Tras el derrame de crudo en la refinería de Cabaiguán, las autoridades sopesan responsabilidades y posibles daños ecológicos.
(Por:Andrei Álvarez Frías y Dayamis Sotolongo Rojas)
Cuando la mancha gelatinosa oscureció, más de lo normal, las aguas de El Donqui, ese arroyuelo que parte en dos a San Rafael, en Guayos, nadie por esos contornos sabía que el líquido aquel venía corriendo aguas abajo desde el tanque 32 de la Refinería Sergio Soto, del cual se habían derramado 15 000 litros de petróleo.
Pero no tanto llegó a El Donqui. Antes —según informarían autoridades de la industria cabaiguanen- se a este semanario—, el derrame, que se escapó por una trampa de residuales debido a la negligencia humana en el proceso tecnológico, había sido controlado. Desde el día anterior, los carros extractores flotaron sobre la improvisada represa que se armó para contener el crudo y lograron absorber 14 000 litros; el resto lo arrastraría un aguacero repentino por los cauces del arroyo Cabaiguán hasta el río Cayajaca; del Cayajaca hasta el Tuinucú y del Tuinucú ¿hasta la presa Zaza?
A casi un mes del suceso aún se mantiene vigilia sobre los cauces y los ecosistemas por donde pasó el crudo. Próximas inversiones en la industria petrolera y estrictas medidas de seguridad intentan no repetir fallas. Autoridades del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y de Recursos Hidráulicos coinciden en que el derrame y su rastro son un asunto resuelto.
Habían transcurrido varias horas desde que la primera gota desplazó el sello de agua de la trampa de residuales, cuando fue advertido el vertimiento. No hubo brazos cruzados, a la avalancha de camiones y pipas le sobrevendría un maratón de labores para intentar borrar las huellas del crudo.
No obstante, aclaradas las responsabilidades individuales se les impuso multas y sanciones administrativas a los implicados en el suceso a tono, también, con el Decreto-Ley No. 200, de Contravenciones en materia de Medio Ambiente, que estipula lo relativo a los procederes respecto a la recolección, transporte, disposición, almacenamiento o eliminación de desechos peligrosos para el ecosistema.
Entonces el CITMA en la provincia acuñaba, en la versión on line de Escambray, que se trataba de un derrame considerable y que, de conjunto con Recursos Hidráulicos, “se desarrollaría una inspección al ecosistema para evaluar los efectos a mediano y largo plazos de la refinería y sus vertimientos”, de acuerdo con las declaraciones de Magalis Torres Martínez, jefa de la Unidad de Medio Ambiente del CITMA en Sancti Spíritus.
La estela dejada por el crudo lanzaba alertas, no solo por la pérdida económica de alrededor de un millar de litros de petróleo; sino, igualmente, por el riesgo para la flora y la fauna encontrada a su paso y por la presumible contaminación de las aguas que podía desembocar hasta en la Zaza.
Mas, la sospecha casi fue cierta. “Entró por los afluentes del río Cayajaca, que a su vez desemboca en el río Tuinucú, y hoy está en el vaso de la presa Zaza”, detallaría a Escambray, el 26 de agosto, Rafael Ángel Rangel Canteli, subdelegado de Recursos Hidráulicos.
Desde mucho antes varias miradas expertas escrutaban el mayor acuatorio del país. A partir de entonces y hasta hoy, confirma Miriam Solano Valle, directora de Producción de la Empresa Provincial Pesquera Pescaspir, “nosotros monitoreamos el área y no ha habido afectación, tampoco mortandad de peces. Durante la semana pasada se recorrió la presa en barco y no se detectaron manchas de combustible; actualmente mantenemos estrecha vigilancia por parte de los pescadores”.
Las aguas de El Donqui —lugar más impactado por el derrame, según precisan los especialistas— no son cristalinas, nunca lo han sido; pero ni arcoiris aceitoso les queda para atestiguar que tuvieron petróleo. La crecida de días pasados —provocada fundamentalmente por lluvias acaecidas el 24 de agosto cuando se reportaron hasta valores por encima del centenar de milímetros— fragmentó en partículas el crudo y sanó todos los arroyos habidos y por haber.
