De alguna manera, los destinos de la mayoría de los espirituanos pasan por las instalaciones del Banco Popular de Ahorro (BPA), ya sea para pagar o cobrar: según las estadísticas oficiales, uno de cada tres coterráneos mantiene allí una cuenta, similar cifra recibe algún crédito, más del 40 por ciento de los jubilados percibe en estas oficinas sus chequeras y en ellas se cobran más de 30 000 impuestos mensuales.
Semejante responsabilidad no nació de hoy para mañana. Hace ya 30 años que el BPA trabaja con previsión de futuro. Según recogen sus anales, los empeños colectivos han decidido desde los inicios fundacionales, cuando se precisó un notable esfuerzo constructivo que hoy se traduce en 12 sucursales y 18 cajas de ahorro, distribuidas en todos los municipios, excepto en La Sierpe.
Más de 600 trabajadores laboran en esta entidad -con un promedio de edad aún joven (38 años) y una mayoría apabullante de mujeres (casi el 70 por ciento)-, sin descuidar la capacitación como una prioridad a la orden del día, en particular en materias legales y procedimientos bancarios.
Entre los hitos más significativos del BPA durante estas tres décadas sus ejecutivos enumeran la participación en la transferencia masiva de la propiedad de la vivienda en 1985; las campañas masivas de captación de ahorro en centros de trabajo y cooperativas, eslabón donde comenzó a sedimentarse la confianza en la seguridad de esta institución; y en los años 80 el financiamiento de los créditos a la población cubana para adquirir refrigeradores, televisores, automóviles y financiar viajes turísticos al antiguo campo socialista.
Además, en 1997 comenzaron a diversificar sus servicios con la atención al sector empresarial y cooperativo; a mediados de la década del 2 000 iniciaron el financiamiento de los créditos sociales para artículos de la Revolución Energética, que incluyó el otorgamiento de unas 200 000 líneas de préstamos y los mantiene aún ocupados para lograr su recuperación; y se han involucrado de lleno en todos los procesos relacionados con el uso y la tenencia del dólar y otras monedas.
Más actualmente, a fines de 2011 comenzaron a ejecutar la nueva política bancaria del país con la entrega de prestaciones monetarias para financiar materiales de la construcción, pagar mano de obra en acciones de esta naturaleza y contribuir al desarrollo agropecuario y del trabajo por cuenta propia.
Desde 1995 este banco inició el proceso de automatización, por entonces con un considerable desconocimiento en estas materias, cuya constante actualización se ha mantenido hasta ahora con la reciente instalación de un sistema informático contable homogéneo para todas las oficinas, en aras de mantener la calidad y agilidad en los servicios, así como el control y el orden en las más disímiles operaciones.
Y todo este crecimiento y diversificación de quehaceres prácticamente con la misma red de instalaciones con que nacieron (solo han crecido en cuatro locales y ampliado algunas áreas) y con muy escasos hechos delictivos, incluso en la última década no se reporta ningún caso de esta naturaleza.
Sin embargo, se mantiene como insatisfacción principal la insuficiente capacidad instalada para ofrecer toda esta gama de servicios pues solo en los últimos tres años se ha duplicado la cantidad de operaciones y de efectivo manipulado.
Como paliativo, en estos momentos al menos instalan dos cajeros automáticos en Trinidad y amplían algunas áreas de negocios fuera de las sucursales para atender las solicitudes de créditos en esa propia villa, Sancti Spíritus y Yaguajay.
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