El gobierno federal desea establecer un diálogo con los movimientos que protestan en diferentes ciudades de Brasil para escuchar sus reclamos, afirmó este lunes el secretario general de la Presidencia, Gilberto Cavalho.
«El Gobierno está preocupado por las manifestaciones, está (…) interesado en abrir un diálogo directo con las manifestantes» para conocer el significado de estas protestas, resaltó Cavalho tras reunirse con personas que el sábado último se enfrentaron a la Policía en las cercanías del estadio nacional de Brasilia.
Puntualizó que la nueva configuración de los movimientos que salen a las calles, sin líderes o representantes solo hace más complejos los intentos en el diálogo.
«Las viejas formas de movilización son reemplazadas por estas nuevas, no hay como antes movimientos tradicionales, no hay una dirección centralizada o un mando, lo que hace más difícil» la plática, subrayó
Al referirse a la manifestación del 15 pasado, durante el primer partido de la Copa de Confederaciones de fútbol, entre los seleccionados de Brasil y Japón, que fue reprimida de manera violenta por la Policía, el funcionario reiteró su oposición al uso de la fuerza.
«La orientación de la presidenta Dilma (Rousseff) es que continúe el clima que siempre tuvimos en Brasilia, ese clima de libre manifestación, de evitar cualquier forma de represión», señaló.
Cavalho lamentó ese incidente, registrado en un ambiente de mucha tensión y el Gobierno desea dialogar con los grupos sociales para entender el significado de lo que acontece todo el país, donde las manifestaciones crecen y se agigantan, y expresan las ansias importantes de la población y la juventud.
A pesar de todo esto, aclaró que el Estado debe garantizar los derechos de la mayoría y minorías y asegurar el orden, siempre que sea posible de manera pacífica.
«Nuestro deber es garantizar la democracia», no vamos a relegar la misión de asegurar la ley y el orden, indicó.
Sus declaraciones se registraron medio de crecientes protestas, iniciadas el 3 de junio último en contra del alza del pasaje del transporte público y que hoy alcanzaron su clímax con la participación -según medios de prensa brasileños- de unas 200 mil personas en 11 ciudades.
Además del rechazo al aumento de la tarifa de los ómnibus y trenes, los brasileños se quejaron por los excesivos fondos gastados en la remodelación de los estadios para la Copa de Confederaciones y las precarias condiciones de las escuelas, así como la mala educación y atención médica.
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