Con un nuevo premio en su palmarés, el joven artista Osvaldo Pestana Montpeller persiste en el empeño de validar la historieta como un género de arraigada tradición en Cuba.
Deslumbrado como el protagonista de su historieta ante el visitante extraterrestre, Osvaldo Pestana Montpeller, Montos para el gremio desde que comenzó en las lides del dibujo, se quedó literalmente en una pieza cuando recibió la noticia: entre los 39 concursantes de 12 provincias que participaron en el Premio Ojalá 2012, auspiciado por la Oficina de Silvio Rodríguez, el joven espirituano y el también artista gráfico Luis Arturo Aguiar Palacios se alzaron con el galardón compartido.
Basada en el relato El primer encuentro, del escritor matancero Félix Mondéjar Pérez (F. Mond), la historieta de Montos reproduce, con trazos precisos y el regodeo en los detalles al que nos tiene acostumbrados, una historia de ciencia ficción sui géneris que alude no solo a los albores de la especie humana, sino también al origen de la fascinación del hombre con cuanto lo trasciende.
El desconcierto del individuo primitivo ante el poder que lo supera desembocará, según las fabulaciones de F. Mond y las imágenes de Osvaldo, en el culto que la civilización rendiría posteriormente a lo ignoto; con tal argumento, la narración puede ser interpretada como una historia fantástica en el pasado remoto.
La habilidad del artista para componer las escenas, adaptar el cuento original y dotarlo de una visualidad propia más allá de la letra impresa, así como el evidente dominio del dibujo, que Montos ha venido perfilando durante años, le valieron para impresionar a un jurado de altura, integrado por personalidades como Roberto Fabelo, Juan Padrón, Roberto Alonso Cruz, Jorge Oliver, Ernesto Padrón y Silvio Rodríguez, quienes alabaron las obras premiadas y recomendaron ponderar las creaciones de otros ocho finalistas.
Con carácter bienal y concebido para dignificar un arte distinto en cada oportunidad, el Premio Ojalá pretendió en el 2012 estimular la historieta gráfica y homenajear a Virgilio Martínez, uno de sus más genuinos exponentes.
De ahí que Silvio Rodríguez explicara, durante el anuncio de los premios en la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas, la pertinencia de multiplicar los espacios de confrontación entre los historietistas cubanos y la necesidad de continuar desarrollando una manifestación como esta, de acendrado arraigo en la isla, pero que sufrió como todas la depresión de la poligrafía nacional en la década de los 90.
A ese afán por rescatar la tradición de cómics casi perdida entre los jóvenes y adolescentes cubanos se suma Montos, quien ha consolidado una carrera como historietista, ilustrador y diseñador gráfico, y ha conseguido insertarse tanto en el panorama de este género en Cuba como en prestigiosos circuitos internacionales.
Con las imágenes de El primer encuentro, Pestana Montpeller continúa subrayando las constantes de su discurso: el acertado manejo de los claroscuros, el regodeo en las expresiones faciales, el encuadre idóneo para cada escena y la plasticidad general de la obra, todo lo cual confiere a la historieta una aureola de irrealidad que parte no solo del mundo hipotético que recrea, sino también del arsenal creativo, a ratos onírico, de su autor.
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