Cuando hace apenas un año la provincia espirituana cerró el 2011 con una de las más altas tasas de mortalidad infantil de Cuba -5,9 fallecidos por cada mil nacidos vivos-, ni siquiera las autoridades locales encargadas de revertir tal situación calcularon que doce meses después el territorio reduciría a la mitad esa cifra y se convertiría en referencia para toda la nación.
El doctor Pável Nodarse Fleites, al frente del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en Sancti Spíritus, se niega a creer, sin embargo, que la metamorfosis ocurrida en el año recién terminado sea hija de la casualidad o del milagro.
Más de 200 medidas organizativas de orden técnico, administrativo, docentes y de control fue la respuesta del territorio tras sumar en blanco y negro las experiencias positivas y negativas del período anterior, una etapa que alertó sobre la necesidad de ganar en integración, mejorar la capacitación del personal involucrado y sobre todo trabajar la atención prenatal con sentido previsor.
De esa fragua –aseguran los responsables- surgió la excepcional tasa de 2,78 fallecidos por cada mil nacidos vivos, la más baja del país en el 2012 y de Sancti Spíritus en toda su historia como provincia.
La buena nueva también llega acompañada de mejorías sustanciales en otros indicadores claves como la reducción de los nacimientos con bajo peso extremo (menos de 1000 gramos) y de la llamada mortalidad preescolar, evidencia de un trabajo armónico y sostenido durante todo el año.
UN CAMINO LARGO Y COMPLEJO
Especialistas vinculados a la materia, directivos del sector y viejos conocedores de la realidad espirituana concuerdan en reconocer la prominencia de un resultado como este, verdadera hombrada para un territorio que en materia de salud ha tenido que cimentar su desarrollo piedra a piedra desde que en 1976 ganara el título de provincia.
Cuando en 1969 el Comandante Faustino Pérez Hernández, a la sazón primer secretario del Partido en Sancti Spíritus, decide convertir en hospital pediátrico un círculo infantil de la barriada de Colón, al sur de la ciudad, la entonces región villareña había logrado reducir su tasa de mortalidad infantil de 60 fallecidos por cada mil nacidos vivos en 1959 a poco menos de 50, una correlación verdaderamente quimérica para aquellos tiempos.
El doctor Luis Sáenz, quien fuera director del pediátrico espirituano por más de 12 años, sostiene que a pesar de la prioridad otorgada por la joven Revolución a la salud pública, todavía en 1970 la tasa de mortalidad infantil en el territorio era de 46 fallecidos por cada mil nacidos vivos, índice que la voluntad política, la creciente profesionalidad y el altruismo permanente de los especialistas y demás trabajadores de la salud lograron reducir a 18 en apenas una década de labor.
El surgimiento y desarrollo de servicios especializados de pediatría y ginecoobstetricia, el nacimiento de la terapia intensiva a inicios de los ochenta y tiempo después de los programas del médico y la enfermera de la familia y de atención materno infantil ayudaron a cimentar las cifras de lujo que hoy exhiben el país y en particular Sancti Spíritus.
ASEGURAR LA SALUD ANTES DE NACER
De la montaña de números que se procesan a diario en la oficina del Programa de Atención Materno Infantil en Sancti Spíritus, el doctor Pável Nodarse prefiere apropiarse de uno que a su juicio ilustra la seriedad con que los especialistas espirituanos han laborado en el 2012: más del 95 por ciento de los niños que por una u otra causa llegaron a terapia intensiva a la postre sobrevivieron.
Sin embargo, a juzgar por el reconocimiento mundial al papel de la atención prenatal, a la búsqueda de los riesgos reproductivos preconcepcionales y a la detección precoz de los llamados defectos congénitos, la cuestión de asegurar la salud en edades tan tempranas comienza antes de nacer e incluso antes de concebirse el embarazo.
Sancti Spíritus viene sembrando de manera experimental en unas 16 000 mujeres del municipio cabecera la importancia del consumo, previo a la gestación, de suplementos vitamínicos, en especial de ácido fólico, un ensayo que se extenderá próximamente a otras 46 000 y que según los expertos podría dar sus primeros frutos a partir del corriente 2013.
El empleo consecuente de los hogares maternos –mantuvieron un índice de ocupación por encima del 95 por ciento durante el año pasado-, el incremento de las medidas de capacitación al personal vinculado al programa, el mejoramiento constructivo de no pocos centros asistenciales, y la mayor integración entre las atenciones primaria y secundaria sin dudas también aportaron más que un simple grano de arena a la salud materno infantil de la provincia.
Pero tan importante como el índice en sí resulta la moraleja aprendida por los espirituanos en el empeño por conseguirlo: más allá de las fallas lógicas que todavía persisten, los especialistas consideran que si el territorio mantiene el estilo y el rigor del pasado año, el comportamiento de 2012 pudiera resultar sostenible para el futuro.
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