¿Por qué no ganan los espirituanos?

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A los espirituanos, los atletas digo, nos cuesta trabajo ganar; al menos, en las competiciones cumbres. Lo dicen la historia y las estadísticas. Aparte de los títulos logrados por varios peloteros y la voleibolista Taimaris Agüero, los anales olímpicos no recogen ningún campeón yayabero en disciplinas individuales.

Desde que el yudoca Rafael Rodríguez Carbonell abriera el medallero de Sancti Spíritus bajo los aros de Moscú 80, su presea de plata pareció marcar el “maleficio”, no obstante el peso y el valor de cualquier metal a ese nivel. A partir de ahí lo más alto del podio nos fue esquivo e, incluso, el sitial completo; un subtítulo del boxeador Judel Jhonson y los bronces del triplista Yoelbi Quesada  y la tiradora Eglys Cruz apenas se registran de allá hasta hoy.

¿Las razones? Por el sorteo, los nervios, el árbitro, el rival… La diferencia entre un título u otra medalla es de una milésima o un golpe. Algo parecido sucede con los campeones mundiales. En más de 50 años del deporte revolucionario muy pocos han tenido ese privilegio, entre las excepciones, Yumari González, doble titular a ese nivel y juvenil y doble subtitular, y el triplista Yoelbi Quesada en 1997. En la lista se cuentan, además, las preseas del canoísta Serguey Torres, el propio Jhonson y la yudoca Regla Leyén Zulueta.

Hacia dentro, los ejemplos sobran, sobre todo en los deportes colectivos. Aunque los Gallos enseñan el rostro más visible y reiterado, no son los únicos con la etiqueta. Fuera del título obtenido por ellos en 1979 y los cinco del softbol —ganó también cinco platas y tres bronces—, ningún otro equipo ha saboreado el éxito máximo. La diferencia entre una medalla y “un buen lugar” es un gol, una canasta, un out o un inning, como aconteció en la pasada Serie Nacional de Béisbol, y que desde la óptica de Ismel Jiménez, nuestro principal lanzador, puede explicarse porque “la concentración se pierde, por los problemas personales, pensamientos negativos; pero no pienso que sea por la presión”. ¿Casualidad o coincidencia? ¿Fatalismo “identitario”? ¿Ubicación geográfica? Escambray sube a la cuerda floja y busca no caerse.

PSICÓLOGOS, ¿LOS CULPABLES?

A la hora de señalar culpables, los psicólogos aparecen con más de una cruz. A Carlos González, quien acompañó a los Gallos este año, le sobran argumentos: “No creo que el elemento psicológico determine. Mundialmente el deporte está muy equilibrado, pero hay algo que está definiendo: la ciencia; aquí creo que nos está faltando ese plus que aporta la psicología en el momento de enfrentar la exigencia de una competencia. Desde pequeño hay que motivar al atleta por el éxito, pero no en lo superficial, es decir, desde metas que no están a su alcance. A veces en las captaciones solo se ve lo físico, que es fundamental; sin embargo, después te das cuenta de que no está motivado y no se esfuerza al máximo”.

Yuneski Vergara, jefe del Departamento de Psicología Deportiva, asume la “defensa” de los 14 integrantes de su ejército: “Antes éramos como asesores, ahora somos parte del colectivo de cada deporte, y se tiene en cuenta nuestro trabajo, nos toca demostrar que somos importantes”.

Algunos apuestan por la “bondad” de los que habitan esta tierra. Otros piensan en la predestinación como Clemente Figueroa, un aficionado que sigue cualquier deporte: “Uno hasta espera que pierdan. ¿Cuál fue la única yudoca que perdió el oro en los Panamericanos? La nuestra, es genético”.

Con la experiencia de años entre deportistas, el doctor Ricardo Negrín Marrero, receta: “No creo que exista ninguna predisposición genética, ni he leído nada sobre ningún árbol genealógico, ningún cromosoma identificado con que sea ganador o perdedor; depende de la psicología. No se puede ser conformista, ni reír cuando se pierde, y lo he visto en varios de nuestros equipos, sobre todo en los de béisbol desde las categorías inferiores. He visto que luego de sufrir una derrota costosa han salido al terreno como si no hubiera sucedido nada. Llorar es también de hombre”, sostiene Negrín.

¿Qué distingue a quienes han roto el maleficio? ¿Es Yumari González una sobrenatural? Jorge Carlos Hernández, el hombre que le ayudó en sus primeros pedalazos en su Neiva natal, responde: “Son la perseverancia y el deseo de llegar a esos niveles. Ella no es hiperactiva, no tiene una personalidad colérica, sanguínea, es más bien pasiva, flemática; sin embargo, se concentra en su objetivo. En dependencia de las características de la persona, se le cambia el tono de voz, la exigencia; pero la persona tiene que hacer todo para lograrlo”.

