Escambray surca oficinas y campos para interiorizar en uno de los escalones más determinantes de toda cosecha agrícola.
Desde hace años los bajos rendimientos agrícolas, las pérdidas en las cosechas y los incumplimientos de los planes convergen en un denominador común a la hora de determinar entre las causas de tales comportamientos: la semilla. Sin embargo, pese a que la provincia dispone de un sistema capaz de obtener simientes de calidad y posee disponibilidad de las mismas, cerca de la mitad de los productores espirituanos no las utilizan, en tanto acuden a las vías tradicionales para solucionar dicha demanda.
¿Por qué si en cultivos como el frijol la semilla certificada del territorio es empleada actualmente en casi toda Cuba, en Sancti Spíritus hay productores que usan la que guardan internamente? ¿Todas las bases productivas dominan a plenitud las ventajas que aporta recurrir en cada cultivo a una semilla de calidad? ¿Solo el empleo de una buena simiente garantiza la producción y el alto rendimiento? Con estas y otras interrogantes Escambray intenta desenterrar la semilla y seguir su rastro.
Prácticamente la mitad del rendimiento agrícola lo aporta una semilla de calidad. Basado en esa afirmación Orestes Ramírez Salas, director de la Unidad Empresarial de Base Semilla Sancti Spíritus, aboga por que se utilice más el producto certificado. “Esa semilla se beneficia, se guarda en condiciones idóneas, tiene el control de la sanidad vegetal y dicho tratamiento la protege de las plagas y enfermedades en los primeros 30 días de sembrada. La que se guarda en la casa no recibe igual atención”.
Otra aseveración del directivo retrata una realidad que, sin dudas, repercute en el comportamiento de las cosechas: “Alrededor de la mitad de las formas productivas en la provincia no tienen contrato para comprar semillas en la empresa. Puede haber un productor con un frijol muy bueno para él, pero que genéticamente ya ha perdido calidad; otros no conocen, no se interesan por nuestra semilla y usan la de ellos, los resultados no son iguales, aunque hay que decir que no basta con utilizar una simiente de calidad, también se necesita población, agua, atención, calidad en las labores”.
¿Los precios de venta pueden constituir un obstáculo?
Comprar semilla de calidad nunca es caro —explica Orestes—; por supuesto, implica una inversión, pero habría que ver los otros gastos en que incurre el cosechero cuando emplea la semilla tradicional para lograr la producción. Te pongo ejemplos: con un quintal de semilla se siembra una hectárea y eso puede dar después 20, 30 quintales; una libra de semilla de tomate cuesta 300 pesos y da altos ingresos productivos y financieros al productor. La semilla se presta para pagar las culpas de la mala producción, llevo aquí 13 años y no he recibido ninguna reclamación de que la misma no sirva.
MIRADAS EN EL SURCO
Reinaldo Hernández Toboso, productor de Yaguajay que compra y después vende semilla a la empresa provincial y alcanza rendimientos superiores a las 2 toneladas por hectárea, asegura: “La semilla certificada viene con más calidad, pasó la prueba de la germinación, está guardada en frío y puede suceder que la que uno deje en la casa guarde humedad y no nazca igual. Otros no la usan porque cuesta y al guardarla ellos se ahorran ese dinero”.
En la zona de Itabo, Yelandi Fuentes Oria se cuenta entre los cosecheros que prefieren la semilla de frijol certificada: “A mí me va bien, cojo alta producción, claro, preparando bien el suelo, aplicando los recursos a tiempo”.
A este escalón de la cadena productiva la Agricultura le concede una atención particular “porque la semilla es el renglón principal para cualquier cosecha partiendo de que las actividades de agrotecnia se le hacen de igual forma a todos los cultivos independientemente de que uses una semilla buena o mala”, según define Idel Gil Coca, subdelegado de Cultivos Varios en la provincia.
El directivo esgrime otras razones que pueden generar desconfianza e incidir en el grado de empleo de las semillas certificadas: “Han existido en ocasiones problemas con la calidad de la simiente de la empresa, por ejemplo, en el 2011 la de tomate tuvo degeneración en algunas variedades y hubo afectaciones en Yaguajay y Cabaiguán; últimamente se ha trabajado con variedades de más calidad. Los problemas son ahora de comercialización”.
TRADICIÓN Y DESCONOCIMIENTO
Reproducir simientes en la base productiva ha sido siempre una práctica, por eso no extraña que en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Juan González, utilicen varias vías. “El maíz, el frijol común y el caupí se los compramos este año a la empresa, fue buena la calidad, pero el año pasado hubo poca germinación en esos granos, se vio con la entidad y no se nos dio respuesta. Para nosotros fue un problema de mala calidad de la semilla, porque la tierra estuvo bien preparada, había humedad y se atendió el cultivo”, sostiene Norelbis Torres Pérez, presidente de la CPA.
“Esta cooperativa se asegura las simientes de viandas a partir de clones que busca en centros de investigación. Esa semilla nos sale más económica porque las otras son caras, aclara Norelbis Torres. “Mi experiencia es que cuando uno saca aquí buena semilla y la guarda correctamente se garantiza la producción; tradicionalmente la semilla de la empresa ha tenido problemas”.
Para el productor Esnel Concepción González, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Julio Piñeiro, en Cabaiguán, el hecho de que no se utilice más la semilla que oferta la empresa tiene relación con la tradicional cultura del campesino de guardar la simiente.
“Pero falta conocimiento, divulgación de esos productos y si algo falla son los mecanismos de acceder a esa semilla, de acercarla a nuestra zona, de educar al productor sobre sus ventajas. También te digo que si tengo la mía y aquella me va a costar mucho, me quedo con la que guardé. Tampoco dejo de reconocer que una semilla de calidad, con tratamiento químico es superior y sería muy bueno para aumentar la producción”.
Este bojeo alrededor de la semilla no busca determinar razones de un lado o de otro, pero sí ilustrar la necesidad de integrar a todas las partes hacia el mismo objetivo: fortalecer la cadena de producción de simientes de calidad y lograr su utilización en la base productiva como uno de los pasos que más puede elevar la producción agrícola del territorio.
Si las semillas que vende el estado han tenido problemas,es facil de comprender porque muchos campesinos se niegan a usarlas,el trabajo en el campo es duro y no pueden arriesgarse a perderlo.Estoy seguro que si la venta de las semillas se hiciera con garantia,facilidades de pagos y mas baratas,se vendieran mas