El miércoles 9 de enero del 2013 en el estadio José Antonio Huelga Ismel Jiménez llegó a la victoria 100.
A estadio relleno. Así como lo había soñado, Ismel Jiménez Santiago conquistó su victoria 100 en Series Nacionales, en la noche del miércoles 9 de enero del 2013 en el estadio José Antonio Huelga. No sufrió el trauma que suele acompañar a cualquier pelotero en tamañas proezas, ni la enorme expectativa que precedió la jornada. “Voy por la victoria 100”, diría en la antesala de la temporada. Bastaron ocho salidas y siete triunfos sin la sombra de un revés.
No tenía, como casi siempre, ese slider endemoniado, su arma letal, ni esa recta pegada convertida en cuchillo: “Para un lanzador como yo, con un slider que rompe hacia fuera, el único lanzamiento que lo defiende es la recta pegada, es muy difícil de batear”.
Tampoco lucía ese control que había reducido a cuatro los boletos en los partidos anteriores: “Se logra con mucho entrenamiento, no quitarle el ojo al objetivo, trabajar sobre el equilibrio del cuerpo, estabilizar una sola mecánica, después va lo físico. Corro lo que me toca, me guío por mis entrenadores, aunque a veces me tienen que frenar”.
Pero Ismel, que con 26 años ya es un hombre de clase, apeló a sus armas y caminó cinco innings y dos tercios, suficientes para el triunfo rotundo en medio del drama y la tensión: “No me gustó el pitcheo que hice, lancé mucho al principio, pero estoy contento con la victoria, ha sido un año de mucho sacrificio, de muchos problemas personales, mi padre hasta se cayó de una placa y estuvo mal”.
Desde las gradas todos lanzaron. En derredor, el equipo entero aupó su triunfo: “Desde la primera hasta la 100, todas las victorias son de los Gallos, sin ellos no hubieran sido posibles”. Esta vez Eriel echó a un lado sus dolores y bateó de 4-4 con dos jonrones, para redondear la ayuda que detrás del home le ha dispensado siempre: “Me ha ayudado mucho, sobre todo a pensar, tengo que agradecerle en mi carrera porque cuando llegué, él conocía más a los bateadores que yo”.
La ansiedad que rondó el box y su rostro, es típica en este tipo de hazañas, que en Sancti Spíritus solo han ganado otros tres hombres: Yovani Aragón (156), Ángel Peña (123) y Roberto Ramos (122). Encontró a un Mayabeque bien plantado que vendió cara su derrota. Sorteó los peligros, los siete hits y hasta un posible empate en tercera a punto de despedirse con su quinto ponche de la noche y el 45 que lo ratifican como líder: “Me cuido de todos, aquí lo hice con Molinet y Danger me bateó, así es la pelota. Me cuido de los bateadores débiles, cuando empecé me costaban trabajo el tercero y el cuarto bate, y me enfrasqué en trabajar con el resto para que los bateadores buenos vengan con bases limpias, en el partido voy mirando quién va a atrás y a quién puedo cambiar por quién”.
Dominó como pudo los nervios y la presión: “Quien diga que no siente presión en situaciones así, creo que no es sincero, salí tenso, pero comencé a dar strike y se me fue yendo de la mente”.
El aplauso cerrado y un estadio puesto de pie, adelantaban el suceso. La tensión, lejos de ceder, creció. No se sentó más en la noche. Toda su energía la concentró en Yasniel Sosa, su primer reemplazo; Omar Guardarrama, su coterráneo, le permitió saborear la centena en familia.
Y se hizo la fiesta colectiva de la mano de sus compañeros, de su público que se quedó más allá del out 27, de las máximas autoridades del Partido, del Gobierno y el INDER que le prodigaron el reconocimiento oportuno. “Doy las gracias a todos, a ellos dedico mi triunfo, a mis padres, mi familia, mis amigos y, en particular, a mi pueblo de Trinidad que envió desde temprano una representación”.
