El ganador del premio La Edad de Oro 2011 en el género de novela vuelve a ser noticia en el contexto de la venidera Feria Internacional de Libro.
“Imagínate un castillo en Transilvania en pleno invierno; en ese castillo vive un príncipe heredero de la corona Ferdemause que se llama Vladimirus Constantinus III, aunque sus padres le dicen Vladito. El castillo completo, con ayuda de la institutriz Isabela de la Tiza, organizaba la fiesta de cumpleaños del pequeño vampirito, quien mudaría sus colmillos de leche en el contexto de la celebración. Los decoradores de tumbas andan de un lado a otro cambiando las telas de arañas viejas por nuevas, sacudiendo los instrumentos de tortura que decoran todas las habitaciones, mientras en el sótano del palacio, unos fantasmas chinos preparan un estofado de lenguas de dragón y murciélagos empapados en almíbar para servir en una lápida buffet”.
Con un cuento fantástico de esos a los que resulta adicto comienza su diálogo el escritor espirituano Maikel José Rodríguez Calviño, quien no solo trasnocha frente al papel; también lo atrapa su labor en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera, donde ya se destaca en la curadoría, una labor que le viene como anillo al dedo al máster en Historia de las Ciencias Artísticas.
“La primera vez frente al papel de manera seria fue cuando estaba en la Universidad, recuerdo que escribí un pequeño texto que se llamaba Magnolia para un boletín de la Facultad de Sociología de la Universidad de La Habana, fue un texto que luego retomé para el libro Puertas de papel, al menos la idea del cuento”.
¿Cómo llegó el premio La Edad de Oro?
Terminé de escribir Puertas de papel al final de mi servicio social, me llevó algunos años, siempre quise tener un contacto con un escritor reconocido que me diera el visto bueno para saber si era correcto desde el punto de vista literario o no. Tuve la suerte de que esa persona fuera Mirta Yáñez, prestigiosa intelectual del país; ella fue quien me dijo que era totalmente publicable: “Busca la convocatoria y preséntalo”; lo hice y resultó premiado.
Bien difícil escribir para niños y jóvenes… ¿Cómo valoras la salud de la literatura infanto-juvenil en Cuba?
Yo pienso que goza de buena salud hasta cierto punto porque hay pocos exponentes, por lo menos cubanos. En las ferias encontramos mucha literatura para jóvenes reeditada, así como autores extranjeros, tal es el caso de Carlos Fabreti. Puede que algunos lo consideren un tema complejo de tratar porque los cubanos escriben para niños o para adultos y ese punto intermedio es algo sobre lo cual se va ganando conciencia; por ejemplo, no se habla de literatura para adolescentes y sí existen escritores que abordan las temáticas y conflictos de este grupo social de transición y, por lo tanto, lo que se escriba para ellos debe de estar a medio camino entre los intereses de uno y de otro. Yo me dedico a estas letras porque me siento cómodo, además me gusta entretener con una buena historia de terror o fantástica que aporte una sensación al ser humano sin buscar un rejuego lingüístico propio de la literatura para adultos.
¿Por qué apostar por lo fantástico con tanta realidad por escribir?
Realmente la literatura fantástica y de terror a nivel mundial ha ganado auge a partir de los sucesos del 11 de septiembre, entonces surge un movimiento incluso cinematográfico que abarca el suspenso psicológico. Recordemos la saga de Harry Potter. Su popularidad está en que esa forma de dibujar textos deviene una vía de escape ante el mundo cruel que nos rodea; yo me sumo a dicha fórmula. Es como un encontronazo entre dos mundos donde prevalece el nuestro, ya sea a través de un objeto o una criatura.
¿Cuánto le ha ayudado a escribir el hecho de ser graduado de Historia del Arte?
La influencia del arte en sentido general atrapa mi estilo en la escritura, en Puertas de papel hay referencias a la mitología griega, a la historia de la porcelana, al devenir de la escultura clásica. En un cuento se efectúa un recorrido por un jardín lleno de vaciados en yeso, una de las técnicas más fieles a la hora de copiar una escultura. La narración nos presenta a Laoconte y sus hijos, quienes forman parte del mito troyano; también me baso en las Keres, personajes de la Grecia antigua encargados de recoger a los muertos de las batallas. En el cuento “La Ker” de mi libro hay un niño que recibe la misión de subir al apartamento de una niña que está enferma y arrancar tres plumas de la Ker, la cual se posa en la cabecera de la cama esperando que la pequeña muera para llevársela al inframundo. En verdad, no es que sea una misión, sí una especie de cofradía para el infante, de lo contrario no formaría parte de una especie de pandilla que ellos mismos han creado. Las Walkirias con su álter ego aparecen en las leyendas cuando me refiero a las fabulaciones escandinavas. El arte está latente en cada momento.
¿Qué recomienda a los futuros lectores de tu libro?
Creo que lo mejor es leerlo en familia, estoy seguro de que puede ser disfrutado por todo tipo de público. Pienso que en sus nueve cuentos fantásticos y de terror se encierran enseñanzas enlazadas con la vida contemporánea, quisiera que cuando terminen cada cuento, surja la pregunta: ¿qué es lo que el escritor está queriendo decir? Las moralejas siempre van a estar detrás del texto, lo esencial es la decodificación del mensaje.
Si le pidiera que escribiera un final tenebroso y fantástico para esta entrevista…
Tú desaparecerías poco a poco hasta que encima de la mesa quedara la grabadora y la cámara fotográfica y yo llegaría a la conclusión de que toda la mañana estuve entrevistándome con un fantasma entre Puertas de papel.
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