Tras labores de mantenimiento y reparación, los niños de Iguará, comunidad perteneciente al municipio espirituano de Yaguajay, devienen actuales dueños de un círculo infantil otrora domicilio particular.
“El sapo está bravo…”, improvisa historias con dramaturgia natural la educadora del círculo infantil Soldaditos de Fidel, en Iguará, Yaguajay, bajo un entorno diferente. Como ella, alrededor de 30 trabajadores, niños y familiares respiran las ventajas de una nueva sede, más céntrica y con mejor acceso.
DE CASA A CÍRCULO
Los transeúntes la imaginaban con niños dentro. “Ahí es donde queda bueno el círculo”, cuchicheaba todo Iguará. Quizás, ese murmullo popular devino augurio de la decisión que luego tomarían las autoridades del territorio.
Según Hermes Pérez Monteagudo, jefe del Departamento de Inversiones del sector educacional en el norteño municipio, la vivienda sita en José Pérez No. 31 fue destinada para ese fin por aprobación del Consejo de la Administración Municipal, tras emigrar su propietario, sin donaciones mediante, y previamente a la ley sobre la compraventa de estos inmuebles.
El domicilio se sometió a una remodelación, cuyo costo ronda los 50 000 pesos en moneda nacional. “Resultó necesario ampliarlo para almacenes, comedor, cocina, lavandería, enfermería y baños de trabajadores. Hubo que rediseñar, según la delimitación de los salones, el local de computación… Se colocó carpintería de aluminio y se sustituyó la totalidad de las redes eléctricas, así como el 85 por ciento de las hidrosanitarias. Además, quedaron edificadas la cerca perimetral y la cisterna, con un tanque elevado”, detalla el directivo.
También figuran labores de pintura y otras acciones como el enchape de cocina y baños, adaptados a las particularidades de este tipo de centro, con inodoros pequeños y escaleras hacia las duchas.
Igualmente, el ajuste funcional de la propiedad tuvo en cuenta las exigencias del Ministerio de Salud Pública en cuanto a espacio (no menos de 48 metros cuadrados por área) y ventilación.
MANOS EN LA OBRA
Alrededor de una docena de hombres pertenecientes a la brigada de reparación y mantenimiento de Educación Municipal en Yaguajay intervinieron en la metamorfosis del hábitat doméstico. Sin embargo, no resultaron los únicos; otras manos se lanzaron a la obra.
“Sin el aporte del Consejo Popular, no lo hubiésemos logrado. Los vecinos de la comunidad, padres y personal del centro, trabajamos largas jornadas, hasta las once de la noche, sábados y domingos. Unos pintaban; otros recogían escombros, que llenaron 10 camiones. Muchos facilitaban instrumentos, nos traían un buchito de café e infundían ánimo; en tantos algunos confeccionaban juguetes para actividades lúdicas y ambientación”, cuenta la directora Damaisy Martínez Santana.
El elemento decorativo marcó el acabado de paredes rehechas o chapisteadas. Peluches, maquetas, títeres, muñecos y pasajes de cuentos infantiles que parecen vivos sobre el concreto transfiguran el antiguo contexto, ahora acomodado a la Educación Preescolar.
Tamara Martín pormenoriza, mientras su antebrazo sirve de asiento a César y el pecho, de espaldar: “Un círculo es de detalles, las educadoras somos artistas. Nosotras mismas hicimos los manteles para las mesitas, flores, materiales didácticos, toalleros… queríamos todo nuevo, además que hay mayor cantidad de niños”.
OTRA RESIDENCIA INFANTIL
“Esta es una casa adaptada, como la anterior donde radicábamos, pero con mayor amplitud de los salones y las áreas de juego, que aumentan en número también. Aunque no satisface la demanda local, posibilita el incremento de la matrícula. De 12 niños por salón creció a 15 en tercer año de vida y a 16 en segundo, cuarto y quinto”, explica Martínez Santana.
Cuando se celebra el aniversario 52 de estas instituciones educativas, Soldaditos de Fidel acoge a 63 infantes. Antes la prioridad se ceñía a sectores de Salud y Educación; mas, el cambio de instalación favorece a organismos como Pecuaria y Comercio.
La yaguajayense Antonia Corrales confiesa: “Estoy muy agradecida de que hayan aceptado a mi bisnieta Yilian. Vine antes de que abriera para ver cómo estaba quedando y me encantó”.
“La atención es divina. Todo se ve ordenado, fresco, cómodo, con mobiliario acorde a la estatura de ellos. Es lo mejor que pudo pasar”, opina la madre Karenia Díaz, con el mismo sentir de Yasnay Orozco.
El olor a estreno se percibe intramuros, donde las condiciones constructivas superan el otrora recinto de la primera infancia en Iguará: “Allá la situación era desfavorable, con locales muy pequeños y deteriorados. Había filtraciones, pues las paredes tenían grietas. Solo existía una taza sanitaria por baño, no teníamos el gabinete metodológico y escaseaban los espacios exteriores”, evoca la directora, a la vez que estruja narices.
La cocina destila sabores y la tía anuncia la hora de apaciguar estómagos: “Vamos a guardar el sapo”. Así, Escambray deja a manicuras y doctores enanos, con los cachetes embadurnados y la certidumbre de que son sus sonrisas las que dan sentido al uso actual de la morada.
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Con total seguridad me atrevo asegurar que esta morada para la infancia hizo mover corazones rompiendo moldes y conceptos que hace rato se encontraban perdidos pero que valieron la pena cuando de la infancia se trata se debe hacer sentir el sentido de pertenencias sin tantos miramientos pues con amor supieron hacer una gran obra donde apartaron de la vista de todos la desagradable y fea palabra justificar la que tantos in-consiente mal usan para no buscar alternativas sanas y brillantes pero la morada para la infancia pudo unir y para bien mezclar el trabajo voluntario para este excelente proyecto que acaba convertirse en realidad por lo cual van mis felicitaciones para todos los que tuvieron participaciones en esta gran obra en la provincia de SANCTI SPIRITUS pues lograron un excelente resultado dando y mostrando que es real y verdadera la frase que en las uniones se encuentra la fuerza y este es un vivo ejemplo que todos pueden ver y apreciar. Lazaro izquierdo