Propuestas culturales de valía y un ambiente propicio a la descarga confluyen en el reabierto Café Teatro en la villa del Yayabo.
Como Sísifo, subiendo una y otra vez la cuesta con la roca al hombro, se sintió durante meses el artista y promotor cultural Vladimir Osés. Llamaba a las puertas indicadas, pedía despachos, hacía catarsis lo mismo en reuniones formales que en improvisadas tertulias de acera, la emprendía contra toda suerte de molinos burocráticos con un fin ulterior: salvar el recodo de buen gusto que había construido con sus propias manos a orillas del Teatro Principal.
Inaugurado junto al coloso espirituano en julio de 2012, el Café Teatro debió lidiar desde el principio con trabas de todo tipo: falta de presupuesto para sistematizar un programa coherente, incomprensión de ciertos funcionarios que valoraban el recinto más como cervecería que como el emporio de enriquecimiento que en realidad era y hasta la modorra que algunos consideran crónica en la gestión cultural de Sancti Spíritus.
En aquel momento, cuando la institución cerró al público y un nudo gordiano amenazaba con asfixiar cualquier posibilidad de reapertura, este semanario calificó de imperdonable “el letargo en el que se mantiene un espacio cuyo valor trasciende la mera suma matemática de lo invertido por concepto de labores constructivas y obras de artistas de la plástica que ambientan el local”.
Un absurdo que, finalmente, terminó por enmendarse, tal y como dictaba el sentido común: desde hace apenas unas semanas el Café Teatro reabrió sus puertas como un sitio de confluencia para la bohemia espirituana.
Hastiado de reguetón y altos decibeles, un público cada vez más numeroso concurre al lugar que, como alega Vladimir Osés, su defensor a ultranza, se precia de seleccionar un repertorio inteligente, que combina las descargas en vivo con lo mejor de la música grabada cubana e internacional, lo culto con lo popular, pero siempre de elevada factura.
Peñas habituales con Amaury González, Reidel Bernal (Fito) y Zapato de charol, noches de jazz y actividades temáticas que aún están por redondearse han venido conformando la identidad de esta especie de oasis levantado junto al Teatro Principal, un recinto sui géneris cuya valía radica, como ya advirtiera Escambray, “en la intención expresa de potenciar el consumo cultural, perfilar el gusto estético del espirituano de a pie y erigirse como una propuesta alternativa en medio del actual panorama sobresaturado de música chatarra y fútil”.
Si ese sitio tiene un hálito cultural se lo debemos al apasionado, obstinado y a veces no comprendido artista, colega y amigo Vladimir Osés que en todo lo que hace, con el maximalismo que lo caracteriza, ansía cultivar el espíritu de las gentes de espirituanas.