Con este proyecto se busca sensibilizar para que no discriminar a los infantes, mejorar su calidad de vida y la inserción social, para que ejerzan el derecho a una infancia feliz.
Unos 35 niños espirituanos se benefician en estos momentos con el Proyecto Por una infancia feliz, que nació en el 2006 para apoyar a los hijos de padres seropositivos o serodiscordantes -hayan nacido sanos o enfermos-, e incluso a aquellos cuyos ascendientes contrajeron el virus luego de traerlos al mundo.
“Un grupo de estos muchachos ya salió al cumplir los 18 años. Desde que comienza la epidemia y las mujeres deciden tener descendencia, porque es su derecho, solo dos han nacido enfermos. Actualmente gozan de buena salud, gracias a los tratamientos. Van a la escuela, estudian, no constituyen un riesgo para los demás”, detalló María del Carmen Hernández, coordinadora en el territorio de este proyecto, que rige por el Departamento de ITS-VIH-SIDA del Centro Provincial de Higiene.
Especialista médicos argumentaron que a la pareja se le prepara con tratamientos antirretrovirales para que en el momento de concebir su carga viral se encuentre lo más baja posible. La embarazada recibe estrictos cuidados hasta el momento de la cesárea y luego se prohíbe la lactancia materna como posible vía de contagio. El seguimiento a todos los bebés se extiende hasta los 18 meses. Los pequeños reciben atención por el consultorio y por especialistas del Hospital Pediátrico y del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí. El costo del tratamiento anual se calcula en unos 12 000 dólares.
“Sin embargo, el prejuicio social se mantiene, todavía existe mucha ignorancia y rechazo, en los círculos, en las escuelas, en la sociedad en general, y nosotros tenemos que dar apoyo sicológico a esos niños porque ellos no tienen la culpa de ser infectados o estar afectados. Algunos ya se quedaron huérfanos. Realizamos actividades recreativas, cumpleaños, los visitamos cuando lo necesitan y asesoramos a los padres para que cuenten la verdad a sus hijos. Con el proyecto buscamos sensibilizar para que no los discriminen, mejorar su calidad de vida y la inserción social, para que ejerzan el derecho a una infancia feliz”, argumentó María del Carmen.
Hasta el pasado año, al Proyecto lo financiaron el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno cubano, que a partir de ahora asume todos los costos mientras aparezca otro donante. Sin embargo, otras instituciones y organizaciones también cooperan con esta altruista idea: el Consejo de Iglesias, la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Jóvenes Comunistas por solo citar algunas.
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