Mejoras en los sistemas hidráulicos y una mayor eficiencia se unen a favor de la producción en Sur del Jíbaro.
Escambray no pregona una receta de cocina; solo se acerca a otra expresión de la producción arrocera que ilustra el empeño puesto en el territorio para corresponder a un reclamo esencial de la economía cubana: elevar la entrega del cereal ajustándose a las normas de consumo de agua, acápite recogido con particular énfasis en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Si hasta hace pocos años la empresa arrocera Sur del Jíbaro era una alta consumidora de líquido, capaz de utilizar en un ciclo de producción casi todo el volumen de la presa Zaza, aquel mal uso de agua es hoy un capítulo que va quedando en las memorias humanas y los archivos de prensa, pues a esta altura del 2013 los índices de consumo reflejan gastos muy diferentes.
“Años atrás llegamos a utilizar más de 28 000 metros cúbicos de agua por hectárea; actualmente empleamos entre 16 000 y 17 000 metros cúbicos nos ajustamos a la norma planificada”, revela Orlando Linares, director de la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro.
Tal disminución no es obra de la casualidad, sino fruto del trabajo acometido en la red hidráulica de la arrocera de La Sierpe con acciones en la limpieza de canales, la recuperación de obras y la reparación o sustitución de los hidromecanismos.
“En ese resultado mucho ha incidido el hombre porque hoy los productores tienen más cultura del ahorro —subraya Dixan Rabelo, especialista principal de la Unidad Empresarial de Base Sur del Jíbaro, perteneciente a Recursos Hidráulicos— Antes repercutía la ineficiencia de los sistemas y el mal trabajo; ahora el agua es un recurso balanceado y controlado como si fuera petróleo, falta mejorar la organización y los sistemas de trabajo”.
Según el especialista, además de respetar el plan de agua aprobado, contribuye también que en la arrocera se ha ganado en eficiencia y funciona un monitoreo semanal a la entrega, se analizan los índices de consumo por unidades productivas y, ante cualquier sobregiro que se presente, se toman decisiones a tiempo.
Una medida puesta en práctica a escala de terreno revela que una vez utilizada el agua en el campo delantero, no se desperdicia, se usa en las terrazas de atrás; manejo muy diferente al de otros tiempos en que Sur del Jíbaro se ganó el apelativo de dragón.
Si tomamos como referencia la cosecha actual, que planifica más de 122 000 toneladas de arroz húmedo, puede apreciarse que prácticamente la producción duplica a la de aquellos años en que la contienda se tragaba a la presa Zaza; en cambio, atenerse al gasto de agua planificado representa, comparado con aquellos tiempos, la disminución de unos 10 000 metros cúbicos por hectárea.
El especialista de la rama hidráulica refiere que para la contienda del 2013, Sur del Jíbaro tiene aprobado un balance de agua en el rango de los 540 millones de metros cúbicos, suministro que recae principalmente en la Zaza; no obstante, está compensado con el sistema de embalses de Jatibonico que garantiza alrededor del 11 por ciento de esa demanda, equivalente a unos 60 millones.
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