Con la llegada de la Columna No. 8 al Escambray espirituano nació el Frente de Las Villas, comandado por Ernesto Guevara.
A las espaldas, Santa Clara va quedando dibujada como una fina línea en la lejanía. Minutos antes, en la salida de la ciudad, Ernesto Guevara vio pasar a los rebeldes, bajo su mando, montados sobre los camiones rumbo a La Habana. El Primero de Enero y por radio, Fidel le ordenó tomar la fortaleza de La Cabaña para dar el tiro de gracia a la tiranía; Camilo iría al campamento militar de Columbia.
En el jeep, donde viajan también Harry Villegas y Aleida March, entre otros, el Che enciende el enésimo tabaco, y luego pone a descansar la boina sobre la rodilla derecha para que el viento no se la lleve en la tarde fresca del 2 de enero de 1959.
Mientras más avanzan por la Carretera Central, más queda atrás la historia del Frente de Las Villas, nacido el 16 de octubre del propio año, cuando la Columna No. 8 Ciro Redondo, procedente de la Sierra Maestra, arribó a la finca Planta Cantú, en el Escambray espirituano.
OTRO ENEMIGO DECLARADO
“Se prohíbe la entrada de toda persona ajena al Segundo Frente en el territorio ocupado por este. En la primera ocasión serán advertidos, o en el caso de reincidencias expulsados o exterminados”. Con ese ultimátum, escrito en una pared por el autotitulado Comandante Jesús Carreras —luego aparecería con unas copas de más— fue recibido el Che, cuando pasó por el primero de los tres campamentos del llamado II Frente del Escambray que visitó, mientras buscaba un sitio para instalar el de su columna invasora.
En cada uno de estos lugares, el Comandante rebelde encontró “el mismo panorama: una cordial recepción de parte de la tropa y una fría acogida de los jefes que parecían estar cumpliendo labores de espionaje”, detallaría en informe a Fidel.
Al pisar suelo villareño con la bandera del Movimiento 26 de Julio, como expondría el Che, luchaban contra Batista aquí el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, el II Frente del Escambray, el Partido Socialista Popular (PSP), pequeñas agrupaciones de la Organización Auténtica y el propio ‘26’. Las discrepancias y rencillas bajaban y subían entre la montaña y el llano.
Un guajiro de Fomento, el ya fallecido coronel (r) Marcelo Martínez Hernández, integrante del II Frente, primero, y luego del Ejército Rebelde, aseguró a Escambray años atrás que el Che “nunca quiso llevarse a nadie a la brava; sino por convencimiento”.
Para derrotar el sectarismo, enemigo declarado en la contienda, a su llegada se entrevistó en Las Piñas con Víctor Bordón Machado el 20 de octubre, y el 21 en Dos Arroyos con Faure Chomón Mediavilla, jefe de la Columna del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, quien le aseguró que no entraría en acuerdo con el II Frente, dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo porque la dirección de este tenía “una línea propia de bandidos”, en palabras de Faure a esta publicación hace un cuarto de siglo.
En la finca La Gloria, en El Algarrobo, ambos jefes guerrilleros conversaron por segunda ocasión: “Quizás sea la única vez, que yo recuerde, de mis relaciones con el Che, que lo vi con una indignación enorme y totalmente irritado por la actitud del II Frente —añadió el Comandante Chomón Mediavilla—. Y me dijo: ‘Yo he pensado en unir nuestras fuerzas para hacer una ofensiva contra Menoyo y expulsarlo’”.
No obstante, la ecuanimidad volvió al Che, quien finalmente apuntó: “Bueno, esta gente son merecedores de que hiciéramos esto; pero perderíamos la coyuntura de la ofensiva del Ejército Rebelde sobre la tiranía que es ahora y quizás tuviéramos que esperar otro momento y esta oportunidad la perderíamos; vamos a tratar de no perder esta oportunidad y vamos a maniobrar de forma tal que los neutralicemos y nos dejen las manos libres para actuar y realizar la ofensiva. Entonces, sobre esta base vamos a hacer un documento, un pacto entre nuestras organizaciones”.
Bajo los bombardeos del enemigo, el primero de diciembre del 58 el Movimiento 26 de Julio —representado por la Columna No. 8— y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo firmaron el Pacto de El Pedrero, suscrito días después por el PSP. “Significaba coordinar las acciones sin que hubiera la desaparición de ninguna de las organizaciones; todas con una idea única, derrocar la tiranía”, declararía a este reportero el hoy general de brigada Harry Villegas Tamayo, escolta del Che en la Campaña de Las Villas.
Sumergida en el vientre del Escambray desde mediados de octubre, la columna invasora no podía esperar por la firma de un documento para empezar sus operaciones. “Había ansiedad para entrar en acción y demostrar que la tropa que había arribado de la Sierra no venía a comer vacas; por ello, se atacó el cuartel de Güinía de Miranda”, sostuvo Villegas Tamayo.
