La renuncia del papa Benedicto XVI es una gran sorpresa y, al mismo tiempo una invaluable lección de humildad, afirmó el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana.
El Santo Padre rompe una vez más los patrones y no teme anunciar al mundo que está débil y cansado para continuar la gran responsabilidad de gobernar la Iglesia Católica, subraya un comunicado divulgado por el Arzobispado de La Habana.
«Solo un gran amor a Jesucristo, a su Iglesia, y una gran humildad, pueden impulsar un paso semejante», señala la nota.
Los católicos cubanos, y creo que todo el pueblo, lo recordamos con cariño por su decisión de visitarnos en una ocasión tan especial para la historia de nuestra Iglesia y de nuestra Patria. Lo recordaremos también por la valentía de este acto de renuncia al ministerio petrino, prueba de su fe en la Divina Providencia», concluye el comunicado.
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