Confesión de una espirituana exorcizada de prejuicios por obra y gracia de la Federación de Mujeres Cubanas, hoy con otros desafíos.
Celebran espirituanas aniversario de la FMC
Los dedos presionan teclas en el aire al repasar el primer sol de enero en el Reparto de Colón: “Tenía 11 años y con mi hermana mayor me había aprendido el Himno del 26 de Julio a piano. Cuando iban entrando las tropas lo tocábamos. En mi casa se hablaba de los barbudos, cada noche oíamos bajito Radio Rebelde desde la Sierra. No imaginamos que era también una Revolución femenina”, revela Nora Quintana Vázquez, lugareña que junto a la organización femenil creada el 23 de agosto de 1960 se hizo mujer y bien resuelta.
“Yo me emancipé. Ocupé cargos estudiantiles cuando las niñas eran atadas al hogar, logré que mi mamá entendiera. Siento orgullo de haber protagonizado ese proceso de dignificación de la mujer, impulsado por Vilma. El surgimiento de la Federación de Mujeres Cubanas significó la apertura a múltiples sectores donde estábamos vetadas. Todavía hay féminas en el mundo que luchan por lo que ya nosotras conquistamos”.
Clases de Historia, ajetreos en el secretariado de la Asamblea Municipal del Poder Popular de la ciudad cabecera o encomiendas en el departamento gubernamental de Relaciones Internacionales, siempre engranaron con la empresa femenina, no solo ahora tras la jubilación: “He asumido varias responsabilidades, pero ser secretaria del bloque 4B Isabel María de Valdivia en la capital provincial me encanta porque se labora en contacto directo con las federadas”.
La época demanda actualizar la misión de la FMC…
No podemos pensar ni trabajar igual, pero la Revolución es única y es esencial darle continuidad, del modo que el tiempo y el contexto lo exigen. Algunos objetivos se han cumplido. Ahora son otros los retos.
¿Qué está ocupando hoy a las mujeres espirituanas?
La mano de la mujer está en todo, no únicamente en lo concerniente a la organización, sino con misiones en el orden social como tareas de higienización, cuando preocupa el cuadro epidemiológico; el énfasis en valores escondidos y acciones contra las indisciplinas sociales, para que todas y todos se sientan parte. Las mujeres poseemos la habilidad de requerir con tacto, cortesía y persuasión, no solo por el nivel escolar que es muy alto en Cuba, sino gracias al don de educar que tenemos como madres y abuelas.
Trabajar con la juventud es esencial. En aquella etapa fundacional todas las jóvenes se sumaron. Hoy se incorporan, pero tienen que sentirse más activas en pos de nosotras mismas y de la familia.
Se percibe pereza femenina en las faenas organizacionales…
No todas participan con igual intensidad ni espontaneidad. La Revolución le ha dado tanto a la mujer y en ocasiones se piensa que como nuestra vida social está garantizada, con derechos de todo tipo, no hay que seguir luchando por algo y la defensa de esta obra continúa. Fidel y Raúl han alertado sobre su destrucción por nosotros mismos. En el radio de acción donde la mujer vive es necesario el mismo vigor que en los inicios para mantener nuestras conquistas.
¿Algún porqué de cierta apatía?
Cuando la organización deja de funcionar por equis tiempo, cuesta más trabajo revitalizarla. Se precisan estabilidad, práctica diaria con las federadas, reajuste a la peculiaridad de cada lugar y cumplir a tiempo las indicaciones. En mi bloque a veces no hay que esperar a recibir ninguna orientación, como las actividades por la libertad de los Cinco, las del 8 de Marzo o del 23 Agosto, eso nos nace.
¿Qué estrategia aplica para lograr ese buen funcionamiento en la base?
Converso con las mujeres, no solo para dar tareas, sino saludar, preguntar por la familia, preocuparme y tender la mano. También reconocerles el desempeño. Son muchos poquitos que se agradecen. Ellas sienten la Federación más cerca y que además de trabajo, es apoyo. A la dirigente debe verse como amiga, no como jefa.
¿Cuál es su recompensa en la dirección de las federadas?
Hay que estar aquí para sentir esa satisfacción, el respeto por lo que tú dices y haces. Nunca me dicen no, a pesar de la carga laboral, pero eso hay que ganárselo. En algunos casos me expresan ‘lo hago porque lo pide usted’; yo les respondo: y la Revolución.
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