Mandatarios latinoamericanos han manifestado su rechazo rotundo al proyecto de agresión contra Siria, defendido por el Nobel de la Paz, Barack Obama.
En la Cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) que comienza este jueves en San Petersburgo, el presidente estadounidense, Barack Obama, encara una situación embarazosa ante sus pares latinoamericanos por su plan de ataque inminente contra Siria y los escándalos de espionaje.
A su llegada al aeropuerto de Pulkovo, la mandataria argentina, Cristina Fernández, dio la primera alerta la víspera al rechazar rotundamente el proyecto de agresión contra Damasco, defendido a capa y espada por el gobernante laureado con el Nobel de la Paz.
No creemos que las muertes se solucionen con más muertes, afirmó en declaraciones a la televisión pública rusa apenas descendió de la nave oficial Tango 1 en la ciudad denominada Venecia del Norte por la omnipresencia del río Neva y los puentes levadizos.
Jefa de un estado miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU hasta finales de 2014, la mandataria insistió en que aunque el tema no figura en la agenda oficial de la cimera, caracterizará la atmósfera del Palacio de Constantino, sede del encuentro.
Se trata de una situación de gravedad institucional global, comentó al referirse a la decisión de la Casa Blanca de golpear al gobierno del presidente Bashar al-Assad, sobre la base de un pretexto no avalado por la principal estructura jurídica de la ONU.
En el palacio ubicado en la isla de Strelna, a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad, el tema de los llamados fondos buitres por su carácter especulativo será otro punto de diferendo entre la presidenta suramericana y su par de la potencia del norte.
Washington trató de evitar toda mención en el documento final a estos activos caracterizados por comprar en el mercado deudas estatales o de empresas al borde de la quiebra por el 20 ó 30 por ciento del valor real, y después reclamar el cobro del ciento por ciento.
Trataremos el tema de los fondos buitres, insistió Fernández en sus declaraciones.
Otro asunto engorroso para Obama en san Petersburgo será la respuesta que brindará a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, sobre las denuncias de espionaje de los servicios especiales de Washington contra ella y asesores de su Gobierno.
La cancillería brasileña exigió a inicios de esta semana una respuesta por escrito de Estados Unidos sobre esas acusaciones, y el propio titular de Exteriores, Luiz Alberto Figueiredo, convocó al embajador Thomas Shannon para expresarle el malestar de su Gobierno.
Fuentes del gabinete brasileño informaron que hasta el momento todas las justificaciones presentadas por Washington resultaron falsas.
La Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA en inglés) tuvo como objetivo los sectores comercial e industrial brasileños, con énfasis en las reservas petroleras, sostuvo el Ministro de Comunicaciones del gigante suramericano, Paulo Bernando.
Como onda expansiva, México también reaccionó ante las revelaciones de la prensa brasileña de que el actual estadista mexicano, Francisco Peña-Nieto, fue espiado por los cuerpos secretos del país vecino cuando era candidato y aun después de ostentar la banda presidencial.
Voceros gubernamentales confirmaron la exigencia a Washington de una investigación exhaustiva sobre los reportes de chequeos ilegales a ciudadanos mexicanos, incluidas personalidades de muy alta prominencia.
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