El nuevo título del periodista y académico Julio García Luis, fallecido en el 2012, es una valiosa herramienta para el ejercicio profesional en Cuba.
Revolución, Socialismo, Periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI es un texto que no viste ropaje camaleónico al que algunos tiran a mano para nadar en todas las aguas. No lo lleva puesto por una elemental razón: su autor, el periodista y académico Julio García Luis, nunca se matrimonió con el oportunismo, mucho menos con la falacia.
Hace cuatro años me llegó la tesis La regulación de la prensa en Cuba: referentes morales y deontológicos, del propio García Luis, que le hizo expedito el camino hacia el grado de Doctor en Ciencias de la Comunicación. Precisamente, su nuevo libro toma cuerpo y alma de aquella investigación que despertó mis “entendederas”, las “entendederas” de este guajiro de Bacuino que creía saber algo de los vínculos prensa-poder, prensa-sistema político, prensa-fuentes informativas.
Publicado por la editorial Pablo de la Torriente Brau, Revolución, Socialismo, Periodismo… no es un libro para complacer los oídos de los decisores, de los ejecutivos de la prensa ni de los reporteros, porque habla —con la propiedad nacida del argumento— de las urgencias del Periodismo cubano de hoy.
Léase, por ejemplo, que la prensa no sea utilizada tanto por el sistema político como por las administraciones como un apéndice divulgativo o un aparato de propaganda. Esa visión instrumental y errónea ha erosionado la esencia del ejercicio periodístico. Léase, que urge hacer converger la agenda mediática con la pública, cuyo divorcio —más o menos evidente— ha lastimado la credibilidad de la prensa cubana.
No olvido, además, que el ejercicio reporteril clama a gritos por elevadas competencias profesionales, capaces de extirpar ciertos quistes antológicos de ciertos productos comunicativos, dígase, almidonamiento formal, incluso, temático…
La obra de Julio García Luis hurga en todo ello y mucho más desde una óptica transformadora, que parte de una interrogante que lanza el autor a boca de jarro en la primera página: “¿Es viable una alternativa revolucionaria y socialista al modelo de prensa liberal, que no encaje a su vez en un patrón ideológico decimonónico o en un tipo soviético o de prensa de Estados?
Con la solidez teórica de un académico que no escaló la torre de marfil; con la solidez de quien fuera, ante todo, periodista desde los pies hasta el último pelo, Julio ofrece su respuesta en un viaje de 205 páginas, concebidas sin la retórica de los creídos y de quienes se empecinan en ver apenas los lunares.
Revolución, Socialismo, Periodismo… por momentos es un texto duro, una especie de conteo de protección. Por suerte. A Cuba le hacía falta este libro, donde se habla mucho más que de un gremio, mucho más que de una profesión.
Julio confía en la capacidad de discernimiento de los lectores y los invita a disentir; Julio no solo diagnostica nuestras manquedades, sino que propone salidas. “Solo una prensa más libre, cubana y autorregulada —sostiene el autor— puede alcanzar el ideal martiano de convertirse en el ‘can guardador de la casa paterna’; podrá serlo en la medida que vigile, indague y alerte con suficiente autonomía, que trabaje sin temor y de modo responsable”.
Insisto: Revolución, Socialismo, Periodismo… es un texto que no viste ropaje camaleónico, porque fue escrito —como lo advirtiera el propio Julio— desde “la pertinencia y el compromiso”.
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