La exposición Ecos del Cambio de siglo se mantiene abierta al público en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera.
Por Maikel José Rodríguez Calviño
Suele considerarse arte cubano al arte habanero, no importa del período del que se hable. En las grandes academias e instituciones culturales de nuestro país es una verdadera rareza que se mencione a Oscar Fernández Morera, Tomás Capote, Osvaldo Mursulí u otros tantos creadores que integran la vigorosa nómina de artífices yayaberos. Por tal razón, el Consejo Provincial de las Artes Plásticas urdió la muestra Ecos del Cambio de siglo, primer ejercicio curatorial del proyecto Pintura espirituana: artistas, obras, momentos, que incluye cuatro exposiciones concentradas en ofrecer una amplia panorámica sobre plástica espirituana desde principios del siglo XX hasta la actualidad.
El Cambio de siglo (1894-1927) es un período en la historia del arte cubano en el que un considerable número de jóvenes viajaron a Europa con el objetivo de perfeccionar sus estudios en pintura y escultura gracias a las becas subvencionadas por el gobierno. Ya de regreso, introdujeron en el ambiente pictórico nacional gran parte de las enseñanzas estéticas heredadas del impresionismo francés, con lo cual marcaron un punto de giro respecto a la pintura colonial, de evidente sabor académico, pero sin llegar a las irreverencias formales de la estética vanguardista.
Varios son los elementos que asumen un papel fundamental en este proceso de renovación formal y temática: de un lado, la consolidación de la conciencia nacional, fenómeno que inicia a mediados del siglo XIX e impulsa a reflejar la realidad desde una perspectiva diferente; del otro, las necesarias transformaciones pedagógicas introducidas por Miguel Melero al asumir la dirección de la Escuela de San Alejandro en 1878, y el cosmopolitismo que va permeando el desarrollo de las principales ciudades de nuestro el país.
Algo tarde si nos comparamos con otras provincias, el Cambio de siglo llegó a tierras yayaberas de manos de Oscar Fernández Morera, pintor, dibujante y diseñador que, como pocos de su tiempo, supo apropiarse de las enseñanzas impresionistas e hizo de su paisajística citadina y campestre una polifonía cromática al mejor estilo de su contemporáneo Domingo Ramos, el primer gran pintor del Valle de Viñales.
Igual camino siguieron Mariano y Tirso Tobeñas, Tomás Capote y Rogelio Valdivia, encargados de ampliar el abanico formal y temático, e introducir motivos nuevos. En este período abundaron marinas, bodegones, naturalezas muertas, retratos, escenas familiares y piezas de temática histórica y religiosa. Incluso hizo entrada la primera fémina, Selmira Fernández Morera, interesada en explorar las intimidades del ambiente hogareño en óleos y dibujos a lápiz y creyón que nada deben recelar a los trabajos de su padre, o encontramos artistas tan sui generis como el trinitario Antonio Herr y Grau, cuyas escenas campestres mucho deben al atmosférico bucolismo de la escuela decimonónica inglesa.
De modo que la exposición Ecos del Cambio de siglo, abierta al público en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera, nos invita a burlar el tiempo y contemplar con nuevos ojos el trabajo de tantos creadores, algunos muy conocidos, otros casi olvidados, que abrieron disímiles caminos hacia la belleza en la añeja villa del Espíritu Santo.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.