El paseo de carrozas y la actuación de las comparsas en apenas unos metros de la Carretera Central limitaron el disfrute del espectáculo.
A quienes ocuparon el graderío frente a la Plataforma Central debe sonarles a cuento de camino el paseo de carrozas y comparsas de los carnavales de antaño. Obligados a resguardar sus puestos desde la tarde como única garantía para observar el espectáculo, unos escasos cientos de personas alcanzaron a disfrutar, durante la recién finalizada edición del Santiago Espirituano, de la actuación de músicos y bailadores que en épocas pasadas invadían numerosas arterias de la ciudad.
Así era entonces, dirían muchos parafraseando un programa -también extinto- de la televisión nacional; hoy, por desgracia, la austeridad económica y, peor aún, la estrechez de miras amenazan con llevarse a pique las más genuinas y perdurables costumbres del carnaval yayabero; no ya las calles enramadas y algunos juegos tradicionales perdidos sin remedio ni traumas identitarios, sino su esencia misma: el concepto de correr el Santiago.
Si las comparsas ensayan apenas unas semanas antes de los festejos; si el exiguo presupuesto destinado a trajes e indumentaria no alcanza más que para un vestuario modesto; si luego ese gasto material y el esfuerzo de los artistas del barrio se resume a la presentación frente al jurado, sin que el calor telúrico de la comparsa se desborde ni siquiera unas cuadras más allá; ¿de qué proyección comunitaria alardeamos? ¿Adónde irán a parar la vieja usanza parrandera, la fascinación por el pasacalle, el placer de arrollar, tan típico de por estos lares?
Ninguno de los especialistas consultados se aventura a dar una razón de peso: las comparsas actúan en ese espacio y ya, sostienen, como si la extensión del recorrido dependiera de la asignación de más recursos; como si el objetivo ulterior de estas agrupaciones fuera deslumbrar al jurado y no a los miles de asistentes al carnaval.
Con el prisma igualmente distorsionado se concibe el desfile de las carrozas, hostigadas por las manquedades de peculio y por lo que ya viene siendo una crisis de mal gusto crónico: el decorado no rebasa lo medianamente aceptable, el elenco merece a duras penas el calificativo de artístico y las coreografías -salvo raras excepciones- mueren cuando el jurado deja de apreciarlas.
A quienes no alcanzaron lugar en las gradas les queda, entonces, esperar a que los armatostes recorran la Carretera Central mientras los artistas se abanican, descansan, conversan entre ellos… cualquier cosa menos deleitar al gentío que los mira, desilusionado.
No es cuestión de pedir demasiados sones, conscientes como están los espirituanos de que el suyo no es el carnaval de Río de Janeiro, pero valdría la pena analizar cómo se administra el Santiago puertas adentro.
¿Qué agradecería más el pueblo: seis carrozas de cuestionable calidad o apenas tres de elevada factura? El hecho de que una comparsa emblemática como la Artística de Neira deje de salir, ¿no daña más el patrimonio inmaterial de los espirituanos que el presunto costo que pudiera representar para las arcas del Estado? ¿Hasta cuándo la inversión en el mantenimiento de las tradiciones va a interpretarse como un gasto baldío y no como lo que en realidad es: una fuente de riqueza espiritual?
Por otra parte, el recién finalizado carnaval consolidó la tendencia de los últimos años a la contracción de las áreas bailables, que comenzó con el silencio en la llamada Plazoleta de Hanoi, la mudanza constante del Platanal de Bartolo, el cambio de uso del Parque Serafín Sánchez y la expulsión de los mercaderes de la Avenida de los Mártires; transformaciones que, indudablemente, desmotivan al público que solía frecuentar esos espacios validados durante décadas.
Superados definitivamente los tiempos de las calles enramadas, los disfraces variopintos y las bromas de mal gusto, tampoco se trata de orquestar una caricatura decimonónica, transida de costumbres que el propio tiempo se encargó de sepultar. De exponer vivencias preteridas ya se encargan los museos.
A la Comisión Organizadora de estos tiempos corresponde, muy a pesar de los dolores de cabeza que provoca atender lo material y lo intangible, concebir unos festejos cuyo poder de convocatoria radique, más que en la venta de bebidas y en los cachivaches a sobreprecio, en su concepción popular -ninguna tradición prende si no ha sido avalada por la gente- y en el disfrute masivo de las arrolladeras, acaso la única manifestación que se mantiene fiel a la raíz.
Urge, entonces, revertir el orden de gestación del carnaval: que no sean funcionarios y directivos quienes propongan un guion preestablecido, sino que funjan como gestores de cuanto anima a la comunidad; en definitiva, así surgieron estas celebraciones en el siglo XVIII: porque lo quiso el pueblo.
