimentación que uno puede observar su evolución, además de aprovechar los momentos del muestreo a la biomasa.
¿En qué tiempo atiende la familia?
Prácticamente de noche, yo viajo desde mi casa en una volanta de caballo junto a mi esposo, que es también técnico en la granja de clarias, salimos oscuro todavía, en un recorrido que demora una hora, bordeando la cortina de la presa Zaza y luego el canal magistral para llegar a la estación; en ese tiempo aprovecho para conversar de nosotros, de la familia y del trabajo, porque luego no nos vemos hasta la hora del regreso.
A los niños me dedico desde que llego por la tarde hasta que se acuestan, sin dejar de hacer las labores propias de un hogar: lavar, cocinar, preparar las cosas de la escuela de ellos, hacer algunos mandados…. Para mí los días son largos y las noches cortas, así pasamos todo el año, porque al terminar cada ciclo de preceba preparamos nuevamente los estanques para recibir a nuevos ejemplares que necesitarán de nuestras atenciones.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.