Escambray retoma la polémica en torno a la caída en combate del Ápostol el 19 de mayo de 1895. Dos profesores universitarios de Sancti Spíritus aportan sus criterios sobre el tema.
El fin trágico de José Martí el mediodía del 19 de mayo de 1895, en Boca de Dos Ríos, antigua provincia de Oriente, ha suscitado las más variadas versiones acerca de las circunstancias en que sobrevino aquel desastre.
Aún hoy, al cabo de 118 años, no ha sido pronunciada la palabra definitiva sobre el tema y cuando se piden opiniones a estudiosos de la figura del Apóstol se comprueba que sus acercamientos difieren en matices e, incluso, en ciertos aspectos de fondo, atendiendo a criterios, pero también a particularidades personales de enfoque.
Los másteres en Ciencias Carlos Gómez González, de la Universidad Pedagógica Silverio Blanco, e Ysrael Coca Monteagudo, de la Universidad José Martí, con largas trayectorias en las aulas, entrecruzan razones para aproximarse a uno de los más aciagos acontecimientos de nuestra historia.
LÓGICA, INTUICIÓN, SENTIMIENTO
Para Carlos Gómez acercarse a lo sucedido aquel infausto domingo de mayo de 1895 significa partir de las diferentes versiones que han llegado hasta hoy y, sobre esa configuración, valorar los hechos desde la perspectiva de los días actuales.
En su opinión, ¿que factores hicieron al Apóstol lanzarse al combate, desestimando la orden expresa del Generalísimo Máximo Gómez de permanecer en el campamento?
Para mí el factor esencial fue el compromiso patrio de José Martí a través de todo el esfuerzo que como organizador de la lucha había desarrollado, por lo que ahora en los campos de Cuba le resultaba ineludible ir a la acción directa. Hay que considerar también la situación en que Martí quedó al frente del campamento después de la partida de Máximo Gómez y Massó al combate que se daría en la avanzada de aquella zona, aunque él sabía que el Generalísimo había dado órdenes precisas de que no se involucrara en la refriega.
Otro elemento importante a considerar es la inexperiencia del hombre -José Martí- al transitar por un camino nunca antes recorrido, queriendo llegar al lugar de la acción salvando los terrenos por donde habían partido los demás. Tiempo después el propio Gómez, en forma de lamento, anotaría: “Se había disipado ya la pólvora cuando ocurrió el holocausto”.
Pero existen testimonios acerca de las presiones psicológicas ejercidas sobre Martí por las críticas de ciertas personalidades dentro del campo de la revolución. ¿Cómo piensa que pudo influir eso?
Podría afirmarse que las condiciones históricas en que se desenvolvía la figura de Martí, por su alcance, no podía ser comprendida por todos los que lo acompañaban en la preparación de la lucha, y estas incomprensiones llevaron a que algunas encumbradas figuras de la revolución lo criticaran con encono.
Esto, en el temperamento del hombre que había juramentado desde la infancia en su precoz testamento, Abdala, consagrar su vida a la Patria, resultaba del todo inaceptable. Él no asimilaría esos agravios ante el reto que le imponía el momento histórico.
Para Ysrael Coca, todavía no existe una tesis definitiva sobre la muerte del Apóstol, solo conjeturas e hipótesis basadas en relatos de participantes que los estudiosos han tratado de descifrar, lo que abre la posibilidad para escuchar nuevas aproximaciones. Escambray inquiere:
Ha llegado hasta hoy el testimonio de Ángel de la Guardia, el joven a quien Gómez encargó acompañar a Martí en aquella jornada trágica. ¿Cree usted que explica suficientemente lo ocurrido?
De ninguna manera. Ángel de la Guardia dijo que al cruzar el Contramaestre una hondonada del propio río los desvió a él y a Martí, y los obligó a moverse en forma diagonal a las fuerzas de Gómez, y que por eso fue que se encontraron de lleno con las fuerzas enemigas, versión esta que tiene varias imprecisiones.
