Hasta dónde van a torpedear las oligarquías latinoamericanas el proceso integrador en este continente, es algo que aún está por ver en esta parte del mundo donde hoy está en juego el nacimiento de una unión de repúblicas hermanas que haría realidad los sueños de Simón Bolívar y José Martí.
Lo que sí es un hecho es que fueron esos grupos de poder nativos los que hace dos siglos y con la ayuda de potencias foráneas echaron por tierra los esfuerzos unionistas de Simón Bolívar y ahora amenazan con hacer otro tanto llevados por su egoísmo reaccionario, su vocación apátrida y estrechez de miras.
El último capítulo en los intentos oligárquicos por frenar esa integración se manifestó en Montevideo, Uruguay, en ocasión de celebrarse allí la 42 Cumbre de Jefes de Estado del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), cuando el veto del senado paraguayo impidió una vez más el ingreso oficial de Venezuela como miembro pleno del bloque.
De esta manera, Caracas no acaba de concretar su aspiración, hecha el 4 de julio del 2006, cuando suscribió el protocolo de adhesión oficial, el cual debía recibir el visto bueno de todos los parlamentos de las naciones integrantes y que obtuvo sin dificultades la aprobación de los congresos de Argentina y Uruguay, no así el de Brasil, que solo lo ratificó en diciembre del 2009, quedando pendiente de hacerlo el parlamento guaraní.
Quizá lo más sorprendente en esa negativa han sido los pretextos empleados por los senadores derechistas, mayoritarios dentro del congreso paraguayo, pues estos han esgrimido una supuesta falta de democracia en Venezuela, el país de este continente donde se ha realizado el mayor número de elecciones en los últimos 12 años.
Esta denegación mantiene a Venezuela, en la condición de Estado Asociado, como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Quizá como consuelo le queda a Caracas mantener el estatus de estado “en proceso de incorporación”, al que se ha sumado Ecuador, que acaba de presentar su petición formal de ingreso.
Más allá de los citados argumentos, salta a la vista el empecinamiento de los senadores paraguayos, que llegaron a amenazar al Presidente Fernando Lugo cuando se disponía a viajar a Montevideo de que si aceptaba la incorporación de Venezuela, de espaldas a la voluntad de esos legisladores, sería sometido a un juicio político.
¿Y quiénes son esos señores o a quiénes representan? No hay que olvidar que la mayoría pertenecen al viejo Partido Colorado, el mismísimo que el 11 de julio de 1954 aupó al poder dictatorial al general Alfredo Stroessner, descendiente de alemanes y simpatizante de los nazis, quien mantuvo sumido en la pobreza y la miseria al pueblo de su país y se prestó a todo tipo de bajezas y agresiones contra Cuba en complicidad con los EE.UU.
El mismo dictador que junto a su clan familiar y colaboradores desfalcó millones de las exhaustas arcas del tesoro nacional y se confabuló con las otras dictaduras militares del cono sur para establecer el tristemente célebre Plan Cóndor, una internacional del crimen que eliminó a los más valiosos exponentes de la juventud de Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Uruguay y el propio Paraguay. Recordar si no Los archivos del terror, de M. Almada.
Bonito pasado el de esos legisladores y sus papás ladrones y asesinos. Demócratas ejemplares que luego del derrocamiento de Stroessner en febrero de 1989 por su pariente, el general Andrés Rodríguez, también coloradito, quien impulsó una constitución con visos democráticos, dejó el poder en manos de Juan Carlos Wasmosy, del propio partido de potentados y terratenientes.
Tan “democráticos”, que luego se enzarzaron en luchas intestinas con nuevos intentos de golpes de estado a cargo del general retirado Lino Oviedo con apoyo de un ala del coloradismo y de otros sectores. Luego vino Raúl Cubas, hasta producirse el 23 de marzo de 1999 el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, de lo que se acusó a Cubas y Oviedo…
La trifulca concluyó con la renuncia de Cubas, amenazado de destitución por el Congreso y la huida apresurada de este y del golpista Oviedo hacia Brasil y Argentina, respectivamente. Asume entonces la presidencia Luis González Macchi con un gobierno de unidad nacional en el cual viejos funcionarios de Stroessner fueron mayoría junto a integrantes de otros partidos, con lo que la oposición solo logró llegar a un poder compartido 10 años después de liquidada la dictadura.
La vocación democrática de estos señores, que amenazaron también con sacar al Paraguay del MERCOSUR del que, dicen, han obtenido muy poco, ignora que la Venezuela de Chávez multiplicó el comercio mutuo de 20 a más de 600 millones de dólares y junto con Cuba asiste al país guaraní en múltiples áreas del desarrollo social. Debían saber que la ingratitud, la mentira y la cizaña clasifican también como pecados de lesa política.
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