La bendición de un hijo

Muchas parejas en Sancti Spíritus tienen que esperar años para poder lograr un embarazo. Factores ambientales y biológicas atentan contra la fecundidad. Había intentado resignarse a no sentir nunca las patadas dentro del vientre y a no usar jamás los vestidos anchos para no apretar la inmensa barriga. Había creído

Buena parte de quienes acuden a las consultas de infertilidad logran engendrar un hijo.Muchas parejas en Sancti Spíritus tienen que esperar años para poder lograr un embarazo. Factores ambientales y biológicas atentan contra la fecundidad.

Había intentado resignarse a no sentir nunca las patadas dentro del vientre y a no usar jamás los vestidos anchos para no apretar la inmensa barriga. Había creído poder soportar los desvelos de casi una década donde no dejó de marcar en el calendario los días de ovulación ni los atrasos que se desvanecían luego de unas cuantas horas. Lo había intentado sin remedio porque, aun sin ascos a sazones ni preferencias por una comida, siempre le rondaba el mismo y único antojo: un hijo.

Antes, cuando su reloj biológico no auguraba ningún ultimátum, había llegado al médico sin más síntomas: “No he salido embarazada nunca y no lo he evitado”, dijo casi en un suspiro. La frase contenida por mucho tiempo sería el catalizador para comenzar una vida de exámenes interminables y de consultas periódicas que se sucedieron sin ausencias durante ocho años. Desde entonces aquellos turnos vendrían a ser otro episodio en su historia de zozobras.

Pero Rudisneysi Piñero no era la única con tales desvelos. Otras también compartían asientos a las afueras de la consulta de atención a la pareja infértil en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos y más de una vez hasta confundieron angustias ajenas con las propias.

Algunas jamás han podido amamantar a un bebé; pero una buena parte de quienes acuden a estas consultas logran engendrar un hijo. Sin embargo, la infertilidad sigue siendo más que un problema de dos.

Doctor José Francisco Hernández Díaz.EN BUSCA DE UN SUEÑO

Dicen que desde la década del 80 del pasado siglo en la provincia ha existido una consulta para atender a aquellas parejas que, por varias patologías y factores, se les dificulta la concepción. No obstante, en el 2006 es que tales atenciones comienzan a formar parte de un programa del Ministerio de Salud Pública, surgido también a la luz de los bajos índices de natalidad que padece la isla. De ahí que hoy abran sus puertas en todos los municipios del territorio desde donde se remiten a las consultas provinciales los casos más complejos.

Al decir del doctor José Francisco Hernández Díaz, especialista en Ginecobstetricia y quien imparte la consulta de atención a la pareja infértil en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, para insertarse en estos servicios se necesitan algunos requisitos, acaso porque tener un hijo no debe ser una decisión que se tome a la ligera.

“La pareja debe tener condiciones sociales y ambientales acordes para traer un bebé al mundo y tampoco pueden ser parejas disfuncionales, sino que se atienden a aquellas capaces de poder aportar un ente social adecuado”, afirma Hernández Díaz.

Aun cuando la asistencia médica es integral -porque el seguimiento de los casos también recae en biólogos, nutriólogos, psicólogos-, el tratamiento de mayor complejidad que se asume en la provincia es la inseminación artificial directa, pues los procederes más complejos, como la inseminación in vitro, se efectúan en centros regionales ubicados en La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba.

No obstante, para garantizar la atención también existen laboratorios de infertilidad masculina y femenina en varios policlínicos de la cabecera provincial y en los municipios de Yaguajay, Trinidad, Cabaiguán, Taguasco, Fomento y Jatibonico, donde, además de los espermeogramas, se realizan tests cervicales que facilitan la investigación médica en las féminas.

Más allá de tales garantías, en algo coinciden los especialistas: la fecundidad no depende únicamente de la voluntariedad de la pareja ni la búsqueda infructuosa de un embarazo durante meses puede ser síntoma de infertilidad. Según José Francisco Hernández Díaz, el asunto tiene causas diversas, que van desde biológicas hasta ambientales.

“Varios factores pueden conllevar a ello -subraya el galeno-, entre ellos las inflamaciones pélvicas, las enfermedades de transmisión sexual, factores ambientales como el tabaquismo, el alcoholismo o personas que trabajan con insecticidas o productos fertilizantes; pero también están las drogas y el aborto, este último que se está realizando en edades cada vez más tempranas, sobre todo en la adolescencia, y se convierte en un problema de salud”.

De ahí que a sabiendas de tales factores, la mirada recaiga en la prevención, uno de los pocos modos de evitar males mayores. “Lo fundamental es impedir que la pareja llegue a la infertilidad; hay que contrarrestar estos factores para que no se enfermen esos pacientes”, señala Hernández Díaz.

Entre las principales causas que atentan contra la fertilidad de las espirituanas, apunta el especialista las relacionadas con padecimientos tubáricos, ovulatorios y hormonales; una vez diagnosticada la patología, los exámenes se dirigen a tratar las causas en pos de una cura que se torna empeño común: engendrar un hijo.

PESARES Y ALEGRÍAS COMPARTIDOS

“Después de muchos estudios determinaron que no tenía ningún problema, pero los espermatozoides de mi esposo presentaban poca movilidad -confiesa Rudisneysi Piñero-. Un día no hice más nada y de pronto salí embarazada, por supuesto que casi no lo creía y luego de tres años de tener mi primer hijo volví a salir embarazada”.

Su historia no es singular. Solo durante el pasado año más de 60 parejas lograron tener un bebé; de enero a la fecha la cifra de pacientes atendidas supera el centenar y más de una docena ha salido embarazada. Pero los lazos de la pareja con los médicos y enfermeras de la consulta no terminan cuando los esfuerzos comienzan a tomar forma humana dentro de la futura mamá. Suelen prolongarse de por vida, aunque los sobresaltos también se comparten durante los nueve meses.

Tanto que Zeida Rosa Seoane Pereira, la enfermera que durante años ha permanecido en la consulta, pudiera recordar con nombres y apellidos a muchos de quienes se han convertido en padres en aquel local sin grandes comodidades. Todavía, de vez en vez, revive las mismas emociones en el salón de parto.

“La mayoría, sobre todo cuando viven en la cabecera provincial o municipios cercanos, se siguen el embarazo con el médico de aquí y a en ocasiones asistimos hasta el parto. Uno sufre cada tropiezo y disfruta también los logros de cada pareja como si se tratara de nosotros mismos”, sostiene Seoane Pereira.

Bien lo sabe Zoila Irene Soto del Valle, especialista en Laboratorio Clínico, quien interviene en la inseminación artificial directa que se realiza a aquellas pacientes que lo requieren. “Uno lucha junto a ellas, a veces hay que hacer hasta tres inseminaciones y es una satisfacción saber que en muchos casos este proceder permite el deseado embarazo”.

Nadie como quienes esperan a las afueras de la consulta ni como los propios especialistas para aquilatar tanto desasosiego. Engendrar un bebé, más que un acto de dos, se convierte entonces en un conjuro de otros que también pudieran inscribirse como padres. Basta una recurrida pregunta para sondear tantos afectos.

-¿Satisfacciones, doctor? –pregunta Escambray, a sabiendas de la perogrullada.

-Después de tanto casi son hijos de uno. Las satisfacciones…

Se interrumpe. En la puerta de la consulta la voz de la enfermera no admite esperas:

-Doctor, la paciente ya está en el salón de partos.

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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