Las Plenarias Obrera y Campesina organizadas en Juan Francisco por Camilo constituyeron el alba de la unión de los trabajadores más humildes en esta región.
Lo que ocurrió los días 28 y 29 de noviembre de 1958 en el campamento rebelde de Juan Francisco parecía algo irreal —narran testigos— con la presencia de cientos de delegados de los centrales del norte de la antigua provincia de Las Villas, para participar en las Plenarias Obrera y Campesina organizadas por decisión del Comandante Camilo Cienfuegos en plena guerra revolucionaria contra la dictadura de Batista.
Irreal, porque aquello era prácticamente un congreso reducido del Sindicato Nacional de los Trabajadores del Azúcar (SNTA) por el número de asistentes y los puntos a tratar, porque allí predominaba el tema azucarero por ser trabajadores industriales, pequeños colonos, aparceros, precaristas y jornaleros del sector la inmensa mayoría de los asistentes.
Temprano en la mañana del 28 de noviembre se inició la Plenaria Azucarera en el monte de Juan Francisco con una asistencia de 724 delegados de los centrales San Agustín, San Pablo, Adela, Fe, Reforma, Nela, Vitoria y Narcisa, y también asistieron obreros de Jarahueca, Meneses y Placetas (Historia de Yaguajay, p. 124).
En la reunión se abordaron siete aspectos básicos que incluían la eliminación de los mujalistas de los cargos de dirección que usurpaban en las directivas obreras de los centrales y colonias, y organizar un ejecutivo que se encargaría de elegir democráticamente a los dirigentes obreros.
Se acordó también exigir la reposición de los trabajadores separados de sus puestos debido a su condición de luchadores por el pago del jornal mínimo, restituir los atrasos de la patronal en la retribución salarial a los obreros del sector, y se estableció asimismo la instauración de la reforma agraria promulgada por Fidel en la Sierra Maestra y ya vigente en amplios territorios de la antigua provincia de Oriente.
Si algo tuvieron que lamentar los asistentes, fue la ausencia del Comandante Camilo Cienfuegos, con quien todos querían compartir, pero el querido jefe guerrillero había tenido que marchar el 25 de noviembre junto a Félix Torres y otros compañeros a la zona del Frente de Las Villas porque la ofensiva de grandes contingentes de la tiranía contra las tropas del Che en la zona de El Pedrero, reclamó su presencia en el combate.
El 29 de noviembre se celebró también en Juan Francisco la que se llamó Asamblea Regional Campesina y contó con la presencia de unos 300 hombres del campo. Allí quedó constituida la Asociación Campesina de Bamburanao, que recibió la misión de reorganizar el movimiento campesino en toda la zona rebelde, fruto de lo cual pronto surgieron otras siete asociaciones de base en el Frente Norte.
ANTECEDENTES: LO QUE ENCONTRÓ CAMILO
Cuando el hombre del sombrero alón llegó a la zona norte de la antigua provincia de Las Villas, el desalojo, las amenazas y los atropellos de los patronos apoyados por la Guardia Rural, estaban a la orden del día. El Sindicato que los representaba “legalmente”, integrado por la camarilla mujalista trataba de persuadir al campesinado para que aceptara mansamente las abusivas condiciones impuestas por los terratenientes…
Sin embargo, era poco lo que pedían en sus demandas más frecuentes los asalariados de la zona: un mínimo decente en el pago de los jornales, trabajo garantizado durante el tiempo muerto y pago en dinero nacional y no con vales, que solo permitían comprar en las tiendas de los dueños de
las colonias donde trabajaban como esclavos.
Entretanto, las denuncias de los desmanes cometidos por los geófagos del lugar y sus acólitos crecían por día en los campamentos rebeldes para que Camilo y sus hombres dieran solución a estos problemas. Ante ello, el jefe insurrecto no permaneció impasible pues era enemigo acérrimo de la injusticia y comprendía perfectamente la importancia que para la lucha armada tenía la organización de obreros y campesinos en alianza estrecha con el Ejército Rebelde.
Sobre el tema, en carta dirigida a Fidel con fecha del 19 de noviembre de 1958, Camilo le informa: “Hoy tuvimos la primera reunión con los trabajadores azucareros. Más de 250 vinieron al campamento, dentro de poco los obreros de los cinco centrales en nuestro perímetro militar Adela-Nela-San Agustín-Vitoria y Narcisa estarán debidamente organizados, y lo haremos con todos los de la costa”.
Y más adelante expresa: “Cuando hablé a los azucareros, sentí una de las grandes emociones de estos años de lucha. Esos hombres vivieron por horas verdaderamente libres, exponiendo sus ideas, hablando con una sinceridad que hacía temblar a hombres que nunca lo habían hecho, por difíciles situaciones o combates. Estos hombres ven en la Revolución, en el 26 de Julio, la salvación, el futuro brillante para Cuba”.
Y agrega con esa inmarcesible resolución propia de los espíritus aventajados: “Esos hombres que hoy, subidos en una piedra como tribuna, como local sindical en el monte libre, hablaron como no lo hacían en muchos años, gritaron a todo pulmón sus sufrimientos, sus necesidades. Por resolverlas haremos nuestro mayor esfuerzo, hoy y mañana”.
En esta reunión a que se refiere Camilo, celebrada en Alicante, se plantearon las demandas fundamentales de los obreros agrícolas, entre ellas la apertura de los caminos que se encontraban clausurados con puertas y candados y a los que solo tenían acceso los patronos, los mayorales, la Guardia Rural y los directivos de la compañía yanqui.
Y en aquella improvisada tribuna, el guerrillero de la Sierra redactó un decreto que establecía que antes de las 72 horas no quedara un solo candado cerrado en los ámbitos del Frente Norte, y fue así que antes de los tres días, la disposición ya era ley cumplida. Este fue el origen de la decisión de convocar para el 28 y 29 de noviembre las Plenarias Obrero y Campesina de Juan Francisco. Esa es la historia, y a ella rendimos tributo.
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