Al unísono, los libros se apresuraron para atrapar la proeza: es el segundo lanzador en la historia de las Series Nacionales de Béisbol con mejor promedio de ganados y perdidos 100-38 (724), detrás de Orlando “El Duque” Hernández (126 y 47, 728 en 10 campañas) y junto a Norge Luis Vera (176-68, 721 en 17 campañas) y José Ariel Contreras (117-50, 701 en 10 campañas) integra el selecto cuarteto que supera los 700 de promedio de ganados y perdidos en los anales de nuestros clásicos. Con nueve series es el pitcher espirituano que más rápido llega a los 100 juegos ganados.
Físicamente no es lo que pudiera considerarse un lanzador típico. Su altura llega hasta los 178 centímetros y su peso es de 93 kilogramos. Su velocidad no es supersónica: entre las 88 y 90 millas, aunque el pasado año en México marcó 93-94. Tiene, además de su control, un brazo potente: “Desde que jugaba de chiquito me daban rolling por el siol y tiraba duro para primera, Dios me da potencia en el brazo y encamino eso a lanzar, me entrego mucho al entrenamiento, no pierdo un segundo en el terreno, voy a conseguir una meta, eso me ha compensado el aspecto físico, que no es todo en un lanzador”.
Su brazo está sano “como el de un niño”, según revelan las radiografías y los médicos. De su constancia milimétrica y voluntad de gigantes da fe el hecho de haber salido sin los días reglamentarios o el haber subido al box con fajas para “ponchar” sus dolores de espalda. También está esa “temeridad” que ha aprendido a dominar: “Ahora me cuido de los conteos, un año me dieron 12 jonrones porque estaba siendo muy agresivo, en dos y uno venía en zona de strike y me di cuenta que no con todos podía ser igual, me gusta el ponche, es algo bonito que logra un lanzador y era un poco caprichoso, en dos strikes quería salir rápido pero he ido ganando en experiencia, los golpes enseñan”.
Por eso pronto conquistó la categoría de confiable: “No me siento bien cuando me mandan desde el banco, me gusta pensar, guiar, allí arriba soy quien está mirando al bate, al bateador; si está pegado al home, si está atrás, el entrenador te ayuda, sabe la dificultad del bateador, pero el pitcher y el catcher están mirándolo todo más cerca, me gusta decidir por mí aunque me equivoque”.
Por eso la victoria supo diferente, aunque “el 100 es solo un número, tengo otras metas que ahora no quiero revelar, solo diré que serán para seguir lanzando y dar triunfos a mi equipo”.
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muchas felicidades para Ismel por su buenisimo trabajo. Para los Industrialistas que le dan mayor fama a los de la capital, Aqui tenemos ismel que es el mejor pitcher de Cuba en todos los sentidos … Saludos y la mayor suerte del mundo para los gallos de pelea de Aragon
De Yadiel y todos los fanaticos de Medicina 4to año de Yaguajay
Muchas felicidades Ismel y gracias por regalarnos un juego tan bueno cada vez que lanzas, y eso es muy importante para el equipo.
también felicito a todo el equipo por la gran serie que nos están brindando y por el apoyo dado a Ismel en sus 7 victorias.
Braco
Quiero ante todo darle las gracias a Yovany Aragon, que sin mucha experiencia en el mundo de la dirección a sabido guiar las riendas de un gran equipo a al friunfo, logrando unidad en el equipo, un juego alegre, jugar a la `pelota para ganar. Para Ismel todo mi respeto, esa victoria numero cien es el resultado del entrenamiento, de la dedicación, de estudiar a sus rivales, ya que el dominar no es innato se aprende en el mundo de las bolas y los strike. De verdad me hubiese gustado mucho estar en las gradas de mi Jose Antonio Huelga, pero me conformo con leer la noticia, tambien recuerdo cuando Ramos conquisto su victoria numero cien, despues Aragon y Peña, para todos mucha suerte y gracias por motivarno este año a hablar de beisbol.