El golpe de estado de Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952 concitó el rechazo de todo el pueblo. En Sancti Spíritus, la indignación popular fue encabezada por obreros y estudiantes.
En las primeras horas de la madrugada del lunes 10 de marzo de 1952, el exgeneral y expresidente Fulgencio Batista entró furtivamente en el Campamento Militar de Columbia, donde lo esperaba un grupo de complotados, para suprimir al gobierno de turno y las libertades civiles en la república, e instaurar una sangrienta dictadura que duraría siete años.
La noticia del madrugonazo batistiano cayó en Sancti Spíritus -y el resto del país- como el clásico balde de agua fría. De golpe y porrazo desaparecía la legalidad constitucional conquistada en aquella democracia sumamente imperfecta, pero que al menos permitía albergar alguna esperanza de cambios.
Las próximas elecciones quedaban suspendidas. El régimen corrupto de Carlos Prío ni siquiera había intentado defender su legitimidad a pesar de contar con el apoyo estudiantil y -en un primer momento- el de los mandos militares en Matanzas y Santiago de Cuba. Ahora, la oposición al régimen de facto sería cosa del pueblo…
Y el pueblo reaccionó con violencia. En Sancti Spíritus, las organizaciones del estudiantado revolucionario y otras de carácter cívico se manifestaron por distintas vías en contra del alevoso golpe cuartelario. El movimiento obrero, pese al entreguismo de Eusebio Mujal y compañía, se volcó a la lucha combinando las reivindicaciones económicas con las de carácter político.
Ese propio día se iniciaron huelgas obreras en los centrales Jatibonico (hoy Uruguay) y Escambray (en la jurisdicción de Fomento), mientras en Taguasco el sector tabacalero colapsaba momentáneamente en virtud del paro y en Trinidad miles de volantes contra el régimen caían sobre sus venerables edificaciones y calles centenarias.
Como un adelanto de lo que estaba por venir, en el Instituto de Segunda Enseñanza espirituano se produjo un sonado acto de repudio, en el cual conocidos líderes estudiantiles y obreros arengaron a los presentes contra Batista y su canallada de turno.
RECUERDOS DE UN PARTICIPANTE
Garelí Méndez, entonces activo dirigente estudiantil, recuerda que el propio 10 de marzo de 1952, día del madrugonazo batistiano, se sumó al movimiento de repudio al golpe y que esa propia tarde, mientras sus compañeros del quinto año de bachillerato iban en manifestación al cuartel del ejército, él leía en la emisora local un manifiesto de condena a la dictadura que se implantaba.
“Enseguida -apunta- empezaron las huelgas estudiantiles en Sancti Spíritus. Ya no pasó un día en que los revolucionarios espirituanos y en primer lugar los estudiantes, no hiciéramos alguna acción, por pequeña que fuera, para derribar aquel régimen tiránico que se mantuvo en el poder, hasta otra madrugada, pero la del primero de enero de 1959”.
Valeroso acto de los estudiantes y obreros espirituanos sin tomando en cuenta la hoja criminal de tantos homicidas y testaferros apoyando la inmoral dictadura actuando de secuaces de los vecinos del norte que aun hoy esta compuesta por apatridas terroristas bandoleros anti cubanos diseminados en la ciudad bananera de miami continuando su farsa en favor de imperialismo norteamericano con un abyecto objetivo de entregar la independencia nacional al imperio norteamericano desvergonzada idea de los cachorros de batistianos extremistas parece no recordar que JOSE MARTI lucho sin dar tregua ni cuartel por la liberacion de CUBA y por la cual hubo decidir morir en combate y que tanto el obrero y los estudiantes espirituanos comandados poco despues por el COMANDANTE EN JEFE expulsaron al dictador batista y sus basuras batistianas para la ciudad bananera de miami para siempre. Lazaro