Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) afirmaron este lunes que la paz es posible y las circunstancias son propicias para conseguirla.
Al cumplirse los 49 años del nacimiento de esa fuerza insurgente, el Secretariado de la guerrilla publicó un comunicado en el que destaca cómo comienza a sentirse con fuerza el deseo del pueblo colombiano por encontrar la paz.
«Ya Colombia entera expresa que la paz es el nombre de la justicia social», manifiesta.
En el texto, la guerrilla señala que no tiene la menor duda de la importancia de la mesa de diálogo con el Gobierno (con sede en La Habana).
Confiamos, agrega, en que el pueblo avanzará sin parar hacia esa mesa para hacerse oír, y que la comunidad internacional se encargará de blindar las pláticas para impedir que se rompan.
«La guerra tiene que ser terminada. Lo está exigiendo en las calles la inmensa mayoría de colombianos. Para materializar ese objetivo, esos esfuerzos tienen que armonizarse y coordinarse, unirse de manera sólida y pronunciarse de manera enérgica», señala.
Según expresan los insurgentes, «será imposible poner fin definitivo a la guerra en nuestro país si el bloque dominante de poder desconoce que la consecución de la paz implica profundas reformas de carácter estructural, en las instituciones y en la vida nacional, sin las cuales no desaparecerán jamás las causas del conflicto».
Nuestro país atraviesa por un momento histórico y crucial. La nación colombiana no puede permanecer más en silencio, como simple espectadora de unos diálogos en el exterior y a la expectativa de sus resultados, según el texto.
Al referirse a estas casi cinco décadas de lucha, las FARC-EP señalan que nacieron como un puñado de hombres y mujeres del pueblo, «obligados por la brutal violencia ejercida en beneficio de minorías privilegiadas por el poder del Estado, a alzarse en armas en defensa de su vida, su dignidad y sueños».
«Somos pueblo que enfrenta con armas las armas del poder y la riqueza. Sentimos por tanto el más inmenso aprecio por la paz que nos robaron, la paz que le robaron a Colombia los negociantes y politiqueros. Nunca hemos querido la guerra», aseveran.
Para ellos, «el no a la guerra tiene que ser un sí a la reforma agraria integral, un sí rotundo al freno de la locomotora minera, a una Asamblea Nacional Constituyente que consagre efectivas garantías democráticas, un sí a la desmilitarización del territorio nacional».
Los insurgentes expresan que, cuando comenzaron los acercamientos con el Gobierno, no iban a desechar los ofrecimientos del presidente Juan Manuel Santos para intentar la vía de una solución civilizada y dialogada al conflicto colombiano.
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