Gallos en tiempo de descuento

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Aunque algunos apelen a las mátemáticas en defensa del equipo, los Gallos están por decirle adiós a la campaña 53.

Ahora que a los espirituanos, al menos a una parte de ellos, les ha dado por cogerles lástima a los Gallos, habrá que sortear el escollo de las emociones para no quedar en deudas con la justicia, si es que tal término cabe cuando de criterios beisboleros se trata.

La debacle de los locales ha agrupado a la afición en bandos, cada uno con sus argumentos, visiones y sentimientos, tal como lo han hecho notar luego de la publicación del comentario “Gallos a la deriva”.

Pero no acostumbro a evaluar los sucesos por donde me lleve la corriente. Apenas intento descontaminarme de esta o aquella apreciación y valorar el hecho desde fuera, con la convicción de que las verdades, a la luz de la filosofía, suelen ser relativas.

Así, le invito a ponerse el traje con la etiqueta de la razón y a guardar en el armario el de la pasión. Por el rumbo de las estadísticas a Sancti Spíritus se le acabaron las opciones. Y eso, más que inspirar lástima, es lamentable, justo cuando a la serie le quedan apenas 13 partidos y el equipo intenta mostrar otra cara.

Aunque algunos como David, el bodeguero, sueñen con ganar todos los encuentros, los Gallos están por decirle adiós a la campaña 53.

En matemáticas la zona de clasificación está a su alcance. En la realidad, no solo necesitarían ganar lo que queda, sino esperar por que siete equipos pierdan en similar proporción, algo imposible si nos atenemos a que estos se medirán entre ellos, lo que supone un lógico sube y baja.

Reconozco que en los últimos partidos el equipo ha lucido mejor, tal vez para mostrar que existían reservas. La reacción es, sin embargo, muy tardía, como el enfermo en coma que apenas se mantiene por respiración artificial. Y es que cuando el bateo finalmente pasó a cuidados intermedios, el pitcheo entró en terapia y la defensa mantiene su cama fija y acoplada.

Muy mal les ha ido a los lanzadores, pero sobre todo a sus abridores, que promedian por encima de 4.30 (lugar 13) y los contrarios le batean sobre 300, mientras los jugadores fabrican tres carreras y fracción por partido (el segundo equipo que menos anota). Por ahí pueden andar algunas explicaciones.

Solo seis victorias han conseguido los cinco abridores. Pero lo más llamativo no es solo que Ismel Jiménez, quien cerró la primera fase del año pasado con nueve victorias sin derrotas, ahora solo acumule dos triunfos, sino que Yovani Aragón no ha encontrado pitchers confiables en un staff impredecible, donde un Javier Vázquez es capaz de caminar seis entradas como relevo ante Santiago de Cuba, pero en otro momento explota casi sin poner los pies en el box. Algo similar a lo de Noelvis Hernández, con solo una salida efectiva o Yuen Socarrás, que a duras penas llega a un quinto capítulo, o un Omar Guadarrama que, al parecer, nunca se recompuso de su brazo, pues en siete salidas no ha podido salvar ningún partido, luego de dos años con más de 10 salvamentos.

Menos mal que Carlos M. Sierra ha podido suplir en parte ese rol, algo que quizás haya imposibilitado que los técnicos lo miren con mejores ojos para abrir en busca de al menos “adelantar” los partidos.

El bateo, aunque comenzó a despertar, ya había dejado atrás demasiadas deudas, sobre todo en un segundo tercio en que el equipo acumuló apenas tres triunfos y 12 reveses para ir al sótano desde donde no ha podido salir. ¿Que pudieron hacerlo mejor?, lo demuestran ellos mismos, un desempeño que nos remite otra vez, con el perdón de los técnicos, al diseño de la preparación. La reacción ha llegado justo cuando no han tenido en sus filas a dos de sus regulares: Eriel Sánchez y Yunier Mendoza, ambos por lesión.

¿Que Aragón ha tenido que inventar con una alineación que además carece de banco, como muestra la inefectividad de los emergentes, con solo una carrera impulsada entre 48 opciones y solo 10 hits? Nadie lo ha negado. ¿Que ha intentado buscar carreras hasta con variantes cuestionables como la de sacrificar a Baguet desde un primer inning en el partido del jueves frente a Santiago? Es de insensatos no aprobarlo en una nómina que se quedó sin respuestas de su columna vertebral y donde el máximo impulsador, Monteagudo (14), no se acerca a los primeros de la serie. Y eso que los jonroneros se han ido de vacaciones (solo seis tenía el líder).

Pero entre el bateo inoportuno (es el equipo que más corredores deja en bases y el que menos impulsa en posición anotadora) y el mal corrido más de una victoria ha quedado en el camino.

Y si el equipo encontró en Daviel Gómez un sustituto eficaz para el primer bate, no solo por inscribirse por méritos propios como el quinto entre los primeros bateadores de la campaña, sino por la manera en que lucha por embasarse, es lamentable que sus manos no sean mejores para adueñarse del siol, una posición por donde se ha ido casi un campeonato.

Este elemento, sin dudas, ha debilitado la línea central, limitada por la ausencia de Eriel, aunque justo es reconocer que en su debut Yunior Ibarra ha calzado bien los arreos con un promedio defensivo sobre los 980 y un favorable balance entre cogidos robando y robos de base, que si no ha sido mejor se lo debe al mal cuidado de los corredores por parte de los pitchers. Lo que sus carencias ofensivas no le han permitido lo ha compensado como un tocador efectivo, entre los primeros de la lid.

Los Gallos están en tiempo de descuento. Tienen, sin embargo, una opción: ofrecer un espectáculo diferente a su afición, al menos a esa que se ha mantenido fiel en las malas y ha aportado el oasis en las desérticas gradas del “Huelga” o los ha seguido a corazón partido en las trasmisiones radiales. Tienen también la opción de salir del frío sótano cuando se midan con Cienfuegos, Camagüey, Artemisa e Isla de la Juventud.

Para el final dejemos los porqués. Les insto a buscar los suyos; de este lado los seguiré respetando todos, aunque se arropen bajo clones o seudónimos.