A partir de ahí se teje una serie de conjeturas relacionadas con el tema. Hay una primera hipótesis derivada de lo dicho por Gómez, que el caballo pudo desbocársele y llevarlo al campo enemigo, pero el historiador Rolando Rodríguez, avezado estudioso de la obra del Apóstol, desmiente esa tesis.
Él lo que dice es que, si bien Martí no era un jinete experto, tampoco era un primerizo en eso de montar a caballo. La otra cuestión que maneja Rodríguez es que, de haberse desbocado el animal, Martí hubiera llegado primero que Ángel de la Guardia al lugar donde muere; sin embargo, los tiros que recibió la cabalgadura de De la Guardia, demuestran que ambos llegaron prácticamente juntos.
De otra parte, De la Guardia, que era el único que podía dar testimonio sobre eso, muere después en plena guerra sin que hubiera aportado elementos definitivos sobre el tema.
Algunos contemporáneos de Martí y ciertos estudiosos sustentan la hipótesis de que él pudo buscar la muerte en aquel combate. ¿Qué puede haber de cierto en eso?
Bueno, Miró Argenter en sus Crónicas de la Guerra sugiere que Martí buscó él mismo la muerte como colofón a la grandiosidad de su destino. Esta tesis la sustenta también el estudioso argentino Ezequiel Martínez Estrada, quien en Martí revolucionario alega que en su obra escrita el Apóstol hace muchas alusiones a la muerte.
Pero estas tesis las desmiente Leonardo Griñán Peralta. Este dice que no hay razón alguna para asegurar que la muerte de Martí haya tenido la intencionalidad de un suicidio y, por otra parte, apunta que no hay político que después de arengar a la tropa y exhortarla al combate -como momentos antes había hecho el Apóstol- quiera morir sin dar batalla.
Esa era la opinión de Jorge Mañach…
Cierto, Jorge Mañach, quien fue también un profundo estudioso de Martí, nos dejó una obra muy importante: Martí, el Apóstol, y apunta que Martí fue signado por la incomprensión, que se le señaló muchas veces que no era una figura entendida en lo militar y que no era un hombre de acción, pero él supo sobreponerse a eso y por lo tanto en su caso esta idea del suicidio no tiene fundamento.
Sin embargo, son innegables las críticas que le hicieron algunos jefes e intelectuales de la Revolución y que pudieran haber herido a Martí hasta el punto de inclinarlo a un comportamiento temerario…
Sí, existen los antecedentes de las criticas recibidas acerca de que Martí era “un capitán araña” que enviaba a los hombres a la guerra mientras él permanecía en el abrigo seguro del exilio, y las de Enrique Collazo, en un sentido aproximado, pero, claro está, para ese momento la polémica entre Martí y Collazo ya estaba zanjada.
Cierto que Martí no era un táctico ni un estratega militar, no era propiamente dicho un hombre de armas, pero en sus escritos hay elementos que apuntan hacia una concepción del arte de la guerra e incluso hay una circular suya que se llama Política de guerra.
Preciso es recordar que fue Martí quien organizó la Guerra Necesaria y en distintos momentos y lugares expresó o escribió cómo debía ser esa guerra para lograr sus fines en el menor tiempo posible y al menor costo, para que no resultara cruenta y larga como la Guerra de los Diez Años.
Según su criterio, ¿cuál sería la versión más atinada en este caso?
Hay una hipótesis que expresa que fue el valor temerario de Martí lo que lo condujo a la muerte. Esto lo dice Máximo Gómez, y el jefe de la tropa española aquel día aciago, Ximénez de Sandoval, corrobora esta apreciación. Él dice aproximadamente que la caída de Martí fue provocada por el arrojo, la valentía y el entusiasmo de sus propios ideales.
Yo pienso que esta hipótesis es la que en mayor medida se acerca a la figura de Martí, es la que refleja realmente su amor a la Patria, su sentido de la abnegación y la entrega a la causa a la que dedicó su vida.
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