El 26 de octubre, los disparos sacaron de la cama a los habitantes de ese poblado, y despabilaron a los soldados de guardia; este combate marcó el comienzo de la cadena de victorias del Frente de Las Villas, animado en responder a dos propósitos esenciales en sus inicios: hostilizar el aparato militar de la dictadura, básicamente en lo referido a las comunicaciones, e impedir las elecciones del 3 de noviembre.
A finales de octubre, los rebeldes llegaron a Caballete de Casa, donde levantaron el campamento de reserva de la Columna No. 8, el cual devino, además, escuela de reclutas Ñico López y asiento de la planta de Radio Rebelde. La creación de este campamento resultó pieza clave en el éxito de la campaña villareña, encabezada por el Che, quien estableció su comandancia en Manaca Ranzola.
Inquieto ante el empuje guerrillero, el Estado Mayor Conjunto del Ejército Constitucional aprobó un plan estratégico para Las Villas y, en consecuencia, lanzó una ofensiva, desde tres direcciones: Fomento, Cabaiguán y Sancti Spíritus; “era un movimiento de pinzas para coger el campamento”, ha relatado Harry Villegas.
Al conocer de la embestida, el Comandante organizó la defensa y le dijo a Camilo —presente allí para coordinar las futuras acciones militares— que asumiera el mando de su tropa emboscada en el camino de Fomento a El Pedrero y, de esta forma, detener en seco a más de 100 “casquitos”, dos tanques Sherman y una tanqueta, objetivo logrado, a la postre. El primero de diciembre, Camilo retornó a su zona de operaciones en el norte de la provincia.
El enemigo que venía por Cabaiguán avanzó más; pero retrocedió y se guarneció en Santa Lucía por razones desconocidas. La fuerza rebelde se desplazó hasta la salida del pueblo, donde esperó a los batistianos a fuego limpio. Al decir de Villegas. “empezaron a correr y se fueron todos del Escambray”.
OFENSIVA FINAL
Con el refuerzo de armamento arrebatado, la columna liberó a Fomento el 18 de diciembre; en el itinerario guerrillero siguieron Cabaiguán y Guayos. Mientras organizaba la toma del cuartel de la primera de estas localidades, el Che se fracturó el brazo izquierdo, que ató en cabestrillo con el pañuelo que le cedió la combatiente Aleida March. “El Che (…) silenció a uno de los francotiradores que el ejército había apostado para repelernos y que nos había causado ya una baja”, escribiría en el libro Evocación quien fuera luego su compañera de vida.
La columna se fragmentó en dos: Armando Acosta enrumbó hacia Sancti Spíritus; Guevara, hacia Placetas, liberado con la contribución del Directorio Revolucionario. Remedios y Caibarién pasaron posteriormente a manos rebeldes. “El panorama se iba ensombreciendo para la dictadura —reflexionaría el propio Guevara—, porque a las continuas victorias obtenidas en Oriente, el Segundo Frente del Escambray derrotaba pequeñas guarniciones y Camilo Cienfuegos controlaba el norte”.
Al enemigo poner pies en polvorosa en Camajuaní, Santa Clara se encontraba en la mirilla. “Che había calculado al menos un mes, o quizás más, para ocupar la ciudad”, recordó años atrás el hoy general de brigada (r) doctor Oscar Fernández Mell, quien le preguntó en Placetas cuando la columna estaba formada:
—Bueno, y ¿ahora qué?
—Ahora vamos para Santa Clara.
— ¿A la ciudad? ¿Y si no podemos?, le replicó Fernández Mell.
— ¿Por qué tú crees que he enviado las armas ocupadas para el Escambray? Si no podemos, regresamos al Escambray.
En opinión de Fernández Mell, ante un enemigo con superioridad en hombres y en armas, el Che recurrió a una táctica innovadora en la guerra irregular —a partir de lo aprendido en México con el general español Alberto Bayo Giroud durante los preparativos de la expedición del Granma, y de Fidel en la Sierra Maestra— que resultó determinante en la batalla de Santa Clara, la más relevante de la Campaña de Las Villas y, por ende, del frente guerrillero, comandado por el Che, extendido por toda la sierra del Escambray y las zonas llanas comprendidas en el triángulo Sancti Spíritus-Santa Clara-Cienfuegos.
RUMBO A LA HISTORIA
Dos de enero de 1959. El jeep donde viajan el Che, Villegas, Aleida… rumbo a La Cabaña se abisma en la húmeda noche. Hace dos meses y 21 días que la columna cruzó a nado el río Jatibonico del Sur por el Paso del Diez, donde una frondosa ceiba aguardaba por los invasores; “y al fin pisamos la tierra de Las Villas —escribió Guevara después—. (…) El paso del Jatibonico fue como el símbolo de un pasaje de las tinieblas a la luz”.
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