Escambray retoma fragmentos de la entrevista concedida a esta publicación en el 2008 por el abogado de Roberto González Sehwerert, quien formara parte del equipo de defensa de los Cinco, fallecido este 22 de junio, víctima de un cáncer.
“¿Cómo tú te sientes cuando miras por la ventana y ves tantos aviones?”, preguntó Roberto González a su hermano en una de sus visitas al Centro Federal de Detención de Miami, próximo al aeropuerto de esa ciudad.
“Chico, yo no miro por la ventana (…) este es mi mundo. Para mí la ventana no existe”, se apresuró en decirle René, mientras se pasaba la mano con parsimonia por la barbilla.
Roberto no se inmutó. Tantos años, colmados de tropiezos, alegrones y aventuras, había izado con su hermano en la niñez y la juventud, que a esa altura de la vida ninguna respuesta de René lo sorprendería.
En la memoria la bicicleta compartida, incluso en las visitas a las novias. René lo dejaba en el Cerro; a la vuelta de Alquízar lo recogía. En la memoria, ancladas también, aquellas tardes bañadas de mar. Juntos se llegaban al canto del beril. René se obsesionaba con una esponja y hasta que no la arrancaba no se marchaban. En la memoria, las noches y su hermano recitándole las listas de vuelos de aviación hasta la saciedad.
Jirones de historias. Itinerario de vidas que apenas se desencuentran en la distancia geográfica impuesta por un tribunal de Miami en 1998. Roberto, en La Habana; René, en la prisión de Edgefield, en Carolina del Sur, Estados Unidos. El primero, abogado; el segundo, piloto.
“Yo pensé ser médico en una ocasión. De hecho solicité esa carrera entre las primeras. Para mí hay dos cosas fundamentales, la salud y la libertad, y en ese sentido me inclinaba por la Medicina y el Derecho. Hace poco la vieja me dijo: ‘Si hubieras estudiado Medicina te mato’. La vida me puso en una coyuntura que era mejor ser abogado, porque gracias a eso he podido colaborar un poco en la defensa de los Cinco”.
¿Cómo resultó el golpe de la detención de René para la familia?
Ahí hubo una mezcla de cosas; al final de la historia, él se había robado un avión y se había ido años atrás, en 1990, de Cuba. Nunca pensamos que fuera un traidor. La formación de René con la traición no encajaba; no se justificaba que se fuera en momentos tan malos y dejara atrás a la familia. Había una etapa mala en el país y se suponía que había que afrontarla en familia. Nacimos en Estados Unidos, pero siempre fuimos educados en que en Cuba íbamos a vivir peor en el orden material que allá. Nunca nos interesó ese bienestar material, sino más bien el espíritu de solidaridad con que se vive aquí y la obra que se estaba haciendo en función del bienestar de todo el mundo. No nos jugaba un René cocinando allá con electricidad y la familia aquí buscando comida. Nos reservábamos esa opinión. El arresto nos confirmaba que no estábamos equivocados, y aunque sentimos un dolor muy grande, sentimos orgullo pues supimos que el hombre estaba haciendo algo útil por los demás.
Al ser hermano de René, ¿notó algún prejuicio, duda, por parte de la defensa de los Cinco cuando usted se sumó a ese equipo?
Ese no es el problema; es que te ven desde otra perspectiva, tú eres abogado de otro sistema de Derecho, realmente no estás preparado para hacerlo desde el primer día. Hay que prepararse para convencer a la otra persona y así tú opinión tenga algún valor. Tuve que aprender a leer el inglés, hoy todavía no me atrevo a hablarlo.
Estamos hablando de un equipo de defensa. Sí ha existido alguna discrepancia a la hora de adoptar una conducta a seguir; una de las características de la profesión de la abogacía es que hay que trazar estrategias comunes cuando tienes un caso de varios acusados y no todo el mundo ve las cosas igual desde un primer momento. En el caso de los Cinco el criterio inicial era mantenerlos unidos, porque esa era la voluntad de ellos. Una de las cosas que se fue logrando fue la unidad del equipo de defensa. Se llegó a conformar un buen equipo y se realizó un juicio coherente entre los cinco abogados. De haberse celebrado con un jurado que hubiera sido capaz de ver las evidencias los Cinco estuvieran en libertad.
¿Hasta dónde llegó la decepción de la defensa al conocer las sentencias?
Realmente el fallo del jurado ni a los Cinco ni a mí nos sorprendió. En Miami era muy difícil que hubiese un jurado que fuese capaz de no declararlos culpables. En el caso de Gerardo, cuando el jurado dijo: “Culpable de conspiración para cometer asesinato…”, su abogado se desplomó arriba del buró y tiró el bolígrafo. En ese momento Gerardo le puso la mano en el hombro y le dijo: “Estate tranquilo que estamos en Miami”. El abogado se sentía mal porque él había hecho un buen trabajo, había demostrado que Gerardo no tenía nada que ver con el derribo de las avionetas, había demostrado el carácter delictivo de la organización Hermanos al Rescate. Confió mucho en el sistema de justicia norteamericano, al cual creía infalible, y le explotó en la cara.
