Más de 70 inmuebles de Sancti Spíritus y Trinidad figuran en la Guía de Arquitectura y Paisaje de Las Villas y Matanzas.
Casi una década después de que Trinidad y el Valle de los Ingenios merecieran todo un compendio de arquitectura, con imágenes de ensueño, mapas decimonónicos y pormenorizada información técnica; luego, incluso, de que se dedicaran textos semejantes a La Habana, las provincias orientales, Camagüey y Ciego de Ávila, por fin la ciudad de Sancti Spíritus desnuda su patrimonio construido en las páginas, profusamente ilustradas, de la Guía de Arquitectura y Paisaje de Las Villas y Matanzas.
Un solo volumen para cuatro provincias, advierten los expertos, porque en la práctica, bajo el nostálgico nombre de Las Villas que los autores tuvieron a bien estampar en la carátula, se enmascaran tres territorios autónomos desde la división político-administrativa de 1976: Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus.
De modo que los inmuebles espirituanos figuran en la nómina junto a edificaciones de Sagua la Grande, Santa Clara, Remedios, Caibarién y otras cinco ciudades que, si bien no ostentan el pedigrí de haberse fundado entre las primeras, al menos consiguieron agenciarse un conjunto urbano de inestimable valía en el concierto arquitectónico insular.
Antecedida por capítulos que esbozan particularidades históricas de la región, su desarrollo urbano y el devenir de su industria azucarera, la sección dedicada al actual territorio espirituano comprende fotografías y descripciones de más de 70 edificios de la villa del Espíritu Santo y Trinidad, así como una selección de sitios emblemáticos del resto de la provincia; un resumen que -en tanto síntesis- adolece de no pocas omisiones.
Libre de pruritos elitistas, el catálogo incluye exponentes que van, desde el antológico puente sobre el río Yayabo o el impresionante Palacio Brunet, hasta modestas viviendas que trascienden más por su valor socio-testimonial que por su riqueza estética; desde edificaciones erigidas en pleno período colonial hasta murales y monumentos contemporáneos, en una suerte de amalgama epocal y artística cuyo único propósito es el de ilustrar los modos de vida, idiosincrasia e identidad del centro del país.
Auspiciado por la Junta de Andalucía y con el concurso de profesionales y estudiantes de arquitectura de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, el libro salió de imprenta el pasado año y desembarcó recientemente en Sancti Spíritus, donde está siendo distribuido en instituciones culturales y centros de investigación en aras de que los escasos ejemplares no vean reducido su alcance a las bibliotecas particulares.
Sin embargo, esa tentación -la de querer acaparar un volumen así, de impresión preciosista y glamour visual- sería perfectamente comprensible en un lector avezado que disfrute redescubrir la urbe en la mirada del otro: las calles empedradas en primeros planos, los arcos de medio punto de las mansiones coloniales, la luz desperdigada sobre los techos de tejas…, la incuestionable capacidad que aún conservan Trinidad y Sancti Spíritus para deslumbrar.
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