Patria: formidable soldado de papel

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El 14 de marzo de 1892 surgía a la palestra el periódico Patria para iniciar  su lucha como un soldado más.

A la altura de la última década del siglo XIX en Nueva York, entre la emigración cubana en la Babel de Hierro nadie está más consciente que José Martí en cuanto a la necesidad de un periódico capaz de difundir la línea política de la revolución que preparaba.

El hombre enjuto de salud endeble ha estado enfermo, más por agotamiento y alteración nerviosa que de dolencia terrenal alguna. Su padecimiento se debe, esencialmente, a la alimentación irregular, el clima adverso y la actividad febril que él mismo se ha impuesto, pero Martí es Martí y no es fácil convencerlo para que se cuide. Allí, en el espacio estrecho de su habitación, medita…

La historia estricta -esa de pelos y señales- sugiere que la idea de fundar un periódico representativo y de amplia base no fue privativa del Apóstol, pero brotó en su entorno, y solo le cabía a él decidir cuándo sería oportuno materializarla.

En el apéndice 13 del periódico La Doctrina de Martí, que dirigió en Nueva York su amigo Rafael Serra, con fecha 15 de enero de 1897, aparecen algunas claves sobre el origen de Patria.

De esas líneas se infiere que, aunque en la emigración existían otros órganos como El Yara y El Porvenir, ninguno trascendía ciertos límites ni estaba exento de visión personal y localista -o clasista- dentro del contexto de los emigrados, por tanto había consenso en el círculo más íntimo del autor de Abdala, acerca de la necesidad de un periódico político que los representase a todos.

Mas, el deseo no siempre se avenía con la realidad, por cuanto, como expresaba la citada nota: “Siempre que le hablábamos a Martí de la necesidad de fundar el periódico, nos decía: ‘Sí, hace falta un periódico, pero no para ser vendido, sino regalado a propios y extraños, a todo el mundo, a fin de que haga fácil la propaganda revolucionaria’ ”.

Sin embargo, al decir de Serra, no había recursos para tanta generosidad y “salíamos siempre derrotados”…; hasta un día que un grupo de amigos se reunieron para hablar de Cuba en la casa de Martí, le tendieron al Maestro una “emboscada” para abordar el tema del rotativo.

Allí, en presencia de Serra, Juan Fraga, Emilio Leal, Gonzalo de Quesada y alguno más, Federico Sánchez inició el ataque, que fue secundado por los otros, hasta que Martí cedió. El grupo se comprometió a reunirse de nuevo pasados varios días, luego de recaudar los fondos necesarios.

Menos de una semana después, aquellos hombres, quienes tocaron las más disímiles puertas, regresaron con dinero suficiente para que la idea de fundar Patria, un periódico doctrinal de alta escuela política, se concretara en papel y tinta. Sotero Figueroa fue, junto a Martí, uno de sus más entusiastas impulsores.

El 14 de marzo de 1892, menos de un mes antes de la constitución oficial del Partido Revolucionario Cubano (PRC), surgía a la palestra el periódico Patria para iniciar de inmediato su lucha incansable como un soldado más, pero omnisciente, por la manumisión de la isla esclava.

UNA ACLARACIÓN NECESARIA

Haciendo honor a la verdad y con la salvedad del factor económico, justo es decir que nadie precedió al Apóstol en su deseo de contar con un vocero propio de la revolución que organizaba. Así lo atestiguan algunas de sus expresiones durante los días en que cubría con pluma magistral, para medios de prensa del sur del continente, el Congreso Internacional en Washington.

La idea acerca de la necesidad del periódico la explicita Martí en varias cartas y en particular en una misiva fechada el 16 de noviembre de 1889, en la cual sale a flote el tema financiero: “Lo que me detiene es que ideas de esta dignidad no deben aparecer con pobreza ante el público, porque es dañarlas más que defenderlas, y no veo claro el modo de sacar el periódico a la luz con la frecuencia y holgura que en estos meses de combate son necesarias”.

Su preocupación es lógica, entre otras cosas, porque como él mismo expresa: «Solo quien sabe de periodismo, y de lo costoso del desinterés, puede estimar de veras la energía, la tenacidad, los sacrificios, la prudencia, la fuerza de carácter que revela la aparición de un diario honrado y libre».

PATRIA EN CAMPAÑA

Todo en el mundo empieza por un átomo en un primer instante. Así comenzó Patria aquel 14 de marzo, fruto de muchos esfuerzos, grandes y pequeños. Su primer director, José Martí, redactó el editorial programático “Nuestras ideas” y el artículo de fondo en que explicaba los objetivos de la publicación.

En aquel alumbramiento, Martí asumió igualmente, sueltos, anuncios y minutas, como para darle el impuso inicial a la criatura, en la cual aparecían también las Bases del PRC que nacería 26 días después.

Según Ramón Becali -Martí Corresponsal. La Habana, 1976- fueron los fundadores de Patria, junto a su mentor, Martí, los allegados Sotero Figueroa, Gonzalo de Quesada, Federico Sánchez, Rafael Serra y el doctor Ramón Luis Miranda, quienes, “aunque propiciaron su salida y ayudaron desde sus páginas a la divulgación de las doctrinas del PRC, no figuraban como redactores oficiales del mismo”.

En el machón del nuevo órgano aparecían solo como redactores algunos de sus promotores iniciales y otros que se sumaron a la empresa: Benjamín J. Guerra, Manuel Sanguily, Gonzalo de Quesada, Sotero Figueroa, Manuel de la Cruz y Tomás Estrada Palma.

La flecha estaba lanzada. Y hay pruebas más que suficientes de que dio en el blanco: «Nace este periódico, por la voluntad de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para contribuir sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico”.

Refiere la historia que Patria se despidió de sus lectores el 31 de diciembre de 1898, cumpliendo una circular del Delegado -sustituto- del Partido, Tomás Estrada Palma, de disolver instituciones que en tierras extranjeras bregaban por la libertad de Cuba.

Triste es que fuese don Tomás, uno de sus redactores fundadores, quien acabara con aquel guerrero de papel con tan fútil pretexto. El mismo que sin necesidad de tales artimañas decretó también la extinción del Gobierno en Armas y del Ejército Libertador cubano, organismos nacidos en la isla en plena guerra libertaria.

Pero a despecho del utilitario asilado de Sun Valley, ducho en la lengua de Shakespeare más que en la de Cervantes, la semilla sembrada por Patria germinaría en el corazón de sus compatriotas con alas de futuro. De ella surgió nuestra prensa revolucionaria.