La noticia conmovió también a Sancti Spíritus; personas de todas las edades buscaron informarse, porque aquí también se hizo hábito saber de la evolución de tu salud.
El implacable desenlace trajo dolor, pero preferimos aferrarnos a ese ejemplo de virtud y entereza que dejas a Venezuela, a Cuba y al mundo.
Pocos como tú hicieron tanto en tan poco tiempo; fuiste artífice de la unidad venezolana y latinoamericana; el gestor del ALBA, del progreso social jamás alcanzado por tu amada patria. Tu obra representa la esperanza para las clases sociales de todo un continente y de otras partes del planeta.
Cuba te abrigó siempre como un soldado más, porque siempre serás el Comandante de las masas, el heredero de Bolívar, de Martí, de Sandino, de Fidel.
Nos queda ese ejemplo de líder social, de orador de los humildes, de defensor de las causas nobles y justas de este planeta. Por eso Cuba también vibraba al calor de tu verbo, esa mezcla de historia y presente en que se convertían tus intervenciones.
El progreso social y económico alcanzado por Venezuela bajo tu gobierno es imborrable; esas misiones que han traído viviendas, salarios, salud y educación a millones de venezolanos.
Si grande es el legado de ese desarrollo, imprescindible ha sido también tu batalla por un mundo más justo y equilibrado, para situar a la región latinoamericana en la geopolítica del universo. Desde tu verbo nació la derrota de la unilateralidad y se alzó la bandera de la multipolaridad.
La honra de compartir tú época no se apaga con esta partida; ahí quedan sembradas tus ideas, tu infinito amor a los hijos e hijas de Venezuela; hay connotación, dolor, lágrimas, pero mayor que eso, estará siempre tu inmenso ejemplo de revolucionario y líder de los pueblos.
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