En septiembre de 1958 fueron asesinados en el cuartel de Sancti Spíritus Nieves Morejón y José Sosa junto a otros revolucionarios cubanos.
Para mediados de 1958, la redoblada actividad insurreccional en Sancti Spiritus y su entorno contra la feroz dictadura de Fulgencio Batista se multiplicaba en el esfuerzo por reforzar con armas, hombres y vituallas a las guerrillas rebeldes que operaban en las llamadas lomas del Escambray.
Como parte de ese accionar, a finales de agosto se dieron cita en viviendas de familias integradas a la red clandestina de la ciudad un grupo de jóvenes patriotas de distintas partes de la isla, entre los cuales figuraba el espirituano José Sosa Cañizares, impacientes todos por subir a unirse a los alzados contra la dictadura en la cordillera de Guamuhaya.
Dotados con apenas algunas armas cortas, José R. Sosa y sus compañeros abordaron un automóvil y salieron rumbo a las elevaciones cercanas, pero fueron interceptados en El Pinto por un grupo de soldados que los llevaron en un inicio a Banao, donde les aplicaron las primeras torturas, y luego al cuartel de Sancti Spiritus.
En los calabozos los esbirros ya tenían a Nieves Morejón López, capturado la víspera en la Carretera Central, a la altura de La Trinchera, cuando sicarios del régimen detuvieron su automóvil y le ocuparon un cargamento de botas destinado a los rebeldes.
OBRERO DE PURA CEPA
Nacido el 6 de julio de 1919 en la finca El Troncón, término municipal de Cabaiguán, Nieves Morejón nunca pudo ir a la escuela debido a su lejanía y la situación económica precaria de su familia, pero aprendió las primeras letras con ayuda de los suyos y sus ansias de saber lo llevaron a superarse de forma autodidacta.
Siendo ya mayor trabajó en las escogidas de tabaco de su pueblo, aprendió a manejar y adquirió un automóvil, y pasó a ser secretario general del Sindicato de Choferes, desde el cual defendió tenazmente los derechos del gremio y enfrentó el amarillismo oficialista de los regímenes de Prío y de Batista.
En 1951 el joven ingresa en el Partido Ortodoxo y después del golpe militar del 10 de marzo de 1952 se incorpora a la lucha contra la dictadura, y se hacen efectivos sus vínculos con Elcire Pérez, Miguel Reyes y David Concepción, entre otros opositores al batistato.
JOSÉ REGINO Y SU CRUEL DESTINO
Doce años más joven que Nieves, pues nació el 7 de septiembre de 1931 en Sancti Spíritus, la vida de José Regino Sosa Cañizares fue similar en varios aspectos, ya que, aunque pudo estudiar en una escuela pública hasta el cuarto grado, la tuvo que dejar para ayudar a sus padres y hermanos.
Pronto se relaciona con el movimiento clandestino e ingresa en el DR-13 de Marzo. Luego se alza y participa en los combates de Dos Arroyos y Charco Azul. Poco después enferma gravemente y tiene que ser trasladado a La Habana para recibir atención medica. Ya restablecido regresa a Sancti Spíritus y encuentra refugio en la casa de Félix Duque, hasta el infausto 2 de septiembre de 1958…
Como se trasluce en el sumario de los juicios incoados a los ejecutores de estos crímenes -a inicios de 1959-, ya en el cuartel los seis revolucionarios fueron sometidos a horrendas torturas y molidos a golpes. Luego los llevaron a los abrevaderos de los caballos en el recinto, y los ahogaron uno a uno, pues de esa forma justificaban la burda coartada que preparaban.
Así, en la noche del 2 al 3 de septiembre de 1958 los cuerpos macerados fueron trasladados al puente de la Carretera Central sobre el río Zaza, banda Jatibonico, y allí los soldados los agruparon en uno de los automóviles ocupados, los rociaron con alcohol y luego los lanzaron barranca abajo en dirección al caudaloso río para dar la impresión de que se trataba de un grupo de individuos borrachos que perdieron el control del auto en que viajaban y fueron a dar al agua, donde todos murieron por ahogamiento.
Al día siguiente empezaron a aparecer los cuerpos, entre ellos el de José Regino, que fue recogido por sus familiares y sepultado en el cementerio de Sancti Spíritus, mientras el de Nieves tardó otros seis días en ser encontrado. Era solo el comienzo de un mes que aquellas hienas de uniforme tornaron terrible.
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