El próximo 16 de diciembre el chavismo tratará de mantener su paso ganador en las elecciones para gobernadores y diputados de los estados.
Después del triunfo inobjetable del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías en las elecciones del pasado 7 de octubre, la Venezuela bolivariana enfrenta otro reto mayúsculo con los comicios regionales para elegir los 23 gobernadores de otros tantos estados -pues Caracas metropolitana no tendrá que celebrarlos-, así como 260 diputados de los congresos locales.
Y aunque el mandatario resultó triunfador en 22 de los 24 territorios que conforman la nación, indicios y tendencias desempeñarán su papel en esa nueva cita en las urnas, donde factores de la más diversa índole podrán influir en un sentido o en otro a la hora de sumar o perder votos, de añadir o restar voluntades.
Chávez, al parecer, no ha perdido tiempo. Así lo indica la reestructuración de su gabinete, donde entre los cambios más significativos figura la sustitución del vicepresidente Elías Jaua por el canciller Nicolas Maduro -quien conserva su cargo original-, ya que el primero optará por la gobernación del estratégico estado de Miranda.
Para el Presidente, que también ganó en Zulia, tradicional baluarte de la oposición, es importante situar en las candidaturas de los estados a dirigentes probados, con prestigio incluso a nivel nacional, que tengan reales posibilidades de triunfo, ante un hecho negativo que ha restado no poca fuerza política al oficialismo, y este es la ineptitud o corrupción de algunos de los representantes del oficialismo a los distintos niveles.
Se ha vuelto recurrente la expresión de que Cuba tiene a la oposición en Miami, pero Venezuela la tiene dentro, mayormente en Caracas, sede central de la vapuleada oligarquía. Empero, ello no niega que esa casta privilegiada posee fuerza notable en otros territorios, como el Táchira, Sucre y Nueva Esparta, entre otros, donde la mala gestión previa de dirigentes chavistas le restó influencia y simpatías al Gobierno.
Como expresa el analista Jaime Jiménez en el medio digital
La Pluma -11 de octubre de 2012-, “la burguesía venezolana sigue en el poder. Ha perdido sí el control de los principales órganos de dirección del Estado, instrumento clave para conservarse como clase, pero en las otras esferas de la vida social y política siguen demostrando la capacidad que tienen como grupo social a la hora de defender sus intereses”.
Y esa oligarquía, vencida junto a sus tutores internacionales el pasado 7 de octubre, se desvive por lograr la revancha. Ellos, los partidos y movimientos opositores agrupados en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), están dispuestos a no desaprovechar la oportunidad de explotar los puntos más vulnerables del proyecto bolivariano; a saber, la corrupción administrativa y la inseguridad ciudadana.
Tantas esperanzas han depositado en estos factores deficientes, que con su propaganda masiva han logrado opacar un tanto la obra indiscutible del Gobierno en cuanto a la reducción de la pobreza, el aumento del nivel de vida, el mejoramiento sustantivo de los índices de salud, educación y cultura, los avances en la construcción de viviendas, etc.
Porque es un hecho que si en el 2001, a solo dos años del arribo de Chávez a la presidencia, se reportaron en todo el país 7 960 asesinatos, en el 2010 la cifra se elevó a 13 080 y en el 2011 alcanzó el tope de 19 336, lo que representa una tasa de 60 por cada 100 000 habitantes, cuando la ONU considera que ya existe epidemia con solo 10 por 100 000.
Pero es que además se mantiene un elevado número de hurtos, extorsiones, secuestros, contrabando y sobornos. Y la gente se pregunta: ¿Dónde están los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado?
Válido es decir que uno de los mayores problemas de Venezuela en el enfrentamiento a las conductas delictivas lo heredó de la IV República, y es la estructura descentralizada de la Policía, que durante mucho tiempo ha sido estadual, local y muchas veces responde a caudillos y mafiosos en determinados lugares.
Todos estos factores, indican analistas, explican la tendencia al alza de la MUD en las recientes elecciones venezolanas, pues en relación con las del 2006 el oficialismo subió algo más de 800 000 votos, pero la oposición creció en más de 2 millones. Cierto que a la batalla electoral del 7 de octubre la oligarquía fue unida en torno a una sola candidatura: la de Henrique Capriles Radonski, y contó con el dinero y el baraje mediático de actores foráneos.
Pero, mírese como se mire, son indicios y tendencias que prenden la luz roja de alarma y se impone contrarrestarlos. La Revolución bolivariana necesita, como el aire, un nuevo y contundente triunfo, pues las bases del poder del estado no radican únicamente en el gobierno central en Caracas, sino que descansan en todo el territorio, donde cada estado es una célula base y no se puede hacer llegar a cada población los beneficios del proyecto chavista allí donde gobierne un opositor, que equivale, en la práctica, a un quinta columnista, a un caballo de Troya.
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