No podemos obviar que es la primera vez en la historia en que un individuo ha sido responsabilizado por la acción de un Estado soberano en defensa de su espacio aéreo. ¿Cómo entender que si no existen evidencias se condene a Gerardo Hernández por asesinato en primer grado?
Porque ahí lo que hacía falta era un culpable; la elección fue: vamos a buscar un culpable, una cabeza en la bandeja, y la cabeza que más cerca tenían era la de Gerardo. Él estaba monitoreando las actividades del grupo Hermanos al Rescate. Resultó una decisión eminentemente política que nada tiene que ver con la evidencia.
(…)
¿Qué no le sorprendería de la Justicia en Estados Unidos a Roberto acerca del caso de los antiterroristas cubanos?
Cualquier decisión que tomen la estoy esperando; no me sorprende nada de la Justicia de Estados Unidos en el caso de los Cinco.
(…)
El tiempo pasa, la juventud de estos hombres se marchitó en las cárceles. ¿Cómo se sobrelleva esta carrera contra el tiempo?
Ya la juventud se les fue; René tiene 50 años y no es que yo crea que sea un viejo, porque él físicamente se mantiene muy bien; pero, bueno, son 50 años, la juventud René se la dedicó a los demás, a Cuba. De todas maneras, ese tiempo de la forma en que los Cinco lo llevan lo han hecho un tiempo útil, ha sido un tiempo en que ellos han seguido luchando en otra trinchera; porque siguen interactuando con la humanidad. Ellos continúan siendo hombres útiles que, al fin y al cabo, es lo más importante de la existencia humana.
¿A qué se dedica René en estos momentos en la cárcel?
A estudiar, a leer mucho y a mantener su condición física. Él parte de una premisa, si sale más inteligente y más fuerte, ganó. La última vez que hablamos estaba corriendo 22 millas; ya las está haciendo en un tiempo aceptable. Físicamente está mejor que nunca y lee mucho.
¿Qué literatura?
Todo lo que le cae en las manos, últimamente se ha interesado mucho por la Economía, por la Historia Universal. Siempre ha sido un fanático por la lectura.
¿Satisfecho por el nivel de solidaridad que ha ido tomando la causa?
Todavía el caso de los Cinco no es tan conocido como debería ser. Se ha avanzado mucho; pero la satisfacción sería únicamente cuando estén aquí, en libertad. Mientras estén presos falta algo por hacer. Se ha avanzado, hay una gran diferencia entre el juicio de Miami, donde estábamos los Cinco y yo en la corte nada más, prácticamente, y la vista oral de Atlanta, el 20 de agosto de 2007, donde había 70 personas al lado tuyo, personas que vienen de varios lugares, de Europa, de Sudamérica… La última vista les abrió los ojos a esas personas que fueron y entendieron de lo que estábamos hablando.
¿Cómo no convertir en un eslogan la palabra VOLVERÁN?
Esa palabra hay que entenderla. Ellos no van a volver sólo porque Fidel lo dijo, Fidel no tiene la llave del calabozo. Hay que echar un poco atrás el tiempo y recordar otra frase de él: “El mundo los tiene que conocer” y, por eso, volverán. Él dijo: el mundo tiene que saber la injusticia que se está cometiendo, y esa es el alma de la frase. Es como cuando él entró a la cárcel de Isla de Pinos, sabía que iba a salir; pero tampoco tenía la llave del calabozo, lo saca un movimiento de opinión pública y a ese mismo recurso Fidel está apelando.
¿Cuánto ha alentado a la familia en esta lucha esos momentos con Fidel y su constante preocupación por el caso?
Cuando uno ha salido de esos encuentros, se queda con la convicción de que es un hombre comprometido con su amigo, es el compromiso de hombre a hombre, de compañero a compañero, de Comandante a soldado. Te vas con esa seguridad sin que él nunca haya utilizado una frase para alimentarte una esperanza; crearte una falsa expectativa, mucho menos. Han sido encuentros con los pies en la tierra. Desde que esto empezó se sabe que es una lucha larga, no ha existido engaño con eso.
En una ocasión dijo que los Cinco eran más guapos que él. Yo le dije: Difícil, y él me respondió: “No, yo sé lo que te estoy diciendo, esos muchachos han resistido sin que nadie los conozca; es muy duro que una persona que haga por los demás, los demás no sepan el sacrificio que está haciendo”. El sólo hecho que te diga todo eso, ya da la medida del valor que les da. Es como cuando se cayó Roberto Roque en el mar, en la travesía del Granma; hay que buscarlo y se sacó. Es un compromiso histórico como con los restos del Che, es el compromiso con el soldado que está herido, que está abandonado o preso y hay que ir a buscarlo.
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