Al concluir el Santiago Espirituano; nos preguntamos fue el Carnaval que el pueblo trabajador esperaba, el Platanal de Bartólo que a pesar de no estar en Colón donde tradicionalmente fue la iluminación y organización allí eran nulas. Las carrozas ni hablar pues para poderlas ver ocupar un puestos en el graderío frente a la Plataforma Central estás obligados a resguardar sus puestos desde la tarde como única garantía para observar el espectáculo, unos escasos cientos de personas alcanzaron a disfrutar de la evolución de carrozas y comparsas.
no entiendo nada, porque en sancti spiritus no hay carnaval sino santiago espirituano. todas las provincias, en todo el pais tiene que haber carnaval, son fiestas populares de toda la vida que despues de un merecido y reconocido trabajo en el año y con vistas a las fecha alegoricas del 26 de julio se realizan a todo lo largo y ancho del pais.
por cierto ya en la habana comienzan ahora, asi que si quieren ECHATE PA!CA
Como se dice porque los espirituanos nos merecíamos nuestros Santiago, pero si existe alguna dificultad y no de índole económica porque entonces hacer algo que trajo mas insatisfacciones que satisfacciones, coincido con todos unos carnavales no se hacen detrás de un buro, hay que saber que le gusta al publico pero como ese trabajo no se hace y los que estan detrás de ese buro no es espirituano o no sabe lo que significa cultura y mucho menos lo que es un Santiago Espirituano. Busque que es lo apropiado para un carnaval y entonces si podremos decir a correr el Santiago espirituano, solo nos queda ver como estarán los festejos por los 500 años de la villa y el próximo Santiago que son o serán parte de esos festejos.
Sin lugar a dudas ya deben ir pensando quien se ocupa de eso en refrescar a los dirigentes de cultura a los dos niveles pues se van quedando obsoletos,como quiera que no son del medio artistico ni profesan ninguna manifestación de las artes , a veces con la mejor intención lo que hacen es destruirlo todo, y aquí tienen el ejemplo, creo que ya tenemos bastantes graduados de escuelas de arte, de las universidades, que pueden ir cubriendo esos espacios, no valla a ser que la no formación dentro del sector los lleve a tomar otros caminos que no sean los mejores ni los más adecuados .
Gissel,primeramente Felicidades, por tan màgnifico anàlisis,caracterizado por la porfundidad y la seriedad a la hora de evaluar el tema.Pero me temo qyue es un mal de raìz ,algo asì como una epidemia, que se extiende por toda la provincia.Igual suerte corren las Parrandas de Barrios en Yaguajay, palgadas de contradicciones,limitadas bajo el discurso de las estrechesces econòmicas,casi a punto de fenecer.Recientemente fueron declarados estos festejos como Patrimonio de la naciòn en un acto al cual yo considero totalmente hipócrita, una distinciòn màs sin tener en cuenta que estos festejos apenas reciben el apoyo que de verdad merecen, claro los villaclareños fueron màs inteligentes y supieron defende mejor la permanencia de estas fiestas, desde el punto de vista económico y popular lograron la sustentabilidad de las mismas.El Santiago espirituano, junto a las Parrandas de Remedios, los Carnavales de Santigo de Cuba y las Charangas de Bejucal se inscriben entre las fistas de mayor arraigo en Cuba, sin embargo mira lo que ocurre en nuestros predios.¿Què futuro nos espera con estos truenos? Recuerda Gissel los que deciden detras de un burò el programa d eestos festejos no lo llevan en la sangre y quizàs algunos no sepan la herida que ocasionan a nuestra identidad.
Es evidente la importancia que tiene para los espirituanos el santiago, es sin dudas una de las tradiciones más sembradas, para bien o para mal es motivo común de múltiples comentarios, es algo que nos importa. Por lo que pude apreciar si algo bueno hubo fue la disciplina, dentro de lo que supone este tipo de festejo.
Estoy de acuerdo con la protección que se está dando al Parque Serafín Sánchez de la venta de cerveza en grandes cantidades durante el santiago, se evita el desorden disciplinario que esto genera; es uno de los lugares más bellos de la ciudad y debemos cuidarlo, aunque pienso que por su amplitud, por ser el «centro de Sancti Spíritus» y lo atractivo del lugar debe retomar algo más su protagonismo. El parque puede recibir bien en cada noche de los festejos a una parte de las manifestaciones artísticas participantes en la Plataforma Central que con cortas presentaciones amenicen el lugar, si se quiere esto puede ser posible sin que se afecte el sitio, allí también podrían ser evaluadas. No hacen falta coreografías tan largas, una buena presentación no tiene porqué durar 40 minutos, cuando duran tanto llegan a ser desmotivantes. Otros espacios pueden alternar la presencia de estos espectáculos y de esa manera en más zonas de la ciudad se podrá disfrutar del carnaval, sin prescindir de las principales presentaciones en la Plataforma Central. Considero muy acertadas la música en torno al parque de agrupaciones con temas que perduran del ayer reciente, satisface otros gustos y no genera indisciplinas.
Siempre habrá mucho que opinar sobre el santiago espirituano sin pereder la esperanza de que el próximo será mejor.
Tengo 30 años de vivir en la tierra del yayabo y en la calle Bayamo, recuerdo aquellos días de mayo, junio, en los que mi abuela y los vecinos de la cuadra se preparaban para engalanar la cuadra, tijera y maquina de coser en mano, era suficiente para que los recortes de nylon, tapas de latas de leche, de conservas, recortes de telas, engalanaran las calles de bayamo en la que las personas que disfrutaban del santiago podían caminar de un extremo a otro de la calle sin coger el sol de la mañana o la tarde. El esfuerzo era de todos, de los niños, jóvenes y adultos que en una gran familia hacían todo un arte del decorado. Poco a poco se fue perdiendo esa tradición con las palabras de que No hay materias prima, de que las fábricas tal y más cual no apoyan con los desechos o recortes, que si los CDR no apoyan, en fin ya quedo en terreno de nadie aquella tradición. Por otra parte en toda la calle se ponían kioscos de ventas, la esquina de San José, Santa Inés, eran ecos de la música con las plataformas, ya hoy solo quedó la de San José con dos o tres tristes kioscos que no satisfacen la demanda de la población. Que decir de carrozas y comparsas, bueno las carrozas se han convertido en un espectáculo cada año con un poco más de rigor, si es necesario resaltar el trabajo que se pasa para poder lograr “algo” que tenga calidad, lo digo porque me viene de muy cerca la referencia, los presupuestos se saben cuando concluye el carnaval, las empresas dependen de lo que le den para asumir la carroza, tristemente pero cierto, no hay con que hacer nada, pues ni tejido, ni productos para el maquillaje entregan. Los zapatos no tienen calidad para bailar. Los recursos para conformar la carroza se escasean más y más y cada más caros su adquisición, ya los jóvenes no tiene un estímulo para bailar, la gran mayoría no cuentan con una Dirección Artística Profesional para crear un espectáculo digno del disfrute del pueblo, amén de aquellos que lo hacen por amor, porque les nace del corazón, otros meramente por dinero. Las comparsas sufren del mismo mal, no hay recursos, el tejido nada que ver con un colorido o diseño para un santiago, los ensayos cada mes se acortan más y los bailadores cada vez disminuyen por la poca estimulación. En fin creo compartir el 100% del comentario y creo en el SI SE PUEDE, creo en que las tradiciones tienen que seguir, que hay que revitalizaras cada ves más y no dejárselas al tiempo ni a la escasez de recursos, es tarea de todos, del pueblo y de las organizaciones que intervienen en su desarrollo. Esperemos un Santiago 2014, con nuevos bríos.
No considero que haya sido este el Carnaval más malo, pero si es de reconocer que faltaron ideas de los organizadores, pues se concentraron muchas personas en una misma área de baile, el disfrute de los mayores que tradicionalmente lo hacen por las tarde se vio afectado por la falta de sombra en las áreas escogidas, los más jóvenes estaban obligados a disfrutar en áreas de ventas de bebidas alcohólicas en contra de lo que se quiere lograr, los equipos de audio unos encima de otros, la carretera central con acceso de vehículos en horarios festivos y los kioscos de venta del estado sin culturas ni engalanados a la fecha, pero esto no quita el esfuerzo de muchos espirituanos por lograr este festejo y lo más importante el pueblo tuvo por unos días algo más que trabajo y trabajo, siempre existen los riesgos.
Espero que cuando esta provincia tenga dirigentes nacidos de su propia cultura, se respeten más las tradiciones y la idiosincrasia del espirituano, este tipo de fiesta se llevan a cabo en todos los poblados del mundo, con otros nombres pero fiestas al fin.
FELICIDADES a la Feria Agropecuaria la más engalanadas y organizada de todas las áreas.
Ya lo has dicho tú misma, Giselle: el propio tiempo se ha encargado de sepultar….
Si había cólera no debieron hacerlos hasta que no los hicieran como debe ser. Recuerden que en SSp no hay carnavales sino SANTIAGO ESPIRITUANO.