El intelectual y teólogo brasileño Frei Betto recibió en La Habana el Premio Internacional José Martí que otorga la Unesco, y lo dedicó a los cinco antiterroristas cubanos que cumplen injustas condenas de cárcel en EE.UU. desde 1998.
Durante la entrega de la sexta edición de este lauro que concede la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Betto homenajeó a Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González, encarcelados en Estados Unidos por monitorear a grupos extremistas anticubanos asentados en Miami.
La entrega del reconocimiento tuvo lugar en el acto inaugural de la III Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, que sesiona en el Palacio de Convenciones desde hoy y hasta el miércoles, con la asistencia de más de 800 delegados de 39 países.
Pilar Álvarez Lazo, subdirectora general del sector de las Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, comentó que Betto es reconocido por una actividad particularmente meritoria que, de conformidad con los ideales y el pensamiento de Martí, ha contribuido a la unidad e integridad de los países latinoamericanos.
De la misma manera, la representante de la entidad resaltó los valores del teólogo brasileño en defensa de la preservación de la identidad, diversas tradiciones culturales y valores históricos de América Latina y el Caribe.
Álvarez Lazo dio a conocer a los asistentes al coloquio internacional que los cinco miembros del jurado del Premio Internacional José Martí votaron unánimemente por Frei Betto, entre 17 aspirantes que optaban este año.
«En virtud de su obra intelectual y su práctica social a favor de las masas en América latina y el Caribe, Frei Betto coincide estrechamente con el ideario profundamente humanista y justiciero de José Martí», enfatizó la subdirectora de la Unesco.
Betto dedicó el premio a todas las personas con quien ha trabajado en estos últimos 50 años, refiriéndose en particular a la gente pobre, excluida, de los movimientos populares, los oprimidos, de las comunidades eclesiales de base.
«He abrazado este camino de luchar por la liberación, los derechos humanos, la justicia, por la paz junto con tantos de esos compañeros de Brasil y de América Latina. Ellos son los verdaderos merecedores de este premio», enfatizó el intelectual.
El teólogo aprovechó la oportunidad de este premio para rendir homenaje a los 233 jóvenes que perdieron la vida en un salón de baile de la ciudad brasileña de Santa María y calificada como la mayor tragedia de este tipo en los últimos 50 años en Brasil.
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