Integrante del emblemático equipo de softbol, Héctor Huelga desentraña las claves de su éxito: “Éramos una familia; todo el mundo halaba parejo, y nos inculcaron la mentalidad ganadora. Había un Quintero, un Redelio, ambos del Cuba, que te daban una cabilla; tenían un liderazgo positivo; un René Díaz que era defensivo, pero daba un jonrón. Hemos tenido atletas con esa estirpe, mi padre. Hoy tenemos otros de calidad, pero hay que encontrar el escalón que nos falta”, destaca Huelga.

EL CORAZÓN SE FORJA DESDE LA BASE

Sancti Spíritus ha tenido buenas promociones a los centros nacionales; varios deportistas han sido medallistas y campeones en las categorías de cadete, juvenil; mas, no todos cuajan. Una de las disciplinas más aportadoras ha sido el atletismo. Juan Miguel Arrechea, comisionado provincial, ofrece su visión: “El entrenador define en la preparación técnico-táctica, la psicológica; pero, en el círculo de espera o la arrancada, decide el atleta. Un martillista llegó a los juegos con una marca que le ganaba a los mayores y cometió tres fouls; otros les ganan a las primeras figuras del nacional, pero a la hora de dar el paso, viene otro juvenil y le gana”.

Pero sí se ha enraizado con peligro fuera de la competencia. Desde parte de la afición que acepta y aplaude porque “lo dieron todo”, hasta otros que se conforman con el esfuerzo.

Por su responsabilidad al frente de la EIDE Lino Salabarría, Lázaro  Díaz Martín no elude el encargo. “Nos falta potenciar valores típicos del deporte: valentía, firmeza, combatividad. Hay formas pedagógicas, vías didácticas que contribuyen a inculcar eso; no solo en la EIDE, sino en los combinados deportivos. El pasado año al momento de despedir a los atletas para los Juegos Escolares, lo veíamos: un boxeador que aspire a un octavo lugar, ya perdió sin combatir; sin embargo, los de natación tienen otra mentalidad, y llevan dos años en el segundo lugar.

“En las evaluaciones no puede darse un MB a un técnico que obtuvo el lugar 14 igual que a uno que alcanzó el primer o segundo puestos. Que los mejores atletas de varios deportes fueran espirituanos vale más que el quinto lugar por medallas logrado en los pasados Juegos; eso les enseña que pueden ser mejores que habaneros, santiagueros… También las estructuras de dirección se han acostumbrado a que estamos bien; si hablamos de aspirar, nos han criticado”, subraya Lázaro  Díaz.

Heriberto Moreno, director del INDER en la provincia desde 1976, no esconde su optimismo: “No nos hemos cruzado de brazos. El papel nuestro es poner el deporte allí arriba; la actuación internacional de Sancti Spíritus ha sido buena, o sea, hay eficiencia. Hay que seguir trabajando; no nos podemos equivocar en las edades tempranas. El futuro debe ser mejor”.

Por la cuerda de las identidades y la idiosincrasia llegamos a la sociología. ¿Qué tanto se parecen nuestros atletas a su Sancti Spíritus? El doctor José Neira asume el riesgo: “No creo en eso de la identidad espirituana, más bien en la idiosincrasia lugareña que es otra cosa; es como tú te formas, con una cierta parsimonia de vida, una dosis flemática de convivencia. No lo he estudiado, pero probablemente haya alguna razón en el imaginario social. La idea de cambio que la gente tiene, esa va mucho más lenta aquí, algo que puede estar influyendo en la idea de cambiar esa parsimonia frente a otras lógicas de pensamiento como la de un Oriente mucho más caribeño, más agresivo. La gente tiene que reconocer primero qué cambio quiere hacer; hay que ver de dónde provienen los muchachos, a qué aspiran. Habría que preguntarles a las grandes estrellas de la pelota ¿dónde se querían ver hace 10 años atrás?, y quizás lo alcanzaron: estar en el Cuba, y eso no tiene que ver con Sancti Spíritus. ¿Es hora de darles la oportunidad a los que sueñan verse en su lugar dentro de ese tiempo? Habrá que pensarlo”.

Pensarlo y actuar rápido. Río de Janeiro está a la vista como otros compromisos intermedios, cuando Cuba se debate entre la pérdida de su liderazgo deportivo y la defensa de sus valores. En esa cuerda, ¿será posible que Sancti Spíritus más que definir por qué no gana a la hora clave, responda con medallas y campeones? ¿Usted tiene la respuesta?