El canciller de Brasil, Luiz Alberto Figueiredo, convocó este lunes al embajador de Canadá en el país, Jamal Khokhar, a quien transmitió la “indignación” de su Gobierno por el supuesto espionaje a empresas e instituciones brasileñas, sobre el cual exigió amplias “explicaciones”.
Según una nota oficial divulgada por la cancillería, durante el encuentro Figueiredo “manifestó al embajador canadiense el repudio del Gobierno brasileño frente a esa grave a inaceptable violación de la soberanía nacional y los derechos de personas y empresas”.
La denuncia surgió en nuevos documentos que fueron filtrados por el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de EE.UU Edward Snowden, refugiado en Rusia, y divulgados este domingo por el canal de televisión Globo.
Según el reportaje, la NSA colaboró con el Centro de Seguridad de las Telecomunicaciones de Canadá para obtener datos de las llamadas telefónicas y del flujo de correos electrónicos del Ministerio de Minas y Energía de Brasil.
Ese despacho tiene carácter estratégico y regula las concesiones de yacimientos petroleros o minerales, así como las obras de las grandes hidroeléctricas, y gestiona todo el sistema eléctrico del país.
La convocatoria del embajador canadiense fue ordenada por la jefa de Estado, Dilma Rousseff, quien hoy afirmó en la red Twitter que “todo indica” que los gobiernos de EE.UU., Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, además de “miles de empresas” de esos cinco países, tienen “amplio acceso” a los datos espiados en Brasil.
“Es urgente que EE.UU. y sus aliados cierren sus acciones de espionaje de una vez por todas”, afirmó Rousseff, quien sostuvo que las nuevas denuncias “confirman” que el espionaje obedece a “razones económicas y estratégicas”.
Según Rousseff, hay indicios de “intereses canadienses en el área de minería” en Brasil, lo cual agrava la situación.
“El espionaje atenta contra la soberanía de las naciones y la privacidad de las personas y de las empresas”, afirmó la mandataria, que también ordenó que el Ministerio de Minas y Energía realice una “rigurosa evaluación y refuerzo” de la seguridad de sus redes.
“Repudiamos la guerra cibernética”, agregó Rousseff, quien el mes pasado denunció el espionaje estadounidense en la Asamblea General de la ONU, ante la cual calificó esas prácticas como una “violación” de la soberanía de su país, “una afrenta” y “una falta de respeto” que no puede justificarse en la lucha contra el terrorismo.
Debido a la sospecha de espionaje y por entender que el Gobierno de Barack Obama no dio explicaciones satisfactorias, la mandataria brasileña decidió postergar la visita de Estado que haría a Washington el 23 de octubre.
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