En el aniversario 51 de la Unión de Jóvenes Comunistas, Escambray dialoga con Alexander Hernández Chang, joven creador espirituano reconocido por la organización juvenil
Su pincel tiene una lengua propia, un dialecto multicolor que solo busca decir. ¿El mensaje? El hombre y su cotidianidad. Así, él o ella, tú o yo, podemos vernos dentro de marcos colgados bajo la firma de Alexander Hernández Chang.
Desde los albores infantiles le llegó el amor por el lienzo y después de graduado como el más integral de su curso en la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov, desanda entre matices, sombras y contrastes con propuestas a golpe de talento.
Riesgo y atrevimiento desembocan en adeudo con su tiempo. No por gusto este espirituano es uno de los reconocidos con la Moneda 50 Aniversario que otorga la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), como parte del agasajo por el cumpleaños de la organización.
“Mis cuotas de gratitud son enormes. Pude estudiar en una verdadera escuela de arte, tal vez en otro lugar sería un sueño frustrado. Lo que haga siempre va a reflejar eso, se va a identificar con el socialismo, con la ideología del pueblo cubano y con lo que me caracteriza como joven de esta parte especial del mundo”.
Con solo 22 años se fue hasta la tierra de Bolívar. “Allí realizamos una intensa labor comunitaria, según los grupos etarios, para el disfrute de esas personas que no tenían posibilidad de ir a una gran galería o entrar a un teatro. Trabajamos en casas de cultura, impartimos conferencias en universidades y talleres de creación, apreciación e interdisciplinarios en los barrios y círculos infantiles”.
La Misión Cultura Corazón Adentro no solo funcionó para el espíritu nativo. “Conocí a personas con un trabajo artesanal muy serio y entonces el mío dio un giro, pues se hermanaba también con códigos venezolanos, al igual que con la historia y el proceso revolucionario que vive ese país; es como haber experimentado los primeros años de la Revolución Cubana y eso me marcó muchísimo tanto en la vida personal como profesional.
“Me convertí en una fusión de lo que yo era y lo que iba recibiendo de ese proceso de nutrición. Siempre digo que Venezuela es mi segunda patria. Me queda el sabor a ella”.
El intercambio con el Presidente Chávez tuvo un significado particular para Alexander. “Su discurso me marcó y reafirmó el compromiso que tenía como joven y con el código de ética que firmé. Nos dijo que si los médicos cubanos llegaron a salvar vidas, nosotros sanaríamos el alma. Me inspiró a dar lo mejor, a salir cada mañana con una sonrisa, aun extrañando mi familia. Bajo la premisa de cumplirle a él y a Fidel, transmití a aquel pueblo todo lo que sé”.
Arte y enseñanza tienen tonalidades distintas; sin embargo, se complementan en la paleta del hoy especialista del Consejo Provincial de las Artes Plásticas.
“Es ilógico que un instructor de arte no sea artista. Se considera como tal con una doble condición, la de crear y la de saber instruir. El que se dedica a este tipo de educación es también creador, mientras un gran artista no siempre es buen maestro”.
En su producción plástica Chang detalla la silueta interna de ese ser que piensa, siente, padece, llora y ríe: el humano. “Me interesa mucho la estética de la abstracción; pero también estoy inmerso en una labor conceptual, a partir de instalaciones, videoarte y fotografía. Desde ahí trato de representar los sentimientos, las emociones, los estados de ánimo de ese momento de la creación”.
La fidelidad consigo mismo hace que sobrevenga, como la noche al día, el que no pueda simularse ante los demás: “Me interesa la obra sincera, para que el público pueda reconocerme y reconocerse”.
Y es que en sus fabulaciones lo abstracto de la introspección humana se conjuga con la realidad que le circunda. “Trato de representar el mundo interior, pero en el contexto contemporáneo. Me apoyo mucho en la frase de Carlos Marx donde dice que cada hombre se parece más a su época que a su propio padre”.
Gilberto Frómeta, Raúl Martínez, Flavio Garciandía, Roberto Fabelo y Nelson Domínguez devienen pinceles de referencia. Aunque, este muchacho de 26 años no se ata. “La creación ha de ser libre. Lo que me interesa es comunicar; ahora, de qué forma, con qué técnica, depende de la idea y hasta del lugar en que se va a exhibir. Eso hay que valorarlo con la almohada”.
Las musas tienen nombre: “Amor, naturaleza, familia, sociedad…”, una suerte de soplos al ojo del artista que incluso llega a volverse místico. “Le tengo mucho apego a un videoarte que titulé El Ojo del amo. Recontextualicé esa imagen del ojo espiritual que la gente ostenta en las casas, pues era el mío en un espacio expositivo, encima de la puerta de entrada a la galería Oscar Fernández Morera, simulando que miraba lo que acontecía”.
Esta instalación resultó Premio del XIII Salón de la Ciudad Juan A. Rodríguez Paz “El Monje”, en el 2009; mas, no clasifica como su preferida: “Me identifico con todas, pongo mis obras en el mismo pedestal”.
Otros salones como los de Poesía ilustrada Fayad Jamis, Pequeño Formato, Espíritu abstracto, Paisaje, PIXELART, GRABarte y el Provincial de Artes Plásticas, incluyen a Chang dentro de la muestra colectiva, con premios y menciones en varias ediciones.
Sugerencias, Caprichos de una abstracción, Para sombra y En fila emergen como algunas de las exposiciones personales. Crepúsculo, su última producción, no constituye el cierre creativo. Los proyectos se encaminan al grabado y al acercamiento a sus raíces mediante la estética del arte oriental.
Así, mientras muchos opinan que la contemporaneidad solo ofrece una práctica artística de reciclaje, Alexander Hernández cree que “es reciclada, pero con discursos novedosos, atemperados a los tiempos actuales y sus realidades. Pienso que esta generación no se parece a ninguna. Tiene una particularidad: la convergencia de técnicas y modos de decir, en cuanto a forma y contenido”.
¿Cómo pintarías la juventud cubana?
En una tela del tamaño del planeta para que el movimiento juvenil mundial tenga la oportunidad de disfrutar los mismos colores y las mismas formas de hacer que asumimos los jóvenes cubanos.
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