La epopeya del Escambray (+fotos)

Con la llegada del Che al Escambray espirituano el bastión guerrillero dio un paso de gigante hacia el triunfo en Las Villas. Sierra de Guamuhaya, marzo y abril de 1958: grandes contingentes de tropas del ejército de la tiranía penetraron por distintos puntos de la cordillera con el objetivo de

El Che —tercero por la izquierda— y sus hombres fueron acogidos como hermanos por los combatientes del Directorio. Con la llegada del Che al Escambray espirituano el bastión guerrillero dio un paso de gigante hacia el triunfo en Las Villas.

Sierra de Guamuhaya, marzo y abril de 1958: grandes contingentes de tropas del ejército de la tiranía penetraron por distintos puntos de la cordillera con el objetivo de aniquilar a los guerrilleros del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y así impedir que pudieran abrir un nuevo frente de lucha en la estratégica región central de Cuba.

Para entonces, según confirman documentos, el Estado Mayor del Ejército estaba perfectamente al tanto de la llegada desde el extranjero, el 13 de febrero, de una expedición armada comandada por Faure Chomón Mediavilla, devenido secretario general del Directorio tras la reorganización que siguió a la muerte del líder de la organización y presidente de la FEU José Antonio Echeverría Bianchi.

Sin embargo, el empeño militar comenzó a tropezar casi desde un inicio. El 3 de abril de 1958, unidades del régimen lograron sorprender a los hombres del Directorio en Charco Azul y les causaron dos bajas fatales, pero los rebeldes, armados con modernas carabinas y fusiles automáticos, frutos del alijo expedicionario, se repusieron y contraatacaron, lo que provocó al enemigo numerosas pérdidas entre muertos y heridos, hasta obligarlo a batirse en retirada.

Esta acción inicial de envergadura marcó el comienzo de la contraofensiva insurgente,a la que sucedieron operaciones importantes que terminaron en descalabros para los efectivos del régimen; ejemplo de estos son Guanayara, Pico Tuerto, Manantiales, La Diana, Río Negro, Soledad y Chalet de Lora, entre otras.

Como aseguró en entrevista para Escambray en febrero de 1983 el fallecido dirigente del Directorio, Humberto Castelló, de hecho, el Escambray era ya territorio libre a mediados de 1958, aunque el enemigo hizo un postrer esfuerzo y entró a fines de julio hasta Guanayara, donde quemó algunas casas y cometió atropellos con los vecinos del lugar, y también logró llegar a Nuevo Mundo, pero todo quedó ahí.

En julio se produjo el rompimiento definitivo con Eloy Gutiérrez Menoyo, quien había sido enviado con antelación por el Directorio para iniciar los preparativos del futuro frente guerrillero en el lomerío del sur de Las Villas, pero luego usurpó el nombre de II Frente Nacional del Escambray, y a raíz de esos hechos se retiró con parte de la tropa y se llevó las armas que se le confiaron, para él formar un grupo aparte.

El Che en el Pedrero en los días finales de la epopeya.Esto, indudablemente, resultó un duro golpe para el movimiento, por cuanto sus efectivos se vieron reducidos, de momento, a entre 30 y 35 combatientes. Sin embargo, los jefes del Directorio, lejos de amilanarse, decidieron desarrollar acciones continuadas que se tradujeron en el incremento de la moral combativa y la incorporación de nuevos soldados insurrectos.

Así, poco después de la incursión en Güinía de Miranda, el 13 de octubre, el Frente hizo una operación comando sobre las localidades de Fomento y Placetas, en apoyo a las columnas invasoras de Camilo y Che, la primera de las cuales había llegado el 7 de ese mes al norte espirituano, mientras la segunda cubría sus últimas jornadas hacia las montañas del sur.

LA CARTA DE LA DISCORDIA

El 16 de octubre de 1958 la Columna Invasora No. 8 Ciro Redondo, al mando del inolvidable comandante Ernesto Che Guevara de la Serna, hizo su primer campamento en el lomerío de Guamuhaya, en un lugar conocido como Planta Cantú, en la jurisdicción de Sancti Spíritus.

