Valorada en más de 20 millones de pesos, la subestación eléctrica de 220 kV que se ejecuta en la zona de Tuinucú constituye una obra estratégica para la provincia espirituana.
Para muchos especialistas el futuro desarrollo económico de la provincia espirituana se decide en una explanada de poco más de 26 000 metros cuadrados de terreno, ubicada en un antiguo cañaveral del central Melanio Hernández, a un costado de la comunidad de Tuinucú.
Desde abril del pasado año en esos predios se construye la subestación de 220 kV que para mediados del 2013 debe abastecer de energía eléctrica a la provincia de Sancti Spíritus que todavía no dispone de este servicio, al igual que Las Tunas y Guantánamo.
La idea de dotar al territorio de dicho beneficio viene aplazándose desde hace más de dos décadas: a principios de los 90 se frustró un proyecto soviético a raíz de la caída del campo socialista; tiempo después hizo mella la falta de créditos para la adquisición de los equipos y finalmente, en el 2003, fue relegada por la prioridad concedida a otros frentes socioeconómicos de la nación.
Con equipamiento chino, considerada como la más moderna y única de su tipo en el país, la subestación que ahora se levanta en Tuinucú está valorada en 20,4 millones de pesos (moneda total) y según los expertos constituye un frente determinante para la estabilidad energética de la región.
Diseñada por INEL (Empresa de Ingeniería y Proyecto de la Electricidad), del MINBAS, la subestación será suficiente para abastecer a todos los municipios de la provincia con excepción de Trinidad, que seguirá siendo alimentada por la zona sur a través de Cienfuegos.
MANOS A LA OBRA
“A veces tiras uno y cae ‘janiao’, pero en otros te metes dos horas y no das pie con bola”, se lamenta Iván Yera, un ejecutor villaclareño que labora en la colocación, grúa mediante, de los pesados pedestales de concreto que luego soportarán el equipamiento técnico.
Más de 650 de estas bases, algunas prefabricadas y otras fundidas in situ, están siendo cuidadosamente colocadas por fuerzas de la Empresa Constructora de la Industria Eléctrica (ECIE) tanto en el patio de 220 como en el de 110 kV en un ritual que, según ilustran los montadores, lleva tanta precisión como una cirugía.
“Atrás de nosotros vienen todos los constructores”, sostiene Julio Luis García, el jefe de la cuadrilla de la Empresa Nacional de Proyectos Agropecuarios, encargada como ellos mismos dicen de “llevar los ejes de la obra” mediante un complicado trabajo de topografía y un posterior control de lo ejecutado.
“Lo más adelantado de todo es el patio de 220 kV -explica Sara Zamora, la ejecutora de la subestación-, donde ya se encuentran colocadas todas las bases para estructuras de portales de líneas y el 90 por ciento de la cimentación para los equipos”.
Fuerzas combinadas de Villa Clara y Ciego de Ávila trabajan también en el ensamblaje de las estructuras metálicas, en el patio de 110 kV y en la ejecución del área de transformadores, mientras se prevé la incorporación de brigadas de otras provincias en dependencia de lo que vaya demandando la obra.
UN PROYECTO INDISPENSABLE
Aunque surcada por más de 150 kilómetros de líneas de alta tensión (220 kV), Sancti Spíritus se sirve hasta los días de hoy de una vieja subestación de 110 kV, ubicada también en la zona de Tuinucú, que depende a su vez de la tributación desde Santa Clara y Vicente, esta última en Ciego de Ávila.
“Son líneas de palo”, argumentan algunos eléctricos para dar a entender las limitaciones de la actual infraestructura, que mantiene al territorio como una suerte de isla mal abastecida en medio del país, toda vez que la arcaica subplanta literalmente no puede con lo que demanda la provincia.
Según el ingeniero Carlos Lorenzo Ceja, inversionista principal, tal realidad pudiera transfigurarse a partir del segundo trimestre del 2013, cuando se estima concluir la inversión, hoy aproximadamente al 40 por ciento de la ejecución civil y con adelantos en algunos frentes del montaje.
Un estudio de factibilidad de la ECIE establece que dotar a Sancti Spíritus de una nueva subestación de 220 kV significa en la práctica disminuir la transferencia por líneas de 110 kV, única opción hoy; reducir las pérdidas a través de la transformación directa local, y asegurar mayor confiabilidad en la zona central del país, lo que equivale a incrementar aquí la calidad del servicio eléctrico.
Basta solo un ejemplo para comprender la importancia del proyecto: el pasado año cinco de las nueve afectaciones que ocurrieron en las líneas alimentadoras de la provincia -Vicente y Santa Clara- perjudicaron al 85 por ciento del total de los consumidores espirituanos.
El empeño de levantar y sincronizar la nueva subestación también permitirá mejorar la capacidad de maniobra del sistema y garantizar valores de voltaje dentro de los parámetros establecidos en lo que hoy se considera el nodo más débil de la región central, además de potenciar y ordenar la distribución en el territorio, que a partir de entonces, obviamente, dejaría de ser la Cenicienta de Cuba en materia energética.
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