Doce artistas de la plástica espirituana exhiben en la Quinta Santa Elena obras que revelan códigos de la feminidad.
La presencia femenina en las artes plásticas espirituanas es tan escasa como dispersa. Tras la figura genesíaca de Selmira Fernández Morera, son muy pocos los nombres de mujer que recoge la historiografía del arte yayabero, donde los varones parecen llevan la voz cantante.
Sin embargo, basta con curiosear un poco en nuestro panorama artístico contemporáneo para descubrir varias artistas que, bien sea por medios propios o gracias al trabajo didáctico de la Academia Oscar Fernández Morera, se suman a las ya consagradas, y entre todas revalidan o van ocupando un espacio propio donde priman el talento y la pasión.
Por tal motivo, el Consejo Provincial de las Artes Plásticas, junto al proyecto de desarrollo local La Guayabera, dio la bienvenida al recién concluido Taller de Género y Creación El compromiso de mirar con Oficios de mujer, muestra colectiva que no defiende un concepto curatorial en específico, ni enarbola una tesis estética en particular, pues solo busca reunir por primera vez, en el mismo tiempo y lugar, a la mayor cantidad de creadoras que hayan nacido, vivan o trabajen en Sancti Spíritus.
La nómina de invitadas que por estos días exponen en la Quinta Santa Elena es amplia; el espectro temático, diverso, y abarca desde los meticulosos tapices bordados a punto de cruz por Luisa María Serrano (Lichi), hasta los emotivos acercamientos al universo infantil de Yelena Lorenzo, sin obviar la excelencia técnica de los carboncillos y óleos sobre lienzo ejecutados por Laura Vaillant, Lisyanet Rodríguez y Beatriz Lorenzo, o el lúdico coqueteo que caracteriza a la obra de Mayday Machado, cuya escultura de pequeño formato aborda los conflictos, anhelos e insatisfacciones de la mujer contemporánea en un juego de significados sexuales e identitarios donde órganos genitales y objetos de uso cotidiano entremezclan utilidad, mercantilismo y valor simbólico.
A su lado, las telas de Servanda Peña, Aurelia Beltrán y Mercedes González García, pintoras autodidactas que han sido adscritas en varias ocasiones al llamado arte popular o naif. Por último, vale mencionar la presencia de Ana Isabel Reyes, joven estudiante de escultura en la ya casi desaparecida academia trinitaria, y de Annia Toledo, cuyas naturalezas muertas ocupan un sitio privilegiado en el gusto y el recuerdo de muchos espirituanos.
Por si fuera poco, durante la inauguración se llevó a cabo un sugerente performance ideado por la escritora Yanetsy Pino, quien ofreció al público penes y vulvas horneados en pan; gesto tentador que permitió a los presentes seleccionar el comestible más adecuado a sus intereses y, de paso, intercambiar ideas sobre la pluralidad de las orientaciones sexuales, el carácter público o privado de las prácticas eróticas, el machismo y la libertad de expresión.
Por primera vez en la historia de la plástica espirituana, Oficios de mujer reúne a 12 féminas de diferentes generaciones que van del fregadero a la hornilla eléctrica tras una breve escala frente al caballete, se abandonan sin reservas al arte conceptual, o alternan peróxido y maquillajes con cámaras fotográficas para retratar el futuro. Quién sabe si mañana, a la vera del puente Yayabo, estas 12 reinas nos confiesen al oído: “En mi casa canta el gallo, pero quien manda es la gallina”.
(Por: Maikel José Rodríguez Calviño)
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.