Académicos de todo el mundo inician esta semana en Washington el XXXI Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, por sus siglas en inglés) enfocados en el debate sobre un posible nuevo contrato social en la región.
Con más de siete mil miembros (45 por ciento residente fuera de Estados Unidos), la organización centrará del 29 de mayo al 1 de junio los análisis de expertos de diversas disciplinas en la posibilidad de mantener los avances logrados en la región en años recientes.
La convocatoria al encuentro reconoce que los gobiernos de izquierda que llegaron al poder implementaron reformas para mejorar la calidad de vida de los marginados, elevaron los salarios mínimos, establecieron programas de asistencia social y proporcionaron cobertura médica universal.
La pregunta puesta en la mesa a los estudiosos es si continuara esa tendencia o es reversible en caso que disminuya el ritmo de crecimiento.
¿Están los grupos privilegiados aceptando estos cambios como necesarios para incrementar el desarrollo y los gobiernos desarrollan estrategias económicas que mejoren el potencial productivo de sus sociedades?, son algunas interrogantes expuestas por los organizadores.
El ejercicio académico este año se propone abordar como los cambios influyen en la conciencia social y la cultura popular, así como en el acceso a los medios tecnológicos o los medios de difusión.
La posible aparición de nuevos circuitos y pasajes de expresión cultural de la movilización política de grupos que antes estaban marginados, su adaptación a la literatura, las artes y la historiografía, se incluyen en el amplio programa de cerca de 900 exposiciones y talleres.
Con diversos puntos de vista, es predecible que los participantes no lleguen a una respuesta unánime sobre el alcance de los cambios en latinoamericano en toda sus dimensiones históricas, económicas, sociales, políticas y culturales.
El criterio mayoritario, reflejado en la propuesta puesta a debate por la dirección de la LASA es que en la primera década del siglo XXI, la desigualdad entre los ingresos se ha reducido substancialmente en los países de América Latina.
De acuerdo con esta valoración, es la primera vez que la desigualdad ha disminuido en una proporción y magnitud significativa desde que la región cuenta estadísticas confiables de la distribución de ingresos.
El reto de Latinoamérica ahora es convertir en irreversible las tendencias positivas de los últimos años, dadas básicamente por los gobiernos populares en el poder, opción que centrará el ejercicio de los académicos en Washington.
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