Nubes de polvo procedente del desierto africano llegan a la isla entre marzo y octubre. Sancti Spíritus recibe ese impacto.
El polvo del Sahara despierta cada vez más el interés de los investigadores, entre los que se cuenta el doctor en Ciencias Físicas Eugenio Mojena López, de la Sección de Satélites del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología (INSMET), quien lidera un equipo de trabajo para el estudio de este fenómeno, poco conocido pero con incidencias ambientales y para la salud humana.
Detalla el especialista que cada año llegan a nuestra área geográfica grandes cantidades de partículas de polvo en forma de nubes procedentes del desierto del Sahara. “Esas nubes viajan miles de kilómetros e impactan el clima, el tiempo, el medioambiente y la salud de los seres humanos, así como los animales, las plantas y ecosistemas completos, marítimos y terrestres de los territorios bajo su influencia, incluida Cuba”, sostiene.
Refiere el investigador que el polvo posee una heterogénea carga de partículas minerales, compuestos biológicos, muchos de ellos patógenos y algunos suficientemente agresivos como para producir epidemias, epizootias y epifitas. “De ahí la posibilidad de que cause asma bronquial, las infecciones respiratorias agudas en los seres humanos o la diarrea en el ganado. El evento repercute también en procesos como las tormentas eléctricas, sequías, los ecosistemas de arrecifes coralinos y espejos de aguas internos”, expresó.
El especialista también precisa que uno de los mayores efectos en el clima aparece en el forzamiento radioactivo que provoca el polvo, contribuyendo al enfriamiento del planeta; esta nubes modulan la ciclogenésis (formación) y la evolución de los ciclones tropicales en el Atlántico Norte, un proceso complejo, pero el efecto final es el debilitamiento del organismo, que podría llegar a su destrucción total.
Una caracterización a la presencia del polvo del Sahara sobre el territorio nacional entre 1998 y 2009, considerando diferentes escalas de espacio temporal (país y provincias, días, meses y años), ha permitido a los investigadores del INSMET establecer que esas nubes solamente afectan al territorio nacional de marzo a octubre y que los máximos de días con polvo se registran, principalmente, en los meses de junio y julio.
Parámetros seguidos como parte de ese estudio: la Intensidad de la Temporada de Polvo (ITP) y el Índice de Afectación (IA) han posibilitado determinar una gran variabilidad en el comportamiento entre las diferentes provincias cubanas y, en el caso particular de Sancti Spíritus, compartió en el 2008, junto a Villa Clara, el valor máximo de ITP, a la vez que nuestra provincia se ubica, después de Villa Clara y Guantánamo, como la tercera de más alto promedio de afectación en esa etapa analizada.
«Aunque el período de estudio es relativamente corto y no permite una caracterización rigurosa, el transporte de polvo parece estar representado por ciclos de aproximadamente cinco años, lo que pudiera establecer un comportamiento cíclico, tanto en la ocurrencia de las tormentas como en su transporte», subraya.
“Como parte de este estudio —expone el especialista— no vemos aquí un mes o una semana de mucho polvo, con su efecto directo sobre un proceso específico, como puede ser el asma bronquial; sino el efecto total de una temporada de polvo, con sus consecuencias sobre sistemas como los arrecifes coralinos, los acuíferos terrestres, la floración de algas tóxicas marinas, bosques, los seres humanos y los animales”.
El investigador sostiene que en nubes de polvo del Sahara llegadas al Caribe se han identificado bacterias patógenas del arroz, los frijoles, las frutas y algunas especies de árboles, así como bacterias que pueden infestar a cerdos, aves y al ganado. Estas nubes de polvo representan una seria amenaza para la salud en los territorios bajo su influencia, en tanto estadísticas al respecto revelan que el aumento de un 17 por ciento de los casos de asma en el Caribe en los últimos años se adjudica a la alta periodicidad de la presencia del polvo, por lo que esta zona se considera un corredor del asma.
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