Se jugaron el todo por el todo convirtiendo los comicios para alcaldes y concejales en un plebiscito nacional y el tiro les salió por la culata
Y llegó otro día decisivo para la patria de Bolívar, América y el mundo. El oficialismo, representado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), acaba de ganar con holgura este domingo 8 de diciembre las elecciones municipales para elegir 337 alcaldes y 2 455 concejales, sacándole a la derecha opositora más de 800 000 votos de ventaja.
Según datos aportados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), los socialistas y sus aliados sumaban 212 alcaldías, frente a 74 de la MUD, cuando faltaban 51 municipios por definir en toda la geografía venezolana, por lo que las fuerzas del PSUV y del Gran Polo Patriótico alcanzaron la mayoría en 21 de los 24 estados del país, imponiéndose con una ventaja de casi 7 puntos porcentuales en el total de votos.
Se estima que este balance adverso en unos comicios locales que la oposición creyó decisivos para dar el golpe de gracia al Presidente Nicolás Maduro —si lograba ganar por amplio margen y forzar su renuncia— tendrá consecuencias sumamente negativas para los partidos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y especialmente para su cabecilla, Henrique Capriles Radonski.
Todo partió de un mal cálculo, pues ensoberbecido con los resultados de las presidenciales del 14 de abril pasado, cuando perdió por la mínima diferencia de 1.5 por ciento frente al candidato chavista Nicolás Maduro, Capriles se lanzó a fondo en la campaña para arrasar en los comicios municipales de este 8 de diciembre, creyendo que con la operación mediática y la “ayudita” de la guerra económica y contra el sistema eléctrico, el pueblo colmaría de votos a sus candidatos.
Pero no fue así, y la consigna de: “Estas elecciones son un plebiscito nacional para el chavismo, y si este pierde, el Presidente debe renunciar”, se ha vuelto contra sus inspiradores. Ahora la gente se pregunta si Henrique Capriles debe deponer su liderazgo al frente de la MUD, toda vez que su estrategia resultó fallida y la oposición bajo su batuta ha encajado cuatro costosas derrotas al hilo en el plazo de algo más de un año.
Esta es la opinión del presidente del Grupo encuestador Hinterlaces, Oscar Schémel, quien en entrevista con la televisora reaccionaria Globovisión señaló que la estrategia plebiscitaria propuesta por la derecha fracasó porque subestimó “la fuerza social que representa el partido rojo”.
Schémel apuntó que, “evidentemente estos resultados que favorecen mayoritariamente al chavismo, en número de alcaldías y votos nacionales, fortalece el liderazgo de Nicolás Maduro y le permite fortalecer el Plan de la Patria”.
Por su parte el escritor y periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero, sustenta en entrevista con la argentina RT Noticias: “Sin Chávez, la victoria del chavismo alcanza mayor relieve”, y es que la oposición ha tratado de cuestionar la legitimidad de Maduro, recomendado como su sucesor por el propio Presidente Chávez el 8 de diciembre de 2012 en su última comparecencia pública en Caracas, pero Maduro, como ha demostrado la vida, viene de menos a más y está forjando su propio liderazgo.
Ahora medios internacionales que repitieron las valoraciones y consignas de la oposición, como los españoles El País, ABC y El Mundo, el argentino Clarín, los estadounidenses Newsweek, The New York Times y CNN, la italiana RAI y los mexicanos Excelsior y El Heraldo tendrán que reconocer la equivocación y el escache.
Sin embargo, no todas fueron equivocaciones. El analista Antonio María Delgado, del miamense El Nuevo Herald vaticinó en días previos a las elecciones venezolanas que estas no solo podían constituirse un plebiscito al gobierno de Maduro, sino que “podrían terminar siendo más bien una consulta popular sobre la actuación de Henrique Capriles como líder de la oposición”.
Lo verdaderamente preocupante es que Delgado deriva que, de resultarle adversas estas elecciones a Capriles, esto podría “poner fin a su estrategia de contener la lucha contra el chavismo estrictamente dentro de la competencia electoral”.
Delgado cita las palabras del analista político Esteban Gerbassi: “Un revés en los comicios del domingo podría llevar a la oposición a reconsiderar la estrategia que ha venido adelantando bajo el liderazgo de Capriles, quien es criticado por los sectores más duros de que lo acusan de ser demasiado blando frente al chavismo”.
Entonces, ¿qué insinúan? ¿Que una vez perdida su esperanza de sacar a Maduro por la vía de las urnas se van a lanzar abiertamente a una campaña de desestabilización del orden democrático constituido? ¿Y acaso qué han sido la guerra económica, la política de desabastecimiento, la feroz campaña mediática y los sabotajes a la red distribuidora de energía eléctrica, sino crímenes contra la democracia?
Lo que si resulta indiscutible es que la Revolución bolivariana entra en una nueva etapa y que, como coinciden la mayoría de los analistas, la victoria electoral de este domingo consolida la fuerza política del socialismo en Venezuela y otorga a Nicolás Maduro un voto de confianza para impulsar el Programa de la Patria, dejado como legado político por el inolvidable Chávez.
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