Más de una treintena de niños con diferentes discapacidades se someten a la equinoterapia. En la mayoría de los casos, este tratamiento deviene terapia efectiva para la rehabilitación física y social de esos pacientes.A un lado de la mesa la niña se pierde entre colores y figuras geométricas. De vez en vez intenta corresponder a los reclamos de esa mujer que le insiste: “Fíjate bien, ¿dónde pones esa ficha?”. A ratos acierta; otras veces la manita se le queda suspendida en el aire en busca de respuestas.
No es solo hoy, desde hace algo más de un mes Daniellis se escabulle en ese mundo de rompecabezas y de palabras oídas y nunca pronunciadas; de ejercicios matutinos que estiran como elásticos manos y pies y de trotes a caballo que le erizan hasta el último pelo.
Al Centro Provincial de Equinoterapia llegó sin más remisión que las recomendaciones de unos amigos de sus padres y ante la preocupación paternal por su retardo en el lenguaje y por el encierro infantil en el televisor como si la vida circundante cupiera toda en 21 pulgadas.
Más de una treintena de niños como Daniellis, con otras y similares patologías, han tocado a las puertas de este centro, donde desde hace más de siete años comenzó a aplicarse un medicamento natural con probados efectos curativos.
EN LA MONTURA
Situado en las entrañas del Parque de Ferias Delio Luna Echemendía -en la capital espirituana-, el Centro Provincial de Equinoterapia atiende a niños de toda la provincia que padecen, fundamentalmente, parálisis cerebral infantil, retardo del desarrollo psicomotor, lesión estática del sistema nervioso central, trastornos del lenguaje, autismo, Síndrome de Down, cuadriparesia espástica…
Aun sin todas las condiciones para la prestación de servicios -aunque luego de la reparación del Parque de Ferias pudo ocupar un local independiente y ya cuenta hasta con una improvisada pista para la equinoterapia-, el centro no deviene una institución médica, sino que sobresale por su carácter social, cultural, pedagógico, terapéutico y deportivo.
Al decir de José Ramón Guillén Fernández, equinoterapeuta del centro, pese a tantos atributos que llegan hasta la condición de Referencia Nacional, algo sí les queda claro siempre: “La misión fundamental es reeducar, rehabilitar y tratar a los niños con necesidades educativas especiales”.
Es por ello que se les brinda un tratamiento multidisciplinario -con énfasis en las dificultades individuales, toda vez que incluye sesiones de fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional y equinoterapia, las que persiguen, en última instancia, contribuir al desarrollo físico, emocional, familiar y a la integración social de los pequeños.
Y tal parece que todo comienza y termina en el lomo del caballo, del cual se dice que logra trasmitirle a quien lo monta su calor corporal de 38 grados Celsius que pasa al cinturón pélvico y a las piernas; su impulso rítmico y un patrón de locomoción que se asemeja al patrón fisiológico de la marcha humana, que con el tiempo se van automatizando en el cerebro.
Más allá de puros milagros, probados están sus beneficios: al menos en este centro más del 50 por ciento han logrado mejorías notables del equilibrio, la coordinación y la marcha, lo cual ha permitido la reincorporación a la vida social.
A GALOPE
“Es increíble lo que la niña ha mejorado en un mes y pico o dos que lleva aquí -confiesa Ricardo García, el padre de Daniellis-. Ella, por ejemplo, no se sentaba para hacer las cosas, era muy hiperactiva y ya se pasa 30 o 40 minutos armando rompecabezas y habla más. La equinoterapia es una maravilla; yo se la recomiendo a todo padre que tenga un hijo con cualquier tipo de problema”.
No es lo único, también influyen las terapias complementarias y la sistematicidad. Así lo asegura Lidia Jaime Cañizares, fisioteraputa: “La asistencia sin falta es una de las cosas más importantes. Esto es un sacrificio, pero a corto y a largo plazos se notan los beneficios y eso es lo más importante”.
Para Maydelis Pérez, la logopeda del centro, otros factores también son determinantes: “Surte mucho efecto la estimulación temprana; es decir, no dejar que pasen años antes de acudir aquí, pues el tratamiento entre cero y cinco años ha probado ser clave en la rehabilitación. No obstante, muchos de los que han asistido al centro han logrado vencer sus discapacidades y reincorporarse a la vida cotidiana; eso es una gran satisfacción”.
Otros logros también validan el beneficio de este tratamiento a galope, como el fomento del sentimiento general del bienestar; el incremento del interés por el mundo exterior y la propia vida; la mejora del equilibrio, la coordinación, la rapidez de los reflejos y la planificación motora; el fortalecimiento de la musculatura; la disminución de la espasticidad; el aumento de la capacidad de movimiento de las articulaciones… Poco si se compara con la gratificación filial y de quienes también se desvelan ante cada avance.
Pero acaso tales curas bastan para comprender aquel cartel que pende del rancho de guano que da cobija al Centro Provincial de Equinoterapia en el que puede leerse una certeza suficiente para nombrarlo: “Donde el dolor se achica”.
no se han encontrado imágenes
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.