Tanto se llevó la lluvia, que Rangel Canteli asegura: “En una revisión a los cauces fluviales afectados, luego de haberse producido fuertes escurrimientos, se pudo apreciar la limpieza que las precipitaciones efectuaron, lo que disminuyó el impacto negativo que existía. En el gran acuatorio del Zaza no se observan manchas del hidrocarburo arrastrado”.
Antes y después de los aguaceros, las brigadas de la refinería —de acuerdo con Léster Alemán Hurtado, director general de dicha entidad— habían dado mantenimiento a las trampas de residuales, habían saneado las orillas de los ríos con afectación —donde arrancaron las matas pintadas por el crudo y rasparon hasta el tronco de los árboles—, habían limpiado los puentes…
“Otras medidas están pendientes de inversiones, previstas para el próximo año, como la construcción de un segundo cubeto en la trampa de residuales con capacidad para 70 000 litros para, en caso de negligencia operacional, el volumen vaya hacia allí y no a la calle. También se concibe ejecutar un proyecto, de conjunto con el Ministerio de la Construcción, con miras a separar las aguas residuales y pluviales, viejo problema de la refinería, y subir el muro de concreto de la salida de la trampa, entre otros propósitos”, añade Alemán Hurtado.
Hace unos días la certificación del CITMA y Recursos Hidráulicos, luego de un recorrido desde la refinería hasta la presa Zaza, permitía respirar aliviados: no hay presencia —según el referido documento— de hidrocarburos ni de ninguna otra evidencia visual de productos derivados del petróleo; no hay evidencias de daños medioambientales ni al agua, ni a la flora, ni a la fauna; después de realizar la biorremediación de las zonas impactadas se comprobó que el estado actual de El Donqui, del río Tuinucú y de la presa Zaza no presenta afectación visible.
La naturaleza casi siempre tiene la última palabra. Resta mantener ojos abiertos sobre ese binomio, a veces, antagónico: entorno- hombre, porque mientras exista, el peligro continúa en pie.
a los periodistas no se les fue la mano todos dicen la verdad los que dijeron que el petroleo llego a la presa estan en lo cierto pero esa cantidad 1000 L se adhiere a la vegetacion y las orillas y la restante se dispersa y practicamente no se aprecia en tanto volumen de agua y claro que no producira efectos toxicos agudos (muerte de peces) pero si puede provocar efectos de toxicidad cronicos y los efectos de bajas dosis dificiles de detectar como el incremento de metales pesados en los peces y cambios endocrinos y reproductivos
UNA BURLA A LA INTELIGENCIA DE LOS LECTORES CULTOS QUE TIENE ESCAMBRAY GRACIAS AL DESARROLLO EDUCACIONAL DE NUESTRO PAIS.
O RANGEL ES ILETRADO, ALGO NO CIERTO PUES SUBDIORECOTR DE RECURSOS HIDRAULICOS EN LA PROVINCIA HACE MUCHISIMOS ANOS, O INVENTARON ALGO EXTRATERRESTRE PARA LIMPIAR 15 MIL LITROS DE CRUDO SIN AFECTACION
JAJAJAJAJ ESTO DA RISA Y DEMERITA LA CALIDAD DE LA PRENSA CUBANA Y LA CREDIBILIDAD DE LAS AUTORIDADES ENVUELTAS EN EL ASUNTO
Orlando y Fidel, no deberían ofender ni a Rafael Rangel ni a nadie y si leer todos los artículos publicados sobre el tema. Entonces estaría al tanto de que fueron vertidos 15000 litros, pero de ellos 14000 fueron rescatados por carros con bomba de extracción, así que la cuenta da 1000. Fueron los únicos que si quedaron en las aguas y márgenes de los arroyos.
Ironía: Sería casi mas importante que todo descubrir cómo fue que el hidrocarburo desapareció de las aguas sin dejar rastro. Será que existe un método para eso que no han descubierto los países que mueven el petróleo en el mundo? . Quizás, si lo descubriéramos pueda convertirse en un rubro tecnológico exportable. No voy a pensar que sea que se le haya ido la mano a los periodistas y ahora estén recogiendo cabuya.