En Taguasco un proyecto de atención a los lugares más intrincados ofrece mejores hábitos de salud, recreación sana y propuestas culturales autóctonas.
Aunque todavía no tiene patente, ni código de barras ni siquiera nombre oficial, el proyecto de atención integral a los asentamientos de más difícil acceso en el municipio espirituano de Taguasco puede ser exportado de inmediato a cualquier territorio que pretenda romper esquemas en un asunto tan controvertido como el trabajo comunitario.
Sus promotores en el Gobierno municipal dan por sentado que sin haber recibido instrucciones del nivel central ni presupuestos adicionales, en poco más de dos años la experiencia ha fraguado con notable grado de aceptación en decenas de bateyes y caseríos campesinos, diseminados por una geografía donde también predominan la falta de transporte, los caminos en mal estado y la carencia de otros servicios básicos.
Dos camiones y una guagua hacen el milagro de llevar la ciudad al campo en una suerte de expedición sui géneris que se produce una vez al mes -“llueva, truene o relampaguee”, aclaran los responsables-, y abarca atención médica especializada, gastronomía, servicios del hogar, ventas comerciales, y propuestas culturales y deportivas, entre otras.
Convencido de que en Taguasco tampoco han descubierto las bondades de El Dorado para la atención a las comunidades, Javier Brito Pérez, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, reconoce también los tropiezos cotidianos del proyecto y las deudas que todavía subyacen a pesar de mantener bien engrasado un sistema donde lo mismo cuentan las empresas del territorio que las cooperativas agropecuarias y los consejos populares.
“El mecanismo resulta doblemente útil -dice el presidente-: de una parte, con el acercamiento y la movilización de los servicios, se solucionan problemas y necesidades concretas en las comunidades; de otra, con la participación de los cuadros principales del territorio, se establece un vínculo de trabajo que también repercute a favor de los poblados”.
UNA AVENTURA CON “TODO INCLUIDO”
Gastronómicos encorbatados y especialistas médicos con la bata hasta la rodilla se han descubierto más de una vez rompiendo fango lo mismo en Los Tramojos que en Tres Guanos, Carrabayaná, Gómez Toro, Los Charcazos, Francisco Cabrera o en cualquiera de las decenas de comunidades campesinas de la jurisdicción taguasquense.
Aunque la verdadera historia de los llamados planes asistenciales en el municipio aún está por escribirse, se sabe que la gente de la gastronomía puede armar su quiosco y comenzar a vender arroz frito a la hora de haber llegado al lugar; que los culturosos preparan una feria hasta arriba de una piedra y que la gente del INDER no necesita de pistas sintéticas para poner a saltar o halar una soga a los guajiros de por acá.
La jornada, sin embargo, no es solo de fiesta y pachanga: la presencia del personal médico asegura consultas de optometría, estomatología y obstetricia; Servicios se ocupa en la reparación de electrodomésticos, las autoridades municipales revisan los llamados casos críticos y la Policía también hace lo suyo por si alguien pretende hacerse el largo y aguar la celebración.
“El plan no llega por sorpresa, se conoce con antelación, existe un cronograma aprobado y eso permite que se preparen tanto los actores de la comunidad sede como las empresas que participan en él”, explica Javier Brito.
Más de 30 ediciones han sido celebradas desde mediados de 2011 a la fecha, un saldo que los lugareños aplauden, pero le objetan los largos períodos de espera que han de mediar entre una vuelta y la otra. “Si aunque sea nos tocara tres veces al año fuera mucho mejor”, se lamenta monte adentro Juana María Acosta.
Para no reducir la atención comunitaria a la realización de los planes asistenciales, que obviamente por razones materiales no pueden cubrir todas las expectativas del vecindario, el Gobierno ha ideado un sistema de trabajo que incluye recorridos a los bateyes y asentamientos rurales todos los martes, de donde los principales dirigentes del municipio regresan con un inventario de las necesidades más apremiantes.
Pero el objetivo no es solo “descubrir el problema”, sino ayudar a resolverlo y, sobre todo, convocar a la comunidad y hacerla partícipe de la solución, una estrategia que ha permitido crear alianzas y, más que ello, remediar males comunes en toda la comarca, según hacen constar las autoridades locales.
En la CPA Desembarco del Granma, enclavada en el Consejo Popular La Yamagua, por ejemplo, los propios albañiles de la cooperativa con los recursos que aseguró el municipio transfiguraron la escuela primaria, el consultorio médico y la tienda de víveres, que hasta no hace mucho exhibían un deterioro avanzado.
“Cuando sacamos la carpintería vieja y la tienda se quedó sin puertas, la gente montó guardia durante varias noches para cuidar lo suyo”, recuerda Reemberto Clavero, delegado por 17 años en la circunscripción campesina.
MANGO VERDE: UN PROYECTO MADURO
Desde que en el año 2006 un grupo de soñadores apostó por el buen gusto y el rescate de las tradiciones musicales campesinas como manera efectiva de espantar la modorra, en la comunidad de Francisco Cabrera no han parado de aplaudir al proyecto sociocultural Mango Verde.
Profesores de la zona, campesinos enamorados del arte y la mano sabia del maestro y escritor Jesús Núñez Pérez han hecho madurar en poco tiempo un proyecto que incluye peñas para niños, jóvenes y ancianos, cine-debates y descargas a favor de la parranda, todo nacido del ingenio y la economía de sus integrantes.
Mango Verde al parecer heredó su nombre del cercano Mangos de Ciego Potrero, donde -según los historiadores- acamparon Maceo y Gómez en tránsito hacia Occidente, fue abanderado el naciente Ejército Libertador, y ascendido a General el luchador criollo Serafín Sánchez Valdivia y quizás del raro deleite de masticar la fruta cuando todavía no ha alcanzado la madurez suficiente para ser consumida, un gusto arraigado en esta sitiería y un poco más allá.
Lo mismo desde un círculo social, el portal de una escuela o el fondo de una casa de tabaco, la aureola de Mango Verde afortunadamente viene esparciéndose para bien del municipio e, incluso, proyectos más jóvenes ya consiguen con creces el reconocimiento popular en lo que constituye sin dudas una fórmula que, como advierten sus fundadores, sirve para recrearse, pero en Taguasco también ha ayudado a sanar.
Nada nuevo, lo que puede haber pasado es que pasara por etapas en que por un motivo u otro, se dejaron de realizar, pero desde los años 90 yo participaba, por ejemplo no se mencionan, barberos, zapateros, reparacion de efectos electricos, fogones, relojeros, recarga de fosforeras, ventas de la empresa de pan y dulce, creo que eran mas, pero no los recuerdo todos ahora. gracias.