Gallos a la deriva

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La ubicación de los Gallos en la 53 Serie Nacional de Beisbol va más allá de las derrotas.

 

La Serie 53 intentó huir de las lluvias de octubre y tropezó con las de noviembre, de modo que ya resultan varios los partidos sus­pendidos, aplazados o interrumpidos.

Pero no es de agua que vengo a hablar, como no sea la que necesitan los Gallos para revivir de su mortandad. ¿O será algo más que agua lo que precisan para salir de su marasmo con toques de martirio?

Si recuerdan bien, los inicios de los Gallos no han sido buenos en sentido general, y el de la pasada campaña fue una excepción. Mas, ahora no se trata de simples derrotas.

Un robo de home con la bola en manos del receptor, una primera sin cubrir para malograr un out, más de un corredor cogido fuera de lugar… parecen demasiados deslices para un equipo que participa en un torneo de ese nivel y que, por más novatos que tenga, posee hombres con suficiente oficio para no caer en desempeños que rozan con lo infantil o con los piquetes de manigua, como alcanzó a decir Edelio Ventura, pegado a su radio.

Dos nocauts y dos lechadas en un mismo día (10-0 y 14-0) parecen, más que un récord, una vergüenza. ¿Asistimos al desmoronamiento de los Gallos, o debería decir a su desmorali­zación?

Todo ello ocurre fuera y a la par de las estadísticas, que tampoco dejan margen a la especulación.

Aunque era advertible una merma ofensiva, tal como ocurre en la media de la campaña (se batea sobre los 260), hoy lo más preocupante no es el bateo (253 hasta el jueves), sino su marcada improductividad.

A Sancti Spíritus le cuesta ansias anotar carreras al punto de que es el tercer equipo que menos consigue (64), un promedio de tres por partido. Y no es porque haya carecido de opciones: 285 corredores han estado en posición anotadora y solo 45 (cerca de un 14 por ciento) han llegado a home. La ecuación se explica sola: los Gallos piden a gritos im­pulsadores.

Un dato parece revelador: las que les to­can “por la libreta” a Frederich Cepeda y Eriel Sánchez, ocupantes de los puestos 3 y 4 en la alineación “irregular”, se extrañan y apenas han empujado nueve (seis y tres, respectivamente), las mismas logradas por Yunier Mendoza, que parece levantar, y Liván Monteagudo.

Al parecer Cepeda no se ha encontrado en su forma habitual después de casi cinco meses alejado del madero por cuenta de su operación, en tanto Eriel jugó con dolencias hasta que pudo.

Las variantes que previeron sus directivos para conseguir las carreras poco se han visto. Y si una de ellas era correr, muy poco podrán avanzar, pues para un equipo que le cuesta trabajo anotar desde segunda con un hit el colmo es que no aparezca el bateo de largo alcance para impulsar.

Otro elemento. Un elenco que no sabe robar, ¿por qué malogra tantas potenciales carreras?: de 16 intentos solo habían concretado cinco.

Habrá que inventar otras alternativas en una alineación que no tiene mucho para donde virarse, de ahí que no se haya podido encontrar estabilidad, desde un Robersis Ramos que necesita afianzarse como hombre proa hasta un Yordan Calaña que no ha rebasado los 170 de promedio.

Del resto de los hombres no se esperaba mucho más de cuanto han dado, sobre todo si tenemos en cuenta que el no batear es un mal endémico que aquí se arrastra desde las categorías inferiores, con la excepción de Daviel Gómez, que si se afincara en la defensa pudiera adueñarse de una posición, pues se embasa con facilidad y ha logrado batear sobre los 400.

Lo de la defensa es más de lo mismo, por lo cual no causa sorpresas su ubicación en el último lugar.

Enderezado el comienzo de Ismel Jiménez, que también fue torcido, le toca al pitcheo cuidar mejor las pocas carreras que el equipo consigue.

Y aquí Aragón y sus técnicos de pitcheo tendrán que decidir si mantienen a Noelvis Hernández como abridor o buscan cualquier otra variante, si la encuentran, que al menos camine las tres o cuatro entradas que hoy ha logrado el fomentense, quien no parece recuperado de las dolencias que tuvo antes de la campaña: le batean para 400 con 9.53 PCL en 11 y un tercio de labor.

Otro tanto deberán decidir sobre Omar Guardarrama, fatal como apagafuegos este año, sin contar que otros abridores como Javier Vázquez y Yuen Socarrás han sido intermitentes, tanto como el intermedio Yaniel Sosa.

Menos mal que Carlos M. Sierra comenzó a enseñar los dotes que tuvo en sus años juveniles y ha sido paño de lágrimas en los inicios, al igual que Ángel Peña, aun cuando en su última salida no pudo conseguir sus ansiados 1 000 ponches, a pesar de enfrentar a 23 hombres.

De modo que si Sancti Spíritus no está peor es porque en este cachumbambé de la arrancada ningún elenco ha logrado marcar grandes diferencias, solo que mientras pasen los días no solo se va dependiendo de cuanto hagan ellos, sino también de lo que puedan hacer los que les anteceden en la tabla de posiciones.

No estoy anunciando, sin embargo, la muerte prematura de los Gallos. Se trata de cambiar de actitud y retomar la misma que pregonó el equipo antes de la competencia, sobre todo cuando en el cielo se anuncian nubarrones con el enfrentamiento ante Matanzas durante domingo lunes y martes en casa propia.