En la sede provincial de la UNEAC exponen piezas del XIV Salón de Pequeño Formato.
Maikel José Rodríguez Calviño
Por estos días, el público espirituano podrá disfrutar en la sala expositiva Fayad Jamís, de la UNEAC, del XIV Salón de Pequeño Formato, encuentro bienal y competitivo que, desde su fundación en 1992, ha logrado convocar a varias de las voces más significativas de la plástica yayabera contemporánea.
La primera beca de creación otorgada durante el certamen distinguió al conjunto fotográfico de Héctor Herrera Acosta, quien esta vez propone un reflexivo acercamiento a la paisajística citadina producto de las transformaciones económicas en el sector azucarero.
El segundo premio recayó en la instalación Organolepsia, de Alián Martínez Rives, pieza ambivalente que entremezcla los recursos formales del óleo sobre lienzo con los presupuestos estéticos del arte conceptual. Esta obra, cuyo título remite al conjunto de características físicas de los alimentos en determinado momento, articula una aguda reflexión sobre la muerte o pervivencia de la pintura de género en la era postmoderna y, a la vez, ilustra el diálogo simbólico entre las realidades pictórica y concreto-sensible, relación que constituye una de las preocupaciones medulares en el estudio de las prácticas artísticas a lo largo de la historia.
A su vez, recibieron mención las obras Sin título de la serie In-comunicados, consistente en un par de espejuelos oscuros, ensamblados por Ángel Luís Méndez Montagne, cuyos cristales han sido sustituidos por las rejas de una prisión, y la escultura Autorretrato, pieza de Alexander Hernández Chang, que parte del Cubo de Rubik o Cubo Mágico, célebre rompecabezas mecánico inventado por el escultor húngaro Erno Rubik en 1974. Con Autorretrato, Chang retoma la técnica del ready made, u objeto producido en serie y con fines extra artísticos, al que le incorpora fotografías personales, fragmentadas y dispersas que, una vez acopladas por injerencia del espectador, meditan en torno a los procesos de conformación y transformación identitarios propios del ser humano.
La tercera mención correspondió a la escultura Sostenible, de Liván Ramírez Hernández y Derick Cancio Rodríguez, pieza de orfebrería inspirada en el personaje literario Don Quijote de la Mancha, quien asume la responsabilidad de cargar sobre sus hombros todo el peso del mundo.
Luisa María Serrano (Lichi) y Álvaro José Brunet también califican entre los artífices que participan en el salón: la primera con dos dibujos a lápiz y creyón sobre cartulina que remiten a la experiencia vital de la artista o se apropian de códigos pictóricos extraídos del acervo cristiano católico occidental; el segundo, con sus acostumbradas instantáneas donde cohabitan la irreverencia, el sarcasmo y la cavilación oportuna en torno a los paradigmas icónicos y culturales que nos definen como nación.
Muchas veces asociamos la producción artística con trabajos monumentales o que requieren gran cantidad de recursos. Sin embargo, esta nueva edición del Salón de Pequeño Formato espirituano ratifica la importancia de la máxima Menos es más, uno de los postulados estéticos más importantes del diseño contemporáneo y, a la vez, nos invita a descubrir cuánta riqueza simbólica cabe en apenas 30 centímetros cuadrados. Solo resta señalar la poca participación de creadores miembros de la UNEAC, deuda que esperemos sea saldada en futuras ediciones del evento.
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