La alegría fue desbordante en la tropa rebelde a pesar del estado calamitoso de los hombres después de su viaje infernal de más de 600 kilómetros desde la Sierra Maestra, pero no todo fue color de rosa. Esa tarde se presentó en Planta Cantú un emisario del II Frente Nacional del Escambray, quien le entregó al Che una carta del titulado comandante Jesús Carreras, escrita en términos irrespetuosos y amenazantes, en la cual le puso límites territoriales y políticos a los recién llegados.

Mientras, Faure Chomón, secretario general del Directorio 13-Marzo, mandó al comandante Antonio “Tony” Santiago y a los capitanes Ramón “Mongo” González Coro y José Moleón para contactar con el Che e invitarlo al campamento general de esa agrupación en Dos Arroyos.

El encuentro se produjo el 21 de octubre en el lugar citado. Allí ambas fuerzas y sus comandantes se saludaron. Plena solidaridad y regocijo en el momento de compartir los combatientes el guerrillero rancho, conscientes de que peleaban por un mismo ideal.

Chomón informó al Che de las tropelías de los jefes del II Frente, pero el anhelo y la necesidad de lograr la unidad entre quienes combatían contra Batista hizo que Guevara aconsejara prudencia a su interlocutor y sugiriera esperar para ver el resultado de las gestiones que se proponía realizar.

Para el 23 de octubre la Columna No. 8 llegó a Caballete de Casa y el Che fijó allí su Comandancia. El 7 de noviembre de 1958, en una carta a Chomón, el argentino le dio cuenta de los continuos roces con la gente del II Frente, quienes llegaron incluso a hacer objeto de “(…) una franca agresión a unos de mis capitanes en la zona de San Blas”.

Y agregaba el guerrillero: “Esa delicada situación hace imposible llegar a un acuerdo con la citada organización”. En vista de lo anterior, el Comandante propuso a Faure realizar “conversaciones concretas sobre todos los puntos de interés de nuestras respectivas organizaciones”. Ese fue el antecedente histórico del futuro pacto de unidad entre las fuerzas que se oponían a Batista.

QUE HABLEN LAS ARMAS

En la emisora rebelde en Caballete de Casa.No bien llegado el Che al Escambray expresó su voluntad de iniciar lo antes posible acciones ofensivas contra el régimen. De ahí su ataque al cuartel de Güinía de Miranda el 26 de octubre, apenas transcurridos 10 días de su arribo a la zona.

Le seguirían el asalto a Caracusey por el Directorio y las acciones por el control de las vías de comunicación; el primer objetivo materializado fue el fracaso de la farsa electoral, efectuada por el régimen el 3 de noviembre. Junto con la redoblada actividad del Frente Norte, liderado por Camilo, las tropas del Che incrementaron su accionar en las estribaciones del lomerío, y en medio de este esfuerzo trasladaron su Comandancia para el poblado de El Pedrero.

A inicios de diciembre, el enemigo lanzó una ofensiva contra esa localidad con más de 1 000 soldados y apoyo aéreo, artillero y de blindados, desde tres direcciones convergentes, pero las fuerzas revolucionarias hacieron fracasar los sucesivos intentos de los soldados por avanzar, y ya el día 5 los atacantes se vieron obligados a retirarse con sensibles pérdidas, sin alcanzar su propósito.

Fue el canto de cisne del poder ofensivo de las tropas del régimen, las que no pudieron impedir siquiera la firma el primero de diciembre en ese enclave guerrillero del famoso Pacto de El Pedrero, que sellaba la unidad combativa y política del Movimiento 26 de Julio y el Directorio 13-Marzo, convenio al que poco después se sumaría el Partido Socialista Popular.

A LAS PUERTAS DEL TRIUNFO

Todo quedaba listo para la ofensiva final contra el batistato, pues desde el arribo de las columnas invasoras de Camilo y Che a esta región central de Cuba, en menos de tres meses de accionar incansable, una provincia completa, Las Villas, ya era prácticamente territorio libre, las vías de comunicación estaban a merced del embate insurgente y solo le quedaban al enemigo en sus 21 400 kilómetros cuadrados, los pueblos y ciudades más importantes.

La embestida, acelerada también por las resonantes victorias del Ejército Rebelde en la antigua provincia de Oriente bajo el mando del Comandante en Jefe Fidel Castro, precipitaría el desplome de la dictadura en cuestión de pocas semanas, pero la historia recoge que fueron los últimos 15 días de aquella vorágine libertaria los que realmente marcaron en el imaginario popular la inconmensurable dimensión de la epopeya.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

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