«Ahorita hasta los Ladas llegan a Polo Viejo», bromeó Arnaldo Rodríguez, el presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) XXI Aniversario, para referir los beneficios que recibe, el único camino hasta el emblemático asentamiento de la serranía trinitaria.
Azotado primero por el huracán Dennis, en el 2005, y más recientemente por las intensas lluvias y las crecidas de mayo pasado, el vial había sido reducido a un trillo entre las rocas y el diente de perro, casi infranqueable hasta para los escuadrones de mulos que se encargan de acarrear el café y las restantes mercancías por toda la cordillera.
Tras el vendaval de este año —en apenas tres días cayeron en la zona más de 900 milímetros de lluvia—, la vía quedó intransitable.
Reconocido por la resistencia espartana que demostraron algunos de sus hijos el 25 de enero de 1963 al asalto por varias de las bandas de alzados que operaban en el Escambray, Polo Viejo pervive como pequeño caserío campesino en uno de los sitios más intrincados de la cordillera espirituana.
«No está terminado todavía pero ya al menos la guagua llega», dice Arnaldo Rodríguez, testigo de la transformación vial que viene ocurriendo en el lugar desde que el pasado 12 de septiembre las fuerzas de la Empresa de Desmonte y Construcción (EDESCON), del Ministerio de la Agricultura, comenzaran el trasiego de rocas.
Vecinos de la comunidad aseguran que trabajos como estos no se le realizaban al camino, ya casi desfiladero, desde hacía más de 20 años, cuando en 1990 el Ministerio de la Construcción destinara para allí una veintena de camiones y varios buldóceres que batallaron por cambiar la topografía, hasta que la llegada del periodo especial cambió los planes.
Las labores que ahora se ejecutan comprenden ensanchamiento de la vía, desde el entronque de la carretera de Limones Cantero hasta la misma localidad, limpieza y desbroce, perfilado de las cunetas y colocación de abundante relleno, todo lo cual viene convirtiendo al terraplén en una autopista de arcilla que mucho agradecen los lugareños obligados a transitar por él.
«Aquí el peor enemigo que hemos tenido es la lluvia», dice Camilo Cuba, el buldocero de la cuadrilla de EDESCON, precisado a «sacar de donde no hay» para rellenar todas las fisuras que dejó la corriente.
«Cuando llegamos era como ver el cauce de un río, donde lo mismo avanzabas cien metros en una jornada que se trabajaba cinco en un tramo muy pequeño», comenta.
Valorada en unos 432 mil pesos, la rehabilitación del camino a Polo Viejo requiere del movimiento de alrededor de 120 mil metros cúbicos de tierra y rocas, además de la ejecución de no pocos desagües para asegurar que la obra resulte duradera, un proyecto que se encuentra a punto de concluir y que pudiera sacar a la comunidad de esa suerte de aislamiento terrestre que ha padecido desde sus orígenes.
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