Símbolo de la cultura espirituana y maestro con la guitarra entre sus dedos, Alcides Ríos Cañizares confiesa a Escambray su devoción por la música.
Es la primera vez que lo veo sin guitarra. También sin su clásica guayabera. Ahora no lo miro desde lejos y nos separa solo el brazo con la grabadora. Mientras la pregunta aguarda en los labios y el tiempo se deshace en un vaso de agua, el maestro Alcides Ríos Cañizares se adelanta. “Estoy librando una lucha por mi vida porque deseo muy pronto volver a tocar las cuerdas que definieron al Alcides músico y persona; esa guitarra me espera sobre mi cama en Jatibonico y su armonía es el canto de sirena que me hace pensar constantemente en el regreso”.
Hasta Ciego de Ávila llegó Escambray en busca de las historias de Ríos Cañizares, quien se reclina en un sillón a contarlas entre el aroma del café.
“Yo empecé a tocar guitarra de forma autodidacta, con un grupo de amigos, dábamos fiestas, serenatas, cumpleaños. A finales de1955 me lo tomé con mayor seriedad. José Ángel Silva y Claudio Rijo fueron los que completaron aquel primer trío que se llamó Renovación. Nos gustaba interpretar números del trío Matamoros, Los Panchos, sobre todo los sones El que siembra su maíz, Lágrimas negras…; hasta teníamos un programa en la antigua emisora local. No recuerdo si se llamaba Aires de Jatibonico o Melodías, lo importante es que cuando comenzamos en la radio el trío cambió su nombre original por el de Combo Los Lisonjeros, con Edel Puentes, Claudio Rijo y yo.
“En esa agrupación me hice músico junto con mis compañeros, nuestro repertorio era escrito, yo hacía los arreglos. La fe de mis conocimientos de todo tipo la adquirí con Los Lisonjeros, nosotros estábamos muy orgullosos porque donde quiera que nos presentábamos, casi en toda la isla, siempre se decía: Combo Los Lisonjeros, de Jatibonico”.
¿Por qué todos se refieren a usted como el maestro?
Me dicen así de cariño, porque son mis amigos, mis compañeros, yo siempre he ayudado mucho a todo el que me necesite y entonces ellos, para gratificarme, me llaman el maestro Alcides Ríos.
¿Se califica cultor a ultranzas de la música campesina o más bien apuesta por lo tradicional?
Ambas me gustan mucho porque tanto en una como en otra están nuestras raíces. Todas mis composiciones llevan elementos del campo, la palmera, el aroma, el murmullo del arroyuelo, las aves… Tengo una guajira que se llama La guitarra y el sinsonte. He escrito sones montunos, canciones románicas, boleros.
Montuno a Jatibonico es una de las piezas que más quiero, salió de un concurso con motivo de la Semana de Cultura y resultó ganadora, ha sido el tema que a partir de ese momento identifica a Jatibonico en los medios locales, me siento muy feliz de que haya logrado esa popularidad.
¿Se han roto mucho las cuerdas de esa guitarra que es su vida?
Siempre uno tiene tropiezos que van saliendo en el propio trabajo. Cuando la última evaluación, la agrupación fue anulada por una comisión enviada de la capital, no quiero recordar aquel 16 de febrero del año 1990. Sin dudas, existían algunos errores musicales, pero no comprendí nunca que silenciaran una obra de casi 20 años. Aquello fue un golpe muy duro. Posteriormente, me reclamaron de Los Pinares y me fui a trabajar a Radio Sancti Spíritus, así pude salir del bache.
¿No piensa separarse nunca de su guitarra?
No, aun con el problema de mi enfermedad, siempre la tengo a mano; ahora no la ves porque estoy en Ciego en casa de mi hermana haciendo un tratamiento médico, pero cuando estoy en mi casa, en mi cama, al lado mío siempre está la guitarra y cuando tengo un minuto la cojo y estiro un poco los dedos.
¿En su otra vida volvería a ser el músico que es hoy?
Si me dan la oportunidad, sí.
¿Qué me contestaría si le pregunto por Jatibonico?
Mi patria.
¿Amigos?
Pedro Ortiz, Aquiles Marcial, Abundio Placencia, José, Marlene, es más, no se pueden contar.
¿Un amor?
Nereida Fernández y mis hijos.
¿Esperanzas?
Curarme pronto de esta enfermedad.
* Estudiante